domingo, 31 de julio de 2011

Servir a Dios - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 166-167-168


En Sueño Profético hablaban de servir a Dios, de obedecerlo y de seguirlo.

Dijo uno:

Estas tres cosas son juntas: para Servirle, tienes que Obedecerle; y si Lo obedeces, Lo sigues. No puedes Seguirle sin Hacerle servicio, una vez que Él, cuando te manda, tú ya Lo seguías.

Dijo otro:

A Dios se puede servir de tantas maneras, que nadie puede decir: “Yo no sirvo a Dios porque no puedo”.

A Dios Le puedes servir espiritual, corporal y materialmente: espiritualmente, en tus oraciones; corporalmente, en el trabajo; y materialmente, con tus bienes. Todo esto es metido en el estuche del Prójimo. Dios se hace Prójimo para que acuda el que ama, y no se olvide del que de él necesite.

Por refrán tenía mi padre este refrán que aquí refiero: “No digas a Dios “no puedo”, que si quieres Él te manda Poder de Allí de su Cielo”. Este refrán lo decía al día varias veces, y mayoría de veces sostenía grandes polémicas; pero mi padre era de una fuerza para las cosas de Dios, que no admitía excusas; pronto quitaba el corro con estas palabras:

Decir no tengo tiempo
de hacer nada por Dios,
me resulta tan ruin
como aquello que quedó
inservible y sin valor,
que después de que no sirve,
te molesta hasta el color.

A Dios le puedes servir
cuando no te falte Amor”.

Desperté, oí:

Hay más que a Dios sirvan y puedan menos, que los que pueden y no sirven.

A Dios, cuando Lo sigues, es porque quieres que Dios te mande.

Y Dios, cuando te manda, es porque sabe que obedeces y Lo sigues.

El Amor a Dios te da tiempo, te lleva al Prójimo y cobras en la Gloria.

Pero te aumenta el salario como tú aumentas tus obras.

No digas “no tengo tiempo para las cosas de Dios”, porque el tiempo que tú tienes es que Dios te lo dejó.


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sábado, 30 de julio de 2011

Pídele a la Madre y te dará el Hijo - Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - Pag. 149-150


En Sueño Profético hablaban de la Grandeza que tengo escrita. Escrita por ella y dictada de Aquí. Decían:

Ese “Te Quiero”, con esa fuerza dicho, “Quiero a Dios Padre, Quiero a Dios Hijo y Quiero a Dios Espíritu Santo por toda la Eternidad”, esta afirmación, “Quiero”, no hay hombre que supere ni que iguale.

Y este “Padre Nuestro que estás en los Cielos, oye mis ruegos”, no hay quien lo achique al “Padre Nuestro”, resumiéndolo y haciéndolo grandioso. Grandioso sólo con decir: “Padre, oye mis ruegos”.

Espíritu entregado a Dios, Amor que es grande, y por ser grande, sobran palabras. Espíritu que Dios arroba, y la Esencia sustituye a las Palabras.

Y esta Salve, que ya está en boca de niños y enfermos, y aquí repito:

A Ti, Primer Sagrario de Dios
y Reina de todas las madres,
ruega por los pecadores.

“Sagrario”: máxima palabra de Amor. Y “Reina de todas las madres”: Reina en la Maternidad: grado máximo que Dios puso a la Madre que a Él amaba. Pues Ésta es Reina de todas. Y “Ruega por los pecadores”: Dios le dio más que a nadie para que Le pidiera, y sus ruegos alcanzarían el Perdón.

Desperté, oí:

Pídele a la Madre y te dará el Hijo.

Alabando a la Madre, te pones en comunicación con el Hijo, que es Dios.

Y si dices, “Quiero a Dios Padre, Quiero a Dios Hijo”, ya estás llamando a la Madre y la Madre al Hijo.

Y ya, “Padre Nuestro que estás en los Cielos, oye mis ruegos”, como final del Mensaje.


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viernes, 29 de julio de 2011

El que más ama, más busca - Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag. 33-34


En Sueño Profético decían:

Donde no hay Paz, no hay Dios. Dios es Paz y Paz es Dios. Antes de la Comunicación de Dios está la Paz. Cuando Dios se comunica te da tal poder que la cima la haces llano.

No quiere a Dios más el que dice que Lo quiere, sino el que cumple sus Leyes. El que Lo ama, las cumple, y no queda ahí su contento, sino que hace que otros Lo amen.

El que no obedezca al Profeta, no obedece al Padre, no obedece al Hijo, y por consiguiente no cree en el Espíritu Santo, que es el Portador de Esto.

La despedida del Profeta la tienen que llorar más, por remordimiento.

El que cree en Dios, escucha el Mensaje reverenciando.

Desperté, oí:

El que más ama, más busca, más exige y menos obliga.

Más busca, porque el Amor le empuja a saber.

Más exige, porque en el Amor, esta exigencia, no es exigencia, es impaciencia y deseo de complacer al Amado.

Y no obliga, porque entonces no es Amor.

A Dios no le hace falta que tú Lo quieras, pero Él sabe que tú Lo necesitas.

El que a Dios quiere, a Dios busca.

Todo lo que se desea, se busca, cuando esto no sea pecado.


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jueves, 28 de julio de 2011

Caridad, Paciencia y Pereza - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 137-138-139


En Sueño Profético hablaban de la caridad, de la paciencia y de la pereza.

Dice Juan de Dios:

La caridad es la que junta a la paciencia y a la pereza. La caridad la manda el Amor a Dios. Sin Amor a Dios, no puede haber caridad, no puede haber paciencia, y sí mucha pereza. Con los enfermos se presenta mucho este último personaje, siendo un gran peso para tu comportamiento con el enfermo y el necesitado. ¡Cuántas veces, ya que me había marchado del sitio, iban otra vez a buscarme! Y es que al enfermo le cura según como tú le hables. Yo ya tenía por norma darle las palabras siempre envueltas de Dios. Aquí refiero un caso, que fue en un hospital:

Yendo una mañana visitando las camas de unos incurables, que yo hacía a diario, se acercó a mí una mujer y no la entendía llorando, ya que su pañuelo varias veces secó sus ojos; me dijo:

―Tú eres Juan, yo no te voy a pedir nada que tengas que ir fuera del hospital. Lo que te pido lo llevas dentro de tu ser, y sé que no se te acaba. Es, que vengas a la cama de mi marido, para que tus palabras entren por sus oídos y lleguen a su espíritu. Estas mismas palabras son las que mi marido me ha dicho.

Fue oír estas palabras y sentir a Dios dentro de mí repetir sin descanso: “Dad consuelo al afligido”. Aquí fue el Amor a Dios el que me llevó a la cama de aquel pecador, que estas fueron sus palabras:

―Primero quiero me perdone por quitarlo del enfermo que está solo. Yo, mi enfermedad no me da dolor. Es mi conciencia la que me atormenta por todo el mal que siempre he hecho. Si tú me dices que a Dios mejor agrado no pidiendo el Perdón, cambio mis palabras por pedir el castigo.

Tuve que llamar a Dios y abrazar al pecador ya perdonado.

Desperté, oí:

Aquí hay Amor a Dios
porque Juan se lo ha impregnado.

Pasaba todos los días
y miraba con cuidado.

Pedía sin conocerlo
y le miraba las manos.
La lepra ya le tenía
varios dedos amputados.

Dicen, que el primer día
que Juan pasó cerca de su cama,
le dieron deseos de decir:
“Si algún día le hago falta,
no tiene nada más que pedir”.

Él no se acercó
sin que lo llamaran,
por ver sobra de dinero.

Donde veía pobreza,
no esperaba la llamada.

Aprende de Juan de Dios
a dar caridad en palabras.

Pero primero ten Amor,
y ya el Amor se encarga.

JUAN DE DIOS


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miércoles, 27 de julio de 2011

No se merece la Tierra, que Tú vengas entre el hombre - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 63-64


En Sueño Profético hablaban y comparaban los matices que tiene el que ama, y con el poco trabajo que matiza:

Un día íbamos con el Maestro, y a la trepada de un cerro había un pastor que guardaba el ganado. Con él, otro pastor venía a juntarse. Dijo el que venía:

–¿Aquí viene el de Nazaret?

Uno de nosotros contestó:

–Sí.

