viernes, 30 de septiembre de 2011

Dios habla por el Profeta - Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag.


En Sueño Profético decían:

Dios no le habla al Profeta, Dios habla por el Profeta. El Profeta coge el nombre de Dios, no Dios del Profeta; por eso el Profeta es calumniado; pero jamás puede decir el hombre que Dios no le habla porque tiene tal o cual defecto. Aquí sí Dios tiene esta voluntad arrobada, dejándola libre y en momentos prisionera.

Desperté, oí:

El que Dios elige para enseñar, no puede aprender de nadie.

Ni sus actuaciones pueden ser corregidas ni castigadas.

El Profeta es la máxima elevación del espíritu, una vez que es Dios el que habla en su boca.

Al que el Padre no perdonó fue al que maltrató al Hijo.


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jueves, 29 de septiembre de 2011

Para que Dios pusiera en mi camino el que había pecado - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 63-64-65


En Sueño Profético hablaba Agustín de Mónica. Decía:

El hombre sigue pecando, a veces por no encontrarse con uno que mucho pecó y ya no peca, o por no buscar donde Dios está hablando.

Hombre que mucho pecó y ya no peca, se verá si dejó de pecar por Dios o por el castigo del hombre. Si dejó de pecar por pena al sufrimiento que a Dios le daba, éste, su vivir ya es por quitar quien esté pecando.

Yo, mi primera oración era para que Dios pusiera en mi camino el que había pecado y el que pecado estaba haciendo. El que había pecado le enseñaba cómo pedir a Dios para que lo recibiera con los íntimos de su Gloria. Y el que pecando estaba, probaba a decirle:

¿Por qué no pruebas
a vivir sin pecar?
Y ya, cuando vivas bien
y te notes esa Paz,
buscarás al que te ayude
a poderte confesar,
confesión que tú ya hiciste
de rodillas ante el altar.

¡Que antes miraste al Cielo
implorando Caridad!

En esto se ve
el que deja de pecar
por no hacer sufrir a este Dios
que te dejó en Libertad,
para si querías, Lo amaras
y dejaras de pecar.

Cada vez que yo quitaba
a un pecador de pecar,
lloraba noches enteras,
pensando sin descansar
quién me diría: “Agustín,
a Dios Le vas a ayudar
haciendo una buena pesca,
retirando de pecar”.

¡Qué reposo da tu espíritu
cuando te abrazan diciendo:
“Tú tienes algo de Dios
que a mí me está convirtiendo
en que deje de pecar
y pida Perdón al Cielo”.

Desperté, oí:

No llores si ayer pecaste
y hoy ya miras al Cielo.

Pero sí llora, si sabes
que alguien busca consuelo,
porque pecado no quiere
y pecado está haciendo.

Los pecados del que peca,
muchas veces son pecados
de aquél que pecando deja.

Hay gente que peca más
porque no tiene contacto
con quien ama de verdad.

Por Agustín me conocían,
y por Agustín me conocieron,
por tantos como metí
en este Grandioso Cielo.

Si te quitas de pecar,
ofrécele a Dios mandarle
pecadores a “bandás”.

Porque Dios te perdonó,
y tú bien poco Le das.

AGUSTÍN DE MÓNICA


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miércoles, 28 de septiembre de 2011

"Diciendo" - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 99-100


En este Sueño Profético hablaban los Discípulos. Decía uno:

Nosotros fuimos elegidos para cundir sus Palabras. Hoy comunicamos su Mensaje; Mensaje para que todos comprendan Palabras sencillas y resultados grandiosos.

Decía Santiago a Matías:

En nuestro predicar buscaban al Maestro, y había quienes al encontrarlo ya lo conocían; lo conocían y ya estaban preparados para ellos tener discípulos, y así se extendería su Palabra. Extendiendo la Palabra de Dios, se aminora el pecado. Pero si esta Palabra es “diciendo”, este “diciendo” difumina el pecado, porque este “diciendo” es el que el pecado no puede oír.

Desperté, oí:

Si oyes la Palabra de Dios “diciendo”, tu pecado queda sin actividad.