Fue oír el “sí”, y sus rodillas doblar la hierba. El otro que sentado estaba, de pie se pone, pero con fuerza.

–Ya llegó lo que queríamos, conocer a Dios de cerca. Para nosotros es Dios, aunque ande por la Tierra.

Dijo el que venía mirándonos, y con vergüenza:

–Yo quería conocerlo, pero que Él aquí no viniera.

Más rápido contestó el otro:

–Los dos teníamos ya pensado ir en busca de Dios Hombre, aunque fuera con ganado. Ya teníamos la mentira, y estaba todo bien pensado.

Fue a contestar el otro, y el Maestro parado les hizo que pensaran, y que entonces comprendieran el por qué de Su llegada. Cuando ya quedó parado, les dio a ellos estas Palabras:

–No era este el camino que hoy iba mi Enseñanza, pero quería que conocierais mi Carne, porque mi Espíritu ya vivía con vosotros, una vez que me amabais.

Otra vez los dos –y ahora juntos– reverencian a este Único Hombre Dios, primero Dios. Los dos, con las manos en la cara y de rodillas, decían la misma oración:

No se merece la Tierra,
que Tú vengas entre el hombre.

No se merece la Tierra,
pero la culpa es del hombre.

Desperté, oí:

Los dos pastores amaban
y decían la oración.

La oración era compuesta
con la letra de los dos.

Antes que el día saliera,
ya estaban juntos los dos,
se ponían de rodillas
y decían la oración.

Miraban a los borregos,
y ya era hablar de Dios.

Si venía una tormenta
y el rayo veían caer,
se juntaban al ganado
y lo nombraban a Él,
y "el Dios mío no nos dejes",
repetían a una vez.

Se oían balar las corderas,
que también llamaban a Él.

Qué razón tenía el rezo
que los pastores hicieron.

No se merece la Tierra,
que Tú vengas entre el hombre.
No se merece la Tierra,
pero la culpa es del hombre.


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martes, 26 de julio de 2011

Dios donde hay dos, quiere que su Nombre salga - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag. 25-26-27


En Sueño Profético decían:

Para hablar de Dios tienes que sentir a Dios. Y para sentirlo tienes que amarlo. Estas palabras ya dichas no son mías, son de mi padre. Mi padre era un hombre premiado por Dios. También esto era suyo:

Yo soy un hombre
que Dios me tiene premiado.
En la noche y en el día,
siempre siento a Dios a mi lado.
En la alegría y en el sufrir,
no puedo estar sin llamarlo.
Pero antes que Lo llame,
es que Lo siento a mi lado.
¿Esto no es un premio de Dios:
el estar siempre llamándolo?

Hablaba mucho con unos vecinos que hacían corro en la plazuela que vivíamos, y todo giraba al Nombre de Dios, pues ninguno se molestaba por los consejos que les daba. Si alguno decía del futuro, él contestaba: “¿Tú has contado con Dios?”.

Si veía malos tratos, señalaba hacia arriba: ¡Eh, que te está viendo Dios!

Si veía una injusticia, se metía pidiendo perdón, y hacía caer en la cuenta, que si aquí haces injusticias, Allí, cuando te pregunten, te quedarás sin respuesta, porque Dios hace justicia aunque el hombre no la quiera.

Ya digo, mi padre era el que la palabra “Dios” siempre tenía en su lengua.

Desperté, oí:

No tienes que decir: “sí,
que este hombre a Dios amaba”.

Lo sentía con la fuerza,
que el Amor hacía que empujara.

Iba tan lleno de Dios,
que ese llenar rebosaba.

Rebosaba y no quería
que el rebose se ocultara.

Sabía que este rebose
podía librar muchas almas.

Hay veces que ves la fuente,
por el rebose que baja.

Y ya te marca el camino
la misma agua, sin habla.

Haz que rebose el Amor,
y Dios te dará palabras,
porque Dios donde hay dos,
quiere que su Nombre salga.


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lunes, 25 de julio de 2011

El amor sin Dios, no puede ser amor bueno - Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 47-48


En Sueño Profético decían:

¿Quién puede vivir
sin amar a Dios primero?

¿Quién le llamará Amor al amor,
sin Amor tener a este Cielo?

¿Quién puede querer ahí,
diciendo: “Yo a Dios no quiero”?

Siempre que oía yo hablar del amor,
sin nombrar Amor del Cielo,
si callaba, la mirada
ya les estaba diciendo
que guardaran la palabra,
que era Palabra del Cielo;
que cuando amaran a Dios,
ya sería Amor Eterno,
porque lo que ahí se ama,
Aquí se sigue queriendo;
en cambio, el amor sin Dios,
no puede ser amor bueno.

Esto veían en mi mirada,
porque yo llevaba dentro
estas espinas de pinchos,
hasta que espinas y fuego
formaban la gran hoguera,
y siempre podía el fuego.

Ya me veían las llamas,
y el que quemarse quería,
más preguntas preguntaba,
y el fuego más se subía.

Tanto subían las llamas,
que más gente acudía,
pero no para apagar el fuego,
que en llamas vivas
llegaba la claridad
para todo el que quería.

Despierta, oí:

Decirle Amor al amor,
sin amar a Dios del Cielo,
es desmentir la Palabra,
que esa Palabra es del Cielo.

Yo no podía callar,
cuando ponían las Palabras
que son de esta Eternidad.

Yo no guardaba silencio
cuando el fuego salía fuera,
del fuego que había por dentro.

¡Ay fuego que vas prendiendo
todo lo que quiere llamas,
que baja de Aquí del Cielo!
Para el que quiere, se prende,
y “pa” el que quiere, se apaga.

¡Ay lumbre de Amor Divino!
¡Ay lumbre que el hombre ignora!
¡Ay lumbre que tu camino
no saben que lumbre es Gloria,
que quema, y siente frío
el que no cree en tu Gloria!

Yo quiero quemar a todos,
aunque hoy no estoy en Tierra,
pero dicto los Mensajes,
y soy la misma Teresa
que Aquí quiere Dios que hable.

TERESA DE ÁVILA


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domingo, 24 de julio de 2011

Hombres cultos que vivieron santos - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdídos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 26-27-28-29


En Sueño Profético hablaban hombres cultos que vivieron santos.

Dijo uno que no era de los dos de este diálogo:

Yo creo que un hombre culto, si vive vida de Dios, hace a muchos, santos. La palabra del culto, dicha con Amor y practicada, tiene mucha fuerza, pero a éstos son los que más los persigue el pecado y ellos menos lo rechazan. Dios, el Salvador de los hombres, buscó a los poderosos y a los cultos, porque sabía que eran los que mejor podían seguirlo y caminar por todo el mundo llevando su Palabra; podían enfrentarse con el rico y no tenían temor a lo humano, porque su espíritu, Dios, se lo guardaba, y su dinero y poderío ya era acento en una grande palabra. Estos hombres no sirvieron a Dios de Hombre. Se juntaron los poderosos abrazando sus cargos y su dinero, y a Dios persiguieron, a Dios Lo buscaban para insultarle.

Ya dijo uno del diálogo:

Un día, estando en mi casa, llegó uno que yo no quería que fuera mi amigo, y quiso darle a Él desprecio. Antes de yo hablar, se puso de pie el Maestro y dijo:

–Ya Me iba, pero Me he quedado para que oigas a tu amigo cómo ama a mi Padre, que sabe vive en Mí.

Me puse de rodillas, y abrazando los Pies del Maestro, dije:

–Maestro, antes que Tú te retires de mí porque yo admita el trato del que a Ti no te ama, quede yo muerto en este momento, sin que luego Tú me des el Perdón –esto lo dije con una fuerza, que el que no quería que fuera mi amigo, hoy está Aquí conmigo en la Gloria.

Ya dice el que luego amó, lo que dijo el Maestro:

–Tranquilizad vuestro espíritu, y que obedezca la carne. Tu fuerte Amor ha hecho que otro Me ame. Cierto que Me amabas, pero te hacía falta Enseñanza.

Desperté, oí:

Los dos grandes de la Tierra,
te hablan desde la Gloria.

Los dos hicieron Santos,
que escritos están en la Historia.

Dios sabía que su amigo,
siempre Lo buscaba a solas.

Le temía a los grandes,
que Dios falta no les hacía.

Pero buscaba al que Dios
amistad con él tenía.

Uno quiere y temor tiene,
y al que ama,
aún le falta Enseñanza.

El culto y el poderoso
más pueden llevar a la Gloria
que el pobre yendo andrajoso.

Pero si el culto no ama,
Dios buscará al humilde
que su servicio Le haga.

Y ya Dios irá con ellos,
poniendo en su camino
de todo lo que haga falta.

El Amor es lo primero,
antes que ser rico y culto.

Porque Dios busca el Amor,
y luego Le manda al culto.


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sábado, 23 de julio de 2011

Todo lo hace Dios nada más que con mirar - Libro 7 - Investigaciones a la Verdad - Tomo I - Pag. 109-110-111


En Sueño Profético vi el mar, y uno dijo:

–¿Quién separaría estas aguas y haría un camino para pasar?

Otro dijo:

–Dios nada más.

Apareció una niña muerta, y dijo el mismo:

–¿Y esta niña, mandar a resucitar?

El mismo contesta:

–Dios nada más.

–¿Y parar al mar sus bríos?

–Dios nada más.

–¿Y dejar la carne muerta
sin que ya sirva de nada,
sin tener fuerza la edad,
que crees que es la que manda?

–Dios nada más.

Puede su Poder, mandar,
a que el mundo quedara
sólo en mundo espiritual,
sin materia, sin Sol, sin mares,
sin tierra para pisar,
porque ya las pisadas eran
de flotación nada más.

Pues si todo lo hace Dios
nada más que con mirar,
¿qué extrañeza le ve el hombre
cuando Dios coja un Lugar?

O piensas que esto es mentira,
o di que esto es verdad.

Pero desmentir la lluvia
y afirmar que lloverá
o que llovió en otros tiempos,
pero que lloviendo no está,
esto tú sólo te dices
lo retirado que estás
de conocer el Lenguaje
que Dios ahí manda dictar.

Desperté, oí:

Si ves el agua caer
y además te estás mojando,
no digas que no es llover,
que te creen perturbado.

Si piensas en el Poder de Dios
en todo lo que he nombrado,
verás qué poco Poder
tiene que ser de Dios mandado
para que espíritu sólo
sea traído, arrobado.

Todo el que escriba Dictado,
diciendo “Dios me lo dicta”,
no le digas que es mentira,
que el Dictado es el que grita.

Grita el Dictado de Dios,
que dictan hombres de ciencia
con el mandato de Dios.

Cuando Dios se comunica,
siempre hay confirmación.

Pero cuando da Enseñanza,
se tiene que dejar ver,
para que el hombre compare.

Dice tan sólo compare.

Pero la envidia del hombre
le hace el que maltrate
y que le ponga defectos
al Lugar, que bien, no es nadie.

Es un terreno que amó,
prefiriendo lo de Dios,
por ser Dios: Consuelo y Vida.

Es un Lugar que Dios quiere
que sus Palabras resuenen.

No mires nunca el Lugar,
y comprueba si es verdad.


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viernes, 22 de julio de 2011

Trazados de Dios - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 76-77-78


En Sueño Profético hablaban de los Trazados de Dios, de sus Caminos, de su Mando, de su Poder y de su Actuación como Dios. Hablaban y ponían comparaciones con nombres que no me dictan. Decían:

Es atrevido hacer juicio de Dios. Es atrevido si sabes que es Dios. Es más Amor confiar en Él. Es tener más certeza de que es Dios, confiarse y recibir pensando: “Dios así Lo manda, Bendito sea Dios, ya hará que yo también vea lo mejor. Si hoy no lo veo será para probar mi confianza en Él. Lo voy a amar más que Lo amo, y ya claro lo veré”. Si esto pensara el cristiano, vería a Cristo.

Dijo uno:

Dios hace las cosas para que siempre las entienda el hombre, pero tiene que estar lleno de Amor Divino. Con este “llenar” ves los Caminos claros; al verlos claros, los ves rectos; al verlos rectos, los ves seguros. Dios nunca puede hacer nada mal hecho ni que sirva de fracaso. Dios nunca puede tener miedo a la nada del hombre. Dios nunca puede hacer lo que el hombre mande. Dios concede cuando pides sabiendo que es Dios, entonces Amor responde.

Desperté, oí:

Para conocer a Dios cómo actúa, tienes tú que amarlo.

Y verás como todo lo hace bien.

El hombre tiene Amor a Dios pocas veces, cuando nada de Dios quiere.

Cuando todo lo material tiene, ¿para qué llamar a Dios?

Éstos son los hombres que no conocen los Caminos de este Dios.

Éstos son los que Lo juzgan: “Debería hacer esto Dios”.

“Si Dios quiere que yo crea, que me hable a mí Dios”.

El hombre no da un “¡Dios mío!”, tan sólo con grande Amor.

Que este “¡Dios mío!” supera la más grande tentación.

Y ves los Caminos claros, iluminados por Dios.

El Amor te lleva siempre a ver claro lo de Dios.


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jueves, 21 de julio de 2011

El seguir es caminar detrás de aquello que amas - Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo II - Pag. 155-156


En Sueño Profético decían:

Estas Enseñanzas son comparaciones:

Comparemos un retrato con el que posó. ¿Se puede decir que no es la misma persona cuando sea exacto? Pues siendo la misma persona, si llega el modelo, abandonas con tus actos el retrato; tus atenciones no son para el retrato.

Ahora pongamos una buena noticia escrita y mandada: Si el que te la está entregando te dice: “Mira, este que viene es el que me la escribió”, ¿crees que te pararías a leer las líneas, cuando te las dijera de palabras?

Dijo uno:

Mucho hablaron del Mesías los Profetas de aquel tiempo, pues todo lo que pasaría, lo sabían.

Cumplían los Mandamientos de Dios, y muchos oían las Palabras del Padre por boca de los Profetas, pero cuando aquel amanecer se cundió que había nacido un Niño, y que era Dios, el que creía y tenía deseos de conocerlo, éste corrió a verlo; éste no se conformó con lo que le decían de Dios; éste corrió olvidando las Palabras y queriendo ver de dónde salían aquéllas palabras. A esto te lleva el Amor; el deseo de llegar a la Intimidad; el escalar el Camino de Dios Gloria; el querer más y más; el querer sentir el Aliento de Dios en sus mismas Palabras; el querer ver y tocar su Túnica; el querer ver el polvo en sus Pies, de su caminar; el querer compartir sus sufrimientos; el querer ser útil en su mandar.

El que no seguía al Hijo porque cumplía lo que el Padre decía, éste no amaba y éste no cumplía.

Desperté, oí:

Este Dictado te dice
lo que es: “dijo” o “dice”.

Te compara con razones,
medidas justas y claras.

No puedes seguir a Dios
sin que quieras sus Palabras.

El seguir es caminar
detrás de aquello que amas,
y si quedas muy atrás
y oyes que Dios te habla,
¿cómo no parar tus pies
para adorar sus Palabras?

Las cosas quedan escritas
para aquel que detrás venga.

Y al Elegido Le habla,
para que el hombre comprenda.

Comprenda, pero que cumpla
lo que Él dice en la Tierra.

Si cierras los Evangelios
por oír a Dios en Tierra,
corre sin pensar sufrir,
que el Amor es el que cierra.


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miércoles, 20 de julio de 2011

Mares de abundancia - Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag. 88-89-90


En Sueño Profético hablaban de la Enseñanza que da el que Aquí traen y enseñan; de la diferencia que hay de ver esta Gloria para ti, o ver para enseñar; de lo que aprende la inteligencia con explicación de Aquí, o lo que aprende sólo de Visión.

Decían:

Visión sólo, no es Enseñanza; Visión de esta Gloria y Apariciones, hay mucho escrito -de lo que vio el Elegido y de lo que el hombre escribió–, pero del Lugar que Dios coge para Enseñanza directa, de esto hay poco.

Esta Enseñanza es dada a la inteligencia que en el arrobo ve un color, y la inteligencia ya busca la escala del colorido que vio un sólo color, y la Sabiduría de Dios le presenta todos los colores sin visión; Esto es Sabiduría con Mando.

La Sabiduría sin Mando, no podría actuar siempre, pero cuando es con Mando, al mandar ya envía Dios su Poder y la Sabiduría actúa.