Y tu arrepentimiento es fácil.

Porque en este “diciendo” sientes a Dios.

Y si no lo sientes, tu pecado te retira de este “diciendo”.

Cuando Dios se comunica, se nota en el alboroto que forma en los espíritus.

Y en los que apacienta y alborota.

Dios es Paz, y su mandato forma la guerra.

Guerra, cuando no se ama.


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martes, 27 de septiembre de 2011

El vendedor de lana - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag. 27-28-29


En Sueño Profético decían:

Si el hombre que hace ver que es bueno, fuera bueno, a muchos quitaría de pecar.

Dijo uno:

Nos contaba mi padre, y lo tenía de refrán, que el conocía al bueno por los que quitara de pecar; que decir “yo soy bueno” es palabra dicha con facilidad, palabra con pocas letras y muy corriente el usar.

Refería un caso de un vendedor de lana:

Este hombre tenía unas cuantas corderas, y las criaba con las del dueño, que él le guardaba. Cuando llegaba el esquilo de sus borregos y de los del dueño –que algunos esquilos les daba–, iba vendiendo por la calle a grandes voces su lana. Éste era el pregón:

¡Comprad la lana ternita
de los borregos de Dios,
que los niños chiquititos
sueñen con Gloria de Dios!

Dice mi padre, que este hombre era un santo, que decía:

Disfruto al vender la lana,
por ir hablando de Dios;
no puedo vender un kilo
sin poner comparación
del que viva vida mala
o vida buena con Dios;
les cuento casos que he visto
o casos que invento yo,
pero todo –bien Dios sabe–
es por acercar a Dios.
Ya se me quedan pensando,
diciendo: “Llevas razón,
yo voy a cambiar mi vida
y hacer lo que manda Dios”.

Después de comprarle lana,
iba haciendo una labor
que el de Arriba le pagaba.

Desperté, oí:

Este hombre era bueno,
y a muchos, buenos hacía.

Iba vendiendo la lana,
y Amor de Dios repartía.

Él no quería ser bueno,
si el bueno, a buenos no hacía.

Él tenía la creencia
de que la lana del cordero
la Paz repartiría.

No hace falta para enseñar,
que tengas títulos firmados.
Este vendedor te enseña,
pregonando su esquilado:

“Llevo la lana ternita,
y esta lana es de Dios,
para que el niño, durmiendo,
sueñe en la Gloria de Dios”.

Siempre que hables con alguien,
primero nombra a Dios,
porque puedes hacer buenos
poniendo comparación.


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lunes, 26 de septiembre de 2011

El deseo de saber de Dios - Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 49-50


En Sueño Profético hablaban del deseo de saber de Dios, de la ansiedad de oír su Palabra.

Dijo una mujer:

Yo oí tantas veces contar a Teresa los éxtasis, que de ansiedad me llenaba, y esta ansiedad me hacía que ansiedad yo contagiara. Nos juntábamos unas cuantas, y había veces, que ella contando y nosotras preguntando, pasaban las horas como segundos. Aquí cuento un éxtasis que varias veces le hicimos repetir:

Dice que una noche, cuando ya se iba a acostar, notó falta de firmeza en sus pasos, y que una fuerza la puso de rodillas a la vez que oía:

“Teresa, grande martirio sigue el hombre dando a Dios. Dios recibe y sufre el mal trato que el hombre da al inocente”.

Dice, que se iluminaba la habitación, viendo unos Pies clavados. Se quitaban y veía unas Manos con grandes heridas. Y otra vez oía:

“Di que aún sigue sangrando. No calles esta Visión de Enseñanza para el hombre bueno y para el malo”.

Cuando ya pasó el éxtasis, dice que quedó llorando de ver el poco oído que le daban a su llanto.

Esto hacíamos que nos lo contara palabra a palabra, parándose, porque dicho de seguido no la dejábamos. Esto éramos nosotras:

“Teresa, ¡qué emoción de Dios nos dejas!; ¡cuánto bien nos hacen tus explicaciones y tus respuestas a nuestras preguntas!”.