El contacto de esta Gloria a la inteligencia es el grado máximo, es nube por encima del sendero, que a Dios Lo deja hacia arriba, pero sigue obedeciendo, porque sabe que la lluvia Dios quiere que vaya al sendero.

Esto es Dios dando Saber a la inteligencia para que el Elegido la lleve al hombre. La inteligencia actúa rápida.

En el Profeta está la Comunicación de Dios. Mayoría de veces no sabe la materia el llenar que Dios le ha hecho: es llenar sin ver, sin palabras y sin acción. La inteligencia es todo en el Profeta, y va soltando como la nube el agua en el sendero, cuando Dios a nube manda, que no va midiendo litros, porque es Dios el que lo manda.

Estas inteligencias, que el hombre su vanidad no las deja ver, son mares de abundancia, que por temas que el hombre sacara, más profundidad tendrían.

El Saber que Dios da sin materia, absorbe todo y reparte en su momento. Este Saber puede extenderse en todo el mundo, ya que es Saber de Dios, Dictado para que quede escrito y lo lea el que quiera saber de Aquí para aprender y enseñar de este contacto.

Desperté, oí:

Esto es Comunicación de lo seguro, que vive con lo que no sabe si muerto está ya.

Esto es Dios que quiere decirle al hombre lo fácil que es vivir con Él y haciendo servicio al hombre.

Dios cuando habla quisiera
que el hombre buscara Voz,
y ya cuando Voz oyera,
conocería Voz de Dios.

Y vería esta inteligencia
con una Visión sin ver,
para enseñar a cualquiera.

A cualquiera que él se tenga
por un saber de materia.

Que si sabe qué aprendió,
ve que fueron primeras letras.

El espíritu que Aquí Dios
lo trae para que aprenda,
no sabe, cuando está Aquí,
lo que el Mismo Dios le enseña.

No sabe, porque el saber
es Dios en su inteligencia,
que actúa ya cuando ven,
no a Dios y sí su respuesta.

¡Este Saber que supera
al saber, saber de Tierra!


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martes, 19 de julio de 2011

Antes de hacer caridad, ama - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 139-140-141


En Sueño Profético decían:

Para practicar la caridad, tienes que tener grande Amor a Dios. Si este Amor te falta, te faltará actuación, constancia y saber recibir cuando tú entregues.

―Habla tú, Juan de Dios, que tanto viste e hiciste.

—Yo me pongo a contar casos que a mí me ocurrieron con enfermos, con ancianos y también con niños huérfanos, que si yo no amo tanto: ni hago esto, ni hoy lo cuento. Esto de no recibir bien por bien sería lo de menos, una vez que tú lo buscas donde está el sufrimiento; sufrimiento que tú buscas sin tener tú sufrimiento. Pero si amas a Dios, en el Prójimo Lo ves y olvidas a aquél que te devolvió el mal cuando le hiciste un bien; y sigues tu caminar con enfermos, con ancianos, con niños que tristes están por falta de aquel sustento que el padre no puede ganar. Todo esto lo he pasado y lo volvería a pasar si viviera con materia, aunque fuera un centenar, y hoy ruego en esta Gloria para que Dios no deje de mandar en aquél que falta le haga y yo pueda consolar. Todo esto tú lo pides cuando amas de verdad, y no importa que te peguen cuando vayas a entregar el sustento o el salario, que Dios espera allí ya.

Desperté, oí:

Antes de hacer caridad, ama, para que esta caridad perdure y salga siembra.

Si la caridad que haces es del agrado de Dios, Dios te manda para que te encuentres con Él.

Si haces caridad pensando en Dios, no te duelen los golpes que a otro pueden doler.

Yo era Juan de Dios, por Dios, no por el hombre.


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lunes, 18 de julio de 2011

Querer creer sin amar - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag.


En Sueño Profético decían:

Creer lo que hace Dios, hizo y hará, es fácil creerlo cuando estés convencido de quién es Dios, cuando tú te entregas en su Divinidad y en su Poder, cuando tu oíste lo que te dijeron de Dios y tu espíritu aceptó, cuando cumpliste sus Mandamientos, cuando el Prójimo te dio desvelo, cuando no pudiste hacer mal, cuando cambiaste el mal por el bien.

Dijo uno de sus Discípulos:

Cuando una mañana íbamos con el Maestro, se acercó uno y dijo:

–Maestro, ¿cómo se notará el que más te quiera, cuando Tú no estés delante?

–Yo ya lo sé. Vosotros lo veréis cuando el que diga que me ama, cumpla lo que mi Padre tiene mandado, que Yo hago y enseño.

–También aceptará mis prodigios el que crea que soy Dios Hijo, el que crea que el Mismo Dios se hizo Hombre. Esto, para el que no vea mi Carne, que sólo sienta mi Presencia, todo aceptará.

–El que no vea mi Carne, ni mi Presencia sienta, no puede creer nada que venga del Padre, que luego diré: “que vaya de esta Gloria”.


Desperté, oí:

¡Qué confianza daba el Maestro con estas Palabras!:

“Que luego diré: que vaya de esta Gloria”.

Entonces estaba en Espíritu y Materia. Luego estaría en Espíritu sólo –en Espíritu y Esencia Divina en una Gloria–, un Solo Dios y un sin fin de espíritus al servicio de Dios.

Para creer esto tienes que amar,
y el mismo Amor te obliga a que creas y veas;
y el mismo Amor te hará ver
lo que otro que no crea,
no puedas ni hablar con él.

Si cumples Los Mandamientos de Dios,
y Luz pides que te mande,
no dudes, Luz manda Dios.

Querer creer sin amar,
a todo lo que te digan,
tú la duda la pondrás.

Porque el hacerte creer,
te lo hace el Grande Amor
que tú ya sientes a Él.

Pide la Luz a este Dios,
que a nadie le negó Luz,
cuando la Luz la pidió.


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domingo, 17 de julio de 2011

"Manuel, el que calza con amor a las bestias" - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag. 133-134-135


En Sueño Profético decían:

No hay pensar mejor, que pensar en Dios del Cielo.

Dijo una mujer:

Yo viví mi vida con un sufrimiento grande, que de no estar pensando siempre en Dios, no hubiera podido vivirla. Esta enseñanza era de mis padres, que a bien decir, mi padre fue el que llevo a mi madre al camino de Dios. Mi padre era un hombre tan justo, en amar y cumplir lo que Dios mandaba, que contagiaba al que lo oía. Su profesión era herrador. Todos lo conocían por Manuel, el que calza con amor a las bestias. Cuando llegaba alguno y entraba al animal pegándole, decía:

–¡Así no lo enseña! ¡Así aprende a esperar los palos! Yo, mi táctica es acariciarlos. Verá… –y le cogía las manos delanteras con un primor, que el animal le contestaba cabeceando.

Nunca le molestaba nada que le pidieran que fuera para favorecer a otro. Decía:

–¡Si yo lo hago por Dios! ¡Si yo vivo pensando en Dios! Este pensar es el que me da la felicidad. ¿Tú has visto alegría mayor, que vivir siempre sintiendo su gran consuelo?

Esto era mi padre, y dicho por todo el pueblo.

Desperté, oí:

Grande Amor tiene a Dios
el herrador que hoy cuentan.

Se lo contagiaba a “tos”.
La hija en Gloria lo cuenta.

Ella tenía un gran sufrir,
y como pensaba en Dios,
del sufrir no echaba cuentas.

También le daban su fama
cuando la veían llorar,
y rápido se le oían estas palabras:

¡Es que Dios permite al hombre!
¡El hombre es el que no ama!

Ya tengo a Dios presente.
¿A que se ha cambiado mi cara?

No quiera Dios que lo culpe,
mil veces muerta
y despreciada por mis hijos,
que sin ellos la vida,
vivirla, no pudiera”.

Todo lo vives con Dios,
porque de Él vienen las fuerzas.


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sábado, 16 de julio de 2011

La aldea de “Cielo en Tierra” - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag. 21-22


En Sueño Profético decían:

A Dios no puedes quererlo y que nadie vea que tú Lo quieres.

A Dios, cuando ya Lo quieres, tu vida lo va publicando.

A Dios no puedes quererlo y vivir camino contrario.

Hay cosas que sin palabras, siendo silencio “na” más, llevan un certificado
por cada sitio que van.

El querer a Dios te hace que quieras lo que no quiere el que a Dios no ama.

Dijo uno:

Yo vivía en una aldea y allí todos querían a Dios; lo que uno decía, estaban siempre todos de acuerdo. Había más aldeas junto a aquélla, pero aquélla era como ninguna. La bautizaron con el nombre de “Cielo en Tierra”. Se oía mucho: “¿Tú no has ido a la aldea “Cielo en Tierra?”. Pues ve, que allí vives Gloria. Los que trabajaban, contentos y temprano empezaban su faena. Los chiquillos se juntaban cada uno con su rebañillo; cogían juntos la hierba y la leña; se repartían su comida, que ya, la que podía echaba más, para que el más necesitado se reenganchara a éste que llevaba la que no podía comer; había un portalón donde a diario se reunían los viejos contando lo que ya no vivirían, pero traían su recuerdo y vivían paz. Tiempo de frío: lumbre. Tiempo de calor: sillas a la puerta y jarra al lado.

Desperté, oí:

Esta aldea te demuestra
lo que es querer a Dios.

El silencio, al querer,
te lo descubre este Amor.

Allí no se oían riñas,
allí eran todos buenos.

Vivían presencia de Dios,
la paz era lo primero.

Lo segundo era buscar
al que no tenía sueldo,
y a poquito ponían “tos”,
y ya tenía sustento.

La enfermedad y la muerte,
aunque a uno le viniera,
toda aquella vecindad,
muerte, enfermedad, sentían.

La aldea de “Cielo en Tierra”,
se cundió y conocían.

No tenían ningún misterio,
era que a Dios “tos” querían.


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viernes, 15 de julio de 2011

Ama mucho y no pidas cuentas - Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 166-167


En Sueño Profético hablaban, ¿qué mal le vería el hombre a creer que Dios habla a través del hombre?

Tomando retroceso hacia atrás, verías que hay poco escrito de Dios Hombre, o sea, de lo dicho por Dios con Materia, comparado con todo lo que hay dicho por Dios a través del hombre. Pero el hombre repite y repite, tantas veces como hable Dios, las mismas necedades, intentando querer callar a este Comunicante y gritando lo que otro comunicó. Si crees aquello y esto no, tú no sabes lo que crees. Aquello fue Dios en el hombre, y hoy es Dios en otro hombre. Este hombre es el que varía, pero Dios es el mismo de ayer y el mismo de hoy. Tú no puedes creer en un Dios que ayer fue Poderoso y grande en Amor y Perdón, y que hoy esté en Poder pasivo. Esto no es creer en este Dios, es creer en un Dios hecho por el hombre.

Desperté, oí:

Di que creerás en Dios cuando sueltes tu materia.

Así quedarás mal con el hombre, pero no engañarás a Dios.

Dios habla cuando Dios quiere, porque otro Dios no puede mandarlo callar.

Dios, al pecador perdona sin pesarle sus pecados.

Y al que Lo ama se vuelca, sin contar con el hombre.

Para que este “volcar” lleve espíritus a su Gloria.

Ama mucho y no pidas cuentas.


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jueves, 14 de julio de 2011

La Confianza tiene el valor del Amor - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 31-32-33


En Sueño Profético decían:

Sin Confianza en Dios, siempre tendrás grandes sufrimientos. Sin Confianza en Dios, ya te viene el descontento. La Confianza tiene el valor del Amor.

Dijo uno:

Por falta de Confianza, más no ven esta Gloria. Hay quien confía tanto en Dios, que le molesta cuando ve que piden con duda.

Yendo un día unos Discípulos de Dios Hombre, se acercaron unos y les dijeron:

–No sois ninguno el Maestro por las señas que me han dado. ¿Dónde me encamináis que pudiera verlo?, aunque temo sea tarde para lo que quiero pedirle.

Otro de los que iba con éste, contesta:

–Pues yo creo que antes de terminar esta vereda Lo voy a ver, y si no Lo viera, a vosotros os encomiendo mi petición, porque sé que será dicha con el Amor que yo la dijera; y si en vosotros tengo confianza a no callarla, ¿cómo me va a faltar la Confianza en que el Maestro no la dé por oída por mí?

Quedaron mirándose unas miradas con otras y ya dijo uno de sus Discípulos:

–Éste es el que el Maestro nos citó anoche cuando se refería al Amor y a la Confianza en sus Palabras: “Mañana os pararan dos que son amigos: uno, sin Confianza en mis Palabras; y otro, con grande Amor, que este Amor le hace poder vivir con grande Paz”.

Desperté, oí:

Fue terminar la vereda,
y el Maestro con dos estaba.

El de la gran Confianza,
se inclina junto al Maestro.

El que siempre vivía dudando,
se retira del Maestro.

Y ya quedan los Discípulos,
más bien disgustados por dentro.

Que el Maestro los contenta
cuando se paró diciendo:

Lo que oyen mis Discípulos,
Yo mismo lo estoy oyendo.

Y lo que dice mi Padre,
a Mí Me llega desde el Cielo.

Si tú tienes Confianza,
puedes decir: “ya está hecho”.

Yo mando a mis Discípulos,
y en el “mando” voy con ellos.

Y oigo lo que Me pidas,
aunque no Me esté nadie viendo.

Mis Palabras Yo las doy,
y mi Padre va con ellos.


No hay Confianza mayor,
que ames viendo a no viendo.

Que en viéndote el Salvador,
ya sobra todo lo viendo.


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miércoles, 13 de julio de 2011

Aquí rogamos por las peticiones del que a Dios ama - Libro 7 - Investigaciones a la Verdad - Tomo I - Pag. 54-55-56


En Sueño Profético vi mucha gente, y decían:

Nosotros estamos rogando por tus peticiones, las peticiones del que ahí vive amando a esta Gloria. Dios las oye y nosotros rogamos. El ruego a Dios hay que hacerlo pensando:

Señor, dame Luz, que mis palabras y mi acción sean de tu agrado.

Señor, Tú sabes que no quiero pecar, y si pequé, fue porque aún no amaba.

Señor, enséñame a no pecar.

Señor, enséñame a ver lo malo, para que tenga compasión del que pecado esté haciendo.

Señor, te prometo buscarte en el que Tú me esperas.

Señor, que nunca desconfíe de tu Existencia, porque desconfiar sería estar muerta para Ti.

El que estos ruegos haga, con Dios está, a Dios llama, y ya vive Paz y esperanza, esperanza que tu Amor ya te procura de tus grandes alabanzas.

La Gloria de Dios abre puertas a las peticiones, y las cierra a los insultos y a las exigencias del que no ama.

Dios tiene sus ángeles, que cuidan de cerrar y abrir la puerta.

Cuando los ruegos son de Dios, éstos abren sin permiso, por ser desagravio al sufrir que manda el hombre, que a veces sufre más Dios, por dar sufrir el que conoce.

Y otra vez se oía:

“Aquí rogamos por las peticiones del que a Dios ama”.

Desperté, oí:

Si a Dios amas,
no te canses de pedirle
cuanto quieras.

Que si pides con Amor,
sabes que te abren las puertas
los ángeles que ya Dios
los puso para que abrieran.

Dios no se enfada si ve
siempre abriendo la puerta.

En cambio, sí lloraría,
si la puerta no se abriera.

Si vas a rogar a Dios,
piensa si amas de veras,
porque los ángeles abren
si tú quieres que abran puertas.


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martes, 12 de julio de 2011

La caridad lo seguía - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 183-184-185


En Sueño Profético hablaban de querer tapar el bien y de querer tapar el mal; de querer decir que lo bueno es malo, y lo malo es bueno; de querer pagar el mal y condenar lo bueno. El bien y el mal siempre se están viendo. El mal quiere hacer ver lo contrario de lo bueno. En cambio, el bien, camina a paso y no muy lento, y por mucho que quieran pararlo, el bien no deja este paso.

Dijo uno:

Toda la persona que sienta la caridad, tiene que hacer el bien. La caridad es un sentir que tranquilo no te deja. La caridad te inquieta y arrebata comodidad; te arrebata comodidad recordándote al enfermo que espera de ti.