Otra decía:

“Teresa, no tengo prisa, quiero oírte hasta cansarme, y una vez cansada, aquí quedarme”.

Ya todas reíamos de Amor y deseo de querer más y más saber de Este Dios.

Desperté, oí:

No cansa el estar siempre
oyendo el hablar de Dios.

Pero si el que te habla
es que Dios le da la Voz,
y en éxtasis sus Palabras
para el consuelo de “tos”,
buscas con ansia este Habla.

El deseo de saber de Dios,
Dios hace que en Amor quede.

El que dice que ama a Dios,
y de Dios saber no quiere,
Dios ya lo tiene olvidado,
porque él, así lo quiere.

El Amor te da ansiedad,
que a veces tú no comprendes,
que te lleva a preguntar
donde dicen que a Dios oyen.

Si dices que tienes Amor,
y ansiedad por Dios no sientes,
cambia la palabra Amor,
por palabra indiferente.

A Teresa la buscó
el que tenía ansiedad
que le empujaba el Amor.


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domingo, 25 de septiembre de 2011

Las manos del alfarero - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 6-7-8


En Sueño Profético decían:

Donde Dios deja su Palabra, el que quiere ve a Dios. Su actuación y palabras te confirman su convivencia con Dios. Ésta es la Huella de Dios: Palabras tan firmes, que su firmeza te frenan; Palabras tan seguras, que si las pones en el centro, les verás la perfección.

Dijo uno de sus Discípulos:

Estas Palabras de Dios fueron dichas por Dios Hijo delante de varios letrados:

El que Yo hable en él, sus Palabras siempre quedarán en el centro, para que el hombre que quiera, vea la perfección de mis Palabras.

Fue decir esto, y quedar algunos titubeando, sin entenderlo. Rápido dijo el Maestro a Juan:

Juan, trae dos jarras grandes, pero una, que tenga falta y que el alfarero quiera venderla. Dile al alfarero que venga y que me traiga a otros alfareros. Que no teman pensando en las pérdidas, que se les doblaran las ganancias.

Llegaron tres alfareros con Juan, y dijo el Maestro:

Como mi tiempo se acaba y mi Enseñanza es grande, con pocas Palabras y poco tiempo comprenderéis.

Cogió el Maestro la jarra que su perfección llegaba a tener los poros iguales, y la puso en la mesa, en el centro; mientras que la que tenía defecto mandó colocarla en una cornisa, donde sólo se le veía el frente. Dijo el Maestro:

Ésta es, mis Palabras en centro.

Y ofreciéndole a los alfareros dar la vuelta alrededor de la mesa, dijo:

Por más vueltas que deis, si tuvierais que comprarla, nunca le veríais defecto, porque ya así la hizo el alfarero mandado por Mí. La que está en la cornisa, tiene que estar cubriendo su falta; ésa, nunca puede estar en el centro, ni se puede vender, porque todos verían sus faltas. Pues aún más perfección tiene el Lugar que Yo le doy mi Palabra.

Desperté, oí:

¡Qué aclaración da Dios,
aunque ellos veían a un Hombre!

Una de las muchas jarras
que había hecho el alfarero,
fue la que Dios moldeó
sin que nadie estuviera viendo.

Por eso manda que pongan,
la que Él hizo, en el centro.

Y alrededor de la mesa,
andaban los alfareros.

No pudieron verle falta,
y ellos no eran dueños.

Porque Dios mandó del Cielo
las manos del alfarero.


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sábado, 24 de septiembre de 2011

Nunca un Elegido falte - Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - Pag. 90-91


En Sueño Profético vi un sitio como medio redondel. Estaba lleno de Dominicos.

Dijo uno:

Los ruegos en esta Gloria son constantes, pidiendo al Padre la publicación. Nosotros rogamos y el Padre otorga.

Dijo una mujer:

–Yo, Catalina de Siena, a la Orden adoré.

–Yo, Agustín de Mónica, lo que tuve lo entregué.