Aquí, en unas palabras, voy a decir lo que Juan de Dios decía con frecuencia:

“Como la caridad tú la trates bien, ya no te deja. Yo quise la caridad, y me llevó a los hospitales, a las casas que casas no eran, a los hambrientos, a los necesitados, a todos los que estaban estorbando a los que caridad no conocían”.

Yo tuve gran amistad con este Juan de Dios, que el bien siempre iba haciendo. Pues por más que querían quitarle su caminar, más caminar se veía. También ésto era de él: el bien desprecia el silencio, porque el bienestar se encarga de ir este bien cundiendo; lo mismo que el dolor grita y es difícil el silencio. Yo veo a menos callados con dolor, que con un ¡Ay! que todos estén oyendo.

Juan decía:

“Ten caridad, y ya la caridad te llevará al sitio y te arrebatará tu bienestar; que luego, a este arrebato, tú le das mil gracias”.

Desperté, oí:

¡Quién mejor que Juan de Dios
puede hablar de caridad!

Él no podía esconder
lo que Dios daba “pa” dar.

Dios le daba su Poder
en espíritu y materia.

Ya quedaba en él,
el ir adonde de Dios quisieran.

¿Cómo iba a ser de Dios, Juan,
sin que nadie supiera,
si iba siempre al camino
que Dios le decía que fuera?

No tenía Juan que ir
por la calle a son de palmas.

Pues aunque iba en silencio,
repique era de campanas.

¡Juan de Dios!, siempre se oía
con llanto y risa en la cara,
con los brazos en su cuello,
pero a Juan no lo dejaban.

La caridad lo seguía,
y hasta le iba empujando
a que todos conocieran
que Juan de Dios era Santo.

Aquí podía lo bueno
y desmentía lo malo.

Lo bueno tiene poder,
porque lo viven los Santos.


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lunes, 11 de julio de 2011

Mucho usaba las Parábolas - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 138-139-140


En Sueño Profético hablaban de la Enseñanza que Dios hacía y de lo fácil que enseñaba cuando vivió de Hombre:

Mucho usaba las Parábolas y te ponía ejemplos para que fácil se comprendiera. Había veces que decía:

“Venid, que voy a dar mi Enseñanza delante de uno que Me ama”.

Otras veces estaban delante de Dios Hombre, el que Lo amaba y el que por Él sentía desprecio. Esto ocurría más veces que hablarle sólo a los que Lo amaban. A los que Lo amaban los enseñaba con Amor y los preparaba para que nunca les dijera el hombre: “esta Enseñanza está mal enseñada”. Él cogía el Amor para hablar de Él, del niño, del que vivía vida ruda, trabajosa; de la mujer que Lo amaba y acercaba al marido para que Lo siguiera; del que usaba de la Paciencia como alimento para el espíritu; del que todo lo dejaba en las manos de Dios; del que la Paz llevaba como mandato de Dios. También cogía para dar enseñanza de los animales, de las corrientes de agua, del que hacía la Caridad por Amor al Padre, del que bendecía todo lo que venía de Dios. Mucho presentaba para hablar del pudor, del recato.

Dijo uno:

Yo Le oí un día estas Palabras:

“El recato es cerrarle las puertas a la tentación que va buscando el pecado”.

Desperté, oí:

Cierto que la tentación
es la que llama al pecado.

Dios llevaba la Parábola
y aprendían con los hechos.

Si veía al sembrador,
allí mismo se paraba.

Si los corderos balaban
y el pastor lejos caía,
de una manera les hablaba.

Si veía al corderillo
en brazos del pastor,
y al pastor dándole mimos,
nos hablaba en el momento
del que ama es conocido.

Si ese pastor,
a la cordera la acuna
dándole refugio,
tiene que tener Amor
para amparar al caído.

La cordera fue a saltar
y las manos delanteras
ya no pudo levantar.

Todo tenía Enseñanza,
y todo, comparación.

Porque Parábola es,
la Palabra de este Dios.


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domingo, 10 de julio de 2011

Separación de Espíritu y Materia - Libro 7 - Investigaciones a la Verdad - Tomo I - Pag.


En Sueño Profético vi un río. Se quitó el río y apareció un sembrado de trigo. Rápido se quitó aquel campo y apreció una ciudad con edificios muy altos; se veía la gente con mucha prisa. Pasó todo lo citado como luz que enciendes y apagas. Y ya me vi en un hospital. Aquí, todos querían cogerme las manos, pero no tenían fuerzas.

Dijo uno:

Voy a explicar estos símbolos que con su visión está la Palabra de Dios:

El río y el sembrado, Dios los trae a su presencia. La ciudad también obedece al deseo de esta Gloria, para dar explicación luego en el Dictado del arrobo y contar la Visión como si hubiera visto espíritu y materia.

Todo viene a la Presencia de Dios, para que el arrobado sepa explicarlo.

Cuando vi el hospital, anduve como por una calle larga, y otra voz dijo:

Dios dice estas Palabras –sin nuestros espíritus–: “Todo viene a mi Presencia, menos la carne enferma que me llama y mi Padre Me manda. Yo estoy presente en el que no duda que Aquí no hay muerte”.

Ya hablaron otros:

Dios, todo está en su Presencia. Pero para enseñar, hace que el arrobado vea que Dios va al enfermo.

Desperté, oí:

Esta separación de espíritu y materia es de una elevada enseñanza. Esto no lo pueden oír personas que no han oído hablar a nadie de Aquí.

¡Cómo manda el mismo Dios, sin espíritus que digan: “Vengo en el Nombre de Dios”!

Todo trae a su Presencia, y al enfermo te lo deja.

Si al enfermo llama allí como al río y a la ciudad, toda la carne moriría sin vivir la Libertad.


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sábado, 9 de julio de 2011

Piensa antes del pecado el sufrir que das a Dios - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 125-126


En Sueño Profético yo decía:

Señor, si Tú no dejaras que te quisieran, ¿qué pasaría? Pero como Tú dejas, hacen cosas malas los hombres.

Dijo uno:

Bien dicho: “Si Dios no dejara que el hombre Lo quisiera cuando ha hecho pecados, sería gran sufrir para el hombre”.

Dios deja que pequen, y sufre Él. Y cuando el hombre busca a Dios, a Dios encuentra.

Ya, si piensas esto despacio, sientes pena.

Dijo otro:

¿Por qué el hombre tiene que vivir la vida de materia haciendo pecados? Que luego, cuando deje ahí su carne, puede que el Perdón no lo haya alcanzado.

Dios, muchas veces, no perdona, por no estar el pecador dispuesto a recibir el Perdón, aunque el que lo esté viendo le vea cara de Santo, pero Dios sabe que aún tiene en actividad el pecado. Aquí Dios no dice: “estás perdonado”. El Perdón lo tiene que pedir el mismo pecador cuando no esté ya pecando. Si otro por él lo pide, y éste el Perdón no lo quisiera, de nada sirvió el pedirlo, aunque ofrecieras promesas. Tú puedes estar en ruegos para que el que haga pecados se acuerde de Dios del Cielo, y en llegando éste a acordarse, este acuerdo ya le quita esa vida de pecar, y ya queda de su cuenta pedir Perdón sin pecar.

Desperté, oí:

¡Cuántas dudas, al leer, te quita este Mensaje?

Cierto, que si Dios no dejara que Lo quisiera el hombre, pocos, bien pocos, en la Gloria entrarían.

Si Dios no dejara que Lo quisiera el que antes hizo pecados y, después de hacer sufrir a Dios, su Perdón espera.

Son pocos los que no pecan por no olvidarse de Dios.

El que a Dios tiene presente, siempre ve delante a Dios:

En el recato, en el enfermo, en el negocio, en el caído. Todo esto junto, su Nombre es Dios.

Tiene otro Nombre más conocido: “Prójimo: Dios”. Esto lo puso el mismo Dios.

Si esto tienes delante, dices al pecado: “no”.

Piensa antes del pecado el sufrir que das a Dios.

Que puede que llegue un día que no oiga tu Perdón.


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viernes, 8 de julio de 2011

Uno pregunta, otro da la respuesta - Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo I - Pag. 63-64


En Sueño Profético decían:

¿Qué es la Gloria?