Dijo Tomás y Domingo:

–¿Cómo puedes tú creer
que quien ame la Teología,
no busque a esa mujer?

Mujer, varón o chiquillo,
cualquiera podría ser,
cualquiera que Dios quisiera
que fuera Lugar de Él.

Lugar, que allí Dios le habla
para el que quiera saber de Él.

Ya éstos habían hablado mientras todos silencio guardaron. Se oyeron varias voces de quienes retirados estaban, y fue apartando a todos para que yo bien lo viera o sintiera, porque en la Gloria de Dios, unas veces lo ves todo; otras veces no ves nada, pero vuelves a la materia con tu alma ya impregnada de esta Gloria que no siente aquél que a este Dios no ama.

–Yo soy Álvaro y los míos, todos los que me siguieron, que ahí estábamos juntos, y Aquí juntos estamos en el Cielo.

Desperté, oí:

Pues ahí no era vivir,
por el deseo que teníamos
de mandar espíritus Aquí.

Hoy somos abundantes en ruegos.
Maitines de madrugada
hacemos en esta Gloria.
Y cuál será nuestra alabanza,
que en vez de hacer ya ruegos,
hay días que damos gracias.

Gracias, para que en la Orden,
nunca un Elegido falte.

Sea hombre, mujer o niño,
pero que la Orden busque,
busque con ansias de Dios.

Con ansias de publicar,
con ansias de ser mejor,
con ansias que sepa el mundo,
que vive y que Vive Dios.


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viernes, 23 de septiembre de 2011

Cuántos verán el Lugar, cuando ya estén condenados - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 9-10-11


En Sueño Profético decían:

Éstos son pensamientos para que el hombre los piense:

Si el hombre pensara: ¿por qué a Dios, siendo Dios, Lo oyen pocos, y Él les habla a pocos? Si el hombre pensara esto, Dios les hablaría a más, porque habría menos malos y aumentarían los buenos.

Sería cosa de pensar,
sin prisa y a Dios amando:
¿por qué quiere publicar
el que Dios en él está hablando?

¿No puede que sea esto:
para que se vayan salvando?

¿Habrá cosa más sencilla,
más sedante y con más Amor,
que llegues a tener trato
con aquél que le habla Dios?

Si el hombre pensara esto,
él se quitaría razón,
porque no hay trato en la Tierra,
que no diga: “esto soy yo”;
y el que lo oye respeta,
dándole sitio mayor.

En cambio, el que Dios le habla,
si es “título” o pastor,
tiene que ponerse: “nada,
porque así Dios enseñó”.

Esto fue de lo primero
que el hombre a Dios le vio:
nacer entre gente humilde
y que Lo vieran crecer,
porque lo grande es más grande
cuando todo chico es.

La grandeza se demuestra
cuando el contacto es de Aquí,
que a nada ves importancia,
porque todo queda ahí.

Que piense el hombre, sin prisa,
y queriendo amar a Dios:
si el hombre tiene una Ley,
que sea mandada por Dios,
que donde Dios diga Sí,
el hombre diga que no.

Es pensamiento profundo
pensar sin prisa en la muerte,
y después verás Allí
lo que tanto hoy desmientes:
puede que Dios te presente
Lugar que vivió en la Tierra.

Desperté, oí:

Muchas veces Dios concede
que al quedar espíritu sólo,
tenga Visión del Lugar:

Al que ama, para premiarlo.

Al que ofende, para juzgarlo.

Todo es obra de Dios,
en espíritu, en carne,
en Visión, en Aparición,
en hablar Él en una carne.

El hombre debería pensar,
sin prisa y a Dios amando,
que no hay quien hable de Dios,
si Dios antes no le ha hablado.

¡Cuántos verán el Lugar,
cuando ya estén condenados!

Son pensamientos del Cielo,
que Dios manda que digamos.

Cuando el hombre ya los piense,
el hombre quedará pensando.

Pero que piense sin prisa,
para que no sea juzgado.