Otro contestaba: “La Gloria es sitio donde Dios habita en Espíritu; sitio donde no puede entrar el pecado; sitio donde Dios tiene su Poder para mandar los espíritus a la carne y donde Dios entra a los espíritus que quisieron retorno; sitio que sale el espíritu por no haber otra Creación. De Aquí tiene que salir por lo anterior ya dicho, y de vuelta ya tiene dos sitios.

¿Cree el hombre en la Gloria, o habla más que cree? ¿Se puede querer Gloria sin Amor a Dios?

No. La Gloria la compone el Amor a Dios, el Amor que ahí tienes está unido a este Dios, y ya dices: “Quiero Gloria”.

¿Se puede sentir la Gloria, aunque en Gloria Aquí no estés?

Sí. Dios se deja sentir a través de tu materia; Dios hace tu carne transparente, entrando y saliendo su Espíritu, dejando de Huella la acción de la carne.

¿Puede el hombre escribir esta Gloria si no ha sido arrobado?

La Gloria, para hablar y escribir de ella, tienes que sentir Gloria. Si no sientes, no escribes, copias, copias de otro arrobado que Aquí trae Dios y enseña.

Ya por última pregunta y por última respuesta:

Si Dios no fuera este Dios, ¿qué pasaría en la Tierra?

Aquí terminó ya el Sueño, y terminó sin respuesta.

Desperté, oí:

Dos espíritus de Dios,
uno pregunta
y otro da la respuesta.

Uno es el profesor,
otro de alumno se queda.

Esta Enseñanza verás
que tiene dos mil maneras.

Cada Dictado que lees,
le verás mayor grandeza.

Le verás más sencillez,
le verás más fortaleza,
le verás al Mismo Dios,
que Aquí su Gloria te enseña.

¡Qué dictado tiene el hombre,
para que sepa y aprenda!

Para que aprenda y enseñe
a vivir la Vida Eterna.

TOMÁS DE AQUINO


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jueves, 7 de julio de 2011

El sufrir que da esa vida, es agua que lleva corriente abajo - Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag. 155-156-157


En Sueño Profético hablaban varios del Amor Divino. Decían:

Este Amor, el que lo siente, le quita sufrir. Yo diría que el sufrimiento viene de falta de amar.

Este Amor, como lo tengas en preferencia a todo lo que hay en el mundo material, te sirve con dobles fuerzas, como las compuertas de pantanos. El sufrir que da esa vida, es agua que lleva corriente abajo, que antes de que mires sus rizos, el agua ya ven en otro lado. Esto es lo que menos piensa el hombre, en la prisa que lleva el agua, que es la prisa de la vida, que tú aprisa la mandas.

Pues prácticamente el Amor, este Amor que Dios nos manda, ya vives la vida bien, una vida reposada, una vida con espera.

Dijo uno:

Hay tanta falta de aprender de Aquí, que el hombre cuando de Aquí le hablan, duda más que acepta. Esta es la justificación que clara puede tener el que Aquí viene.

El hombre no acepta nada del vivo que le diga: “Yo oigo hablar en Gloria”. El hombre lo acepta cuando otro le diga: “En el siglo tal, vivió este Santo; en el siglo cual, lo quemaron, le dieron martirios, y dice la lectura, que obedecía y ya lo vieron Santo. Pues así, según el hombre, tiene que ser tratado el que venga a pisar esta Gloria, que no pisa y sí adora. Adora la Palabra que el Creador manda. La manda su Poder y la ven en la carne del hombre, que esto es Dios sin Carne, Dios en el hombre, Lugar que su Amor espera.

¿Cómo va a querer Dios que aquí maltraten, si es la Vivienda de Dios?

Desperté, oí:

Siempre tendrá ahí Vivienda
este Dios que está en desprecio.

No puede faltar su Voz,
aunque el hombre dé desprecio.

Él tiene que publicar
la Vida que hay en su Reino.

Que a esto valor le da
el que aún viviendo en Tierra
oye a estos Vivos hablar.

Que hablan para que enseñen
no tener muerte jamás.

Que hablan para que vivas
amando cada día más.

Que hablan para que vivas
vida de Amor y de Paz.

El amar mucho a esta Gloria
te da gran felicidad.

Y ya vives esa vida
como préstamo que dan.

Si amas, pagas el préstamo,
con amar cada día más.

Y Dios te cobra los réditos
hablándote para enseñar.

Ama, que seas Vivienda
donde Dios quiera habitar.


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miércoles, 6 de julio de 2011

La actuación de Juan - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 126-127-128


En Sueño Profético decían:

Dice mal el desear y no buscar,
y el querer y despreciar;
el reconocer el bien
y dejarlo por el mal.

Estos son hombres que dictan
lo que Dios manda dictar.

No debía haber duda
cuando alguien dice
me habla Dios.
Pues si esto fuera mentira,
ya tendría mortificación
vivir viviendo esta vida
para que vieran verdad
en lo que era mentira.

Dijo uno que vivió en el tiempo de Juan de Dios:

No hay mejor examen que seguir paso por paso al que dice: “me habla Dios”.

Esto ya fue hecho por mí, para que unos vieran la mentira de ellos hecha verdad.

Tenía yo amistad con unos grandes comerciantes de tejidos, que no me veían una vez que no me hicieran esta pregunta: ¡Qué, Francisco, ¿y tu amigo el loco?!, y de apellido era la carcajada. Pues a tantos como en la tienda había, los ponían en mi contra. Con nada que dijera, Juan de Dios sabía quién era. Y como éstos eran de gente resonante en dinero, hundían a Juan, y sus palabras tenían valor para el que no amaba a Dios –que esto era lo más corriente–, y veían imposible la aparición de Dios.

Una mañana, los invité a que ellos vieran actuar a Juan, y ellos mismos lo juzgaran. A dos hermanos y al padre les presenté a Juan, y lo siguieron. Aquella mañana toca unos niños infectados por unas picaduras, que producían unas vejigas y se reventaban con aguaza. La madre trabajaba en el campo, y el padre los cuidaba por estar haciendo la vida de la madre, porque medio cuerpo llevaba a la rastra hacía ya más de dos años. Cuando nos presentamos en busca de Juan, ya iba cargado con lo que el día de antes le habían pedido.

Desperté, oí:

¡Qué impresión dio a los que llevé, cuando vieron lo primero: sacar un rollo de gasa, y en un cacharro que ya el padre le tenía hervido, limpiar y chapotear al niño!

Pero si esto los frenó, ya los dejó inmóviles cuando vieron al niño decir: “¡Ya viene Juan de Dios!”, y con risa se enganchó a su cuello.

¡Perdón, Dios mío!,
salió de boca de éstos,
¿cómo lo ha dejado en el cuello,
con el asco que da verlo?

¡Vamos corriendo a la tienda,
y echaré de penitencia,
que todo el que esté desnudo,
saldrá vestido de mi tienda!

Y mirando a Juan de Dios, le dijo:
¡He de hacer lo que pueda
por no oír: “es Juan, el loco”,
por lo menos en mi tienda.

¡Si la vida que hacía Juan,
se veía que era mandada!

Al decir “me habla Dios”,
te viene esta actuación:
Sigue los pasos de aquél
que te dice que a Dios ve.

JUAN DE DIOS


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martes, 5 de julio de 2011

Tuvo que taparse el rostro - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 93-94-95


En Sueño Profético decían:

Hay quien busca a Dios por ver si existe, y busca y busca para decir: ¿Ves como Dios no vive?

Yendo un día los Discípulos con el Maestro, se acercó uno y le dijo:

–¿Tú eres judío? ¿Tú eres el que nació en Belén? ¿Tú eres el que dices que eres Dios?

Viendo el Maestro tantas preguntas, y dichas con tan poco Amor, se paró en el camino y pronunció estas Palabras:

–Para que veas que Soy el que esos nombres con duda has preguntado, te diré a lo que vienes y por quién vienes mandado. Vienes de aquel fariseo que vive al otro lado, y tú quisieras y él, no haberme a Mí encontrado, para ir allí diciendo: Ya vengo del otro lado, y Ese que dice es Dios, que le aten Pies y Manos, y le den muerte de cruz, y lo suban al Calvario. A esto has venido tú

Y así Le fue enumerando todo lo que había hecho de pensamiento y manos, y quedó como aturdido, y se ponía las manos por delante de su cara.

–¡Tú eres Dios! ¡Tú eres el Mesías! ¡Tú eres el que el Padre manda para librar del pecado a aquél que a Ti te maltrata!

Desperté, oí:

Él sabía que era Dios,
porque Dios es el que hablaba.

Nadie podía saber
cómo él le preguntaba,
y qué es lo que iba a hacer
cuando Él le contestara.

Todo se lo había dicho,
todo como lo pensaba.

Tuvo que taparse el rostro,
de vergüenza que le daba,
si seguía descubriendo
lo que él de Dios pensaba.

Si buscas dónde habla Dios,
ve ya sabiendo que habla.

Que Dios quiere que sepas,
que Vive, antes que preguntas hagas.


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lunes, 4 de julio de 2011

Comida de Palabras - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag. 57-58


En Sueño Profético decían:

El que quiere amar, ama. Bien decía mi madre, que el amar, era como el apetito en la comida: si no tienes apetito y te ponen malas comidas, menos apetito tendrás; si no amas y no buscas al que ama, nunca amarás.

Si tú dices: “¡Dios mío!, yo quiero amarte, pon en mi camino a personas que mucho te amen, y dame apetito de tu Amor y sed de tus Palabras; dame hambre que yo busque donde siempre estén hablando de Ti, que tus Palabras me sirvan de alimento”.

Esta oración que mi madre tanto decía, llegó el momento que se cundió en el pueblo. Muchos llevaban papel, estampa o algún recuerdo familiar para escribirla. Esta oración dio mucha hambre de amar a Dios; casi más la llevaban los hombres escrita, que las mujeres; había quien sacaba unas buenas carteras y una buena letra escrita; otros sacaban unos cartones –que ellos la nombraban carterilla–, escrita con letras que se habían separado unas de otras, para darle a aquellos hombres más grandeza. Pues esta oración –que así le pusieron ellos–, dio muchas ganas de buscar a Dios.

Desperté, oí:

Con qué sencillez comparan el apetito del espíritu y el de la comida para la materia.

Cierto que el hombre no pide hambre de Gloria.

Cierto es que si la pides, Dios te presenta el manjar.

Esta mujer fue de Dios,
y hoy nos sirven sus palabras.

Hoy ya se cuentan diez siglos,
y aún no están borradas.

Ni jamás se borrarán,
por ser hambre de Palabras.

De Palabras de este Dios,
que los siglos son semanas.

Semanas para igualar
el conjunto de Palabras.

Pídele a Dios apetito,
y Él te mandará las ganas.

Que esta Comida de Dios
es Comida de Palabras.


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domingo, 3 de julio de 2011

Ten y da - Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 141-142-143


En Sueño Profético decían:

El que Dios habla en él, todo lo hace distinto a como lo hace el hombre. En la Caridad es donde mejor lo ves. Esta Caridad es pura actuación de Dios, es dar por Amor a Dios, dar con tanto Amor, que te sientes avergonzado y engrandeces al que recibe. El que recibe espera con alegría, no el salario, más la Palabra, Palabra repetida por el Comunicante y ya dicha por Dios.

Dijo uno:

Yo vi dar una limosna uno que Dios ya le hablaba, que la dio con tanto Amor, que tuvieron que detenerse todos los que por allí pasaban. No se pararon al ver cuando la limosna daba, se pararon al oír lo que el que recibió hablaba.

Esto lo refería el necesitado con el que se paró:

Aquel hombre que va allí me ha preguntado:

–Tú no tienes jornal porque tu cuerpo no puede trabajar, ¿verdad?” –éste tenía los pies doblados para adentro, y una mano, igual.

–No, vivo de lo que recojo.

–Pues ya no vivirás dando lástima a los que a Dios no aman. Toma esta carta, que más es documento, y siempre tendrás tu salario.

Esta carta decía estas palabras: “Por los servicios que en tiempos me hiciste, tengo que pagarte tal cantidad mientras vivas. Si yo muriera, ya te pagará el que me sigue”. Éste confiaba en que ya Dios le hablaría a otro, y seguiría dándole el salario que Dios le mandaba.

Despierta, oí:

Él sabía que Dios mandaría a otro, pero que amara.

Dios cogería otro Lugar que obedeciera a su Mando.

Dios le diría: “Ten y da”.

Y lo diría de forma que Lo vieran a Él.

Dios manda el salario con su Lugar, pero también con sus Palabras.

En la mayoría son más deseadas las Palabras que el salario.

El salario lo da cualquiera; las Palabras sólo Dios.

La caridad que hace el hombre no tiene comparación con la Caridad que hace el que Aquí trae Dios.


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sábado, 2 de julio de 2011

El que Me ame, no quiero que sea incrédulo - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 176-177


En este Sueño Profético hablaban del que no ama a Dios y del que no cree en Dios.

Decía uno:

No amarlo es peor que todo. El que no cree está en espera de que le diga el que mucho a Dios ama: “¿Ves como hay Dios? ¿Ves como el Poder de Dios ha hecho esto o aquello?”. Pero el que dice yo creo en Dios y no Lo ama, éste, su espera no es envidiada.

Yo viví estas dos escenas: uno, que al Maestro no amaba; y otro, que dudó del Poder de Dios, nuestro Maestro. El que dudó del Poder de Dios sin Materia, a Dios un poco enfadó. Pero el que convivía con Él y sabía que era Dios y no Lo amó, éste no tuvo palabras ni disculpa ante Dios Hombre. El que dudó, luego, más amó al oír estas Palabras dichas por el mismo Espíritu de Dios: “¿Ves, Tomás?, aquí fue donde me dieron con la lanza. El que Me ame, no quiero que sea incrédulo” –y dejó ver su Pecho y Costado.

Al que no Lo amó, no le habló el Maestro, él dio fin a su Materia, y su espíritu quedó sin Dios.

Desperté, oí:

Ama mucho y no dudes de todo lo que haga Dios.

Si a Dios mucho amas, no Lo disgustes por ser incrédulo.

Pero si no Lo amas, tú no Lo disgustas, tú es que te apartas.

Si eres incrédulo, puede que Él te hable como a Tomás. Y si no Lo amas, como Judas quedarás.

Un Discípulo de Dios Hombre.


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viernes, 1 de julio de 2011

De cara o de espaldas a Dios - Libro 7 - Investigaciones a la Verdad - Tomo I - Pag. 186-187-188


En Sueño Profético decían:

El no amar a Dios hace que de Dios no te acuerdes. Al no acordarte, no haces lo que a Él le agrada, y ya te retiras de su Palabra, y es vivir vida sin Dios.

Apareció mucha gente y uno dijo:

Todos éstos viven vida de materia y hacen lo que a Dios no le agrada. Unos, se acuerdan de Dios, y hasta Lo ofenden haciendo pecados de escándalo, para que vea el hombre que Dios en él no manda, que Dios está bien lejos.

Estos pecadores son los que van quitando que el hombre se acuerde de Dios. Estos pecadores están de espaldas a Dios; ya no se ocupan del momento de tener que dejar la materia, del momento que diga el hombre: “Yo no puedo hacer nada, le ha llegado su hora”.

Vi otra estampa, ésta de cara, y contentos.

Dijo el mismo:

Éstos viven contentos y van buscando la entrada en otro Mundo. Éstos hacen lo que a Dios le agrada. Se acuerdan de Dios porque a Dios aman. Éstos disfrutan porque sienten a Dios, porque piensan es Único Dueño y Único Mando. Si a Él le obedece el Sol cuando con sus fuertes rayos los campos deja en rastrojos, ¿quién soy yo si no obedezco y si no oigo su Mando? ¡Si el traje de mi materia se romperá por mucho que sea cuidado!

Desperté, oí:

Dos grupos le hacen ver,
que aún viven con materia.

Unos, de cara se ven,
los otros, de espaldas quedan.

Los que de cara se ven,
viven vida de obediencia.

Viven una vida firme,
a sabiendas que el que espera
es un Dios que siempre amó
sin clases ni diferencias.

Tan sólo pedía Amor,
tan sólo pedía obediencia.

Pedía y luego daba
lo que tú quisiste de Él,
que diste porque Lo amabas.

Éstos son los que ahí viven
con cabeza levantada.

Éstos son los que Dios dice:
“Yo mando y ellos aman”.

Éstos son siempre de Dios,
porque no andan de espaldas.


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