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jueves, 22 de septiembre de 2011

El Rosario - Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - Pag. 69-70


En Sueño Profético decían:

El Rosario en ella forma parte de su carne. El Rosario en ella es el aldabón de la puerta, llamada que con él hace a la Gloria de Dios. El Rosario es vivir su Nacimiento, su Muerte, y saborear su Resurrección. Se pone en contacto con la Virgen al hacer el ruego, siendo a veces cambiado de sitio el Rosario, y otras veces quedando en Sueño en cualquier Misterio, y despertar sin haber tenido movimiento la mano. El espíritu actúa sin materia. Ella siempre está en oración mental –mayoría de las veces– o de palabras. Dios Le ha hecho ver los Misterios del Rosario Viviente. Dios quiere que ella hable de Aquí y que el hombre vea que no es copia. La copia la harán de ella. Estos Escritos tendrán una copia grandiosa. Estas Palabras dichas por Dios serán llevadas y leídas en grandes sitios de enseñanza.

Desperté, oí:

Tus rezos llegan Aquí cuando tú amas.

Hay quien reza cambiando el rezo:

“Yo rezo, pero tienes que darme”.

“Yo rezaré cuando me des lo que Te pida”.

“Yo no te rezo más porque mi petición no me la diste”.

¡Estos rezos no son ruegos de Amor a Dios!

El ruego de Amor es:

“Señor, haz que yo siempre esté acordándome de Ti”.

“Señor, Te rezo para quitarte enfados que te dan los que no Te aman”.

“Señor, Te rezo, porque así hablo Contigo.

“Te rezo, para que olvides el que Te ofende.

“Esto es rezar para ti y Amar para Dios.

El Rosario lo inventó Domingo y se lo Iluminó Dios.


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miércoles, 21 de septiembre de 2011

La sabiduría material tiene su tope, la espiritual no - Libro 4 - Te Habla el Profeta - Tomo I - Pag. 34-35


En Sueño Profético decían:

Si no quieres, quiere, y verás como quieres; y si quieres, amas; y si amas, buscas; y entonces dirás: “Donde sea, como sea y como quiera, pero con Dios”.

Sin Dios no quiero la Gloria, porque ya no es Gloria.

Cuando el hombre se da cuenta de que Dios Vive, es cuando ya no puede decírselo a otro engañado.

El hombre en su interior llama a Dios. Si este interior es también exterior, ya está con Dios.

La sabiduría material tiene su tope, la espiritual no.

Alimentos imprescindibles para el espíritu y la carne: alimento del espíritu, la oración; alimento de la carne: aire, oxigeno y agua. Estos alimentos no son del hombre.

Desperté, oí:

Dios que nos Ama. Dios que sabe si tú Lo amas.

A Dios se tiene que amar sin comparación, pues no la tiene.

El que ama a Dios con medida, no Lo ama.

Si el Amor a Dios se viera en el crecimiento, abundarían los enanos.

Si el que escucha al Profeta, oyera el Mensaje, se cundiría.

No se puede creer en Dios siendo rebelde a su Obediencia.

¡Qué grande es amar y no ocultar!

El amor de pecado se esconde; el Divino se publica.

Hay quien pasa sin Dios, pero al final tiene que buscarlo.

Éste, se inclina si Lo encuentra.

Pero si al que no ha podido vivir sin Él, le llega su final, éste no se inclina, éste se abraza.


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martes, 20 de septiembre de 2011

La explicación de un arrobo - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 23-24-25


En Sueño Profético hablaban lo fácil que Dios trae Aquí a un espíritu, y cuántas dificultades pone el hombre para no publicar.

Dijo Agustín:

Debían de pedir vez,
y morirían sin tocarle,
para poder oír
al que Dios Aquí lo trae,
para que éste explicara
cómo le aparta la carne
con Poder y suavidad,
y mientras la carne está muerta,
el espíritu, contento,
esta Gloria corretea.

No tiene razón el hombre
el no querer preguntar,
al que viene Aquí a la Gloria,
lo que de la Gloria va.

Esto no lo haría nadie:
el espíritu apartar
y explicarle con razones
que no pueden revocar,
por muchos libros que pongan
de teólogos de atrás.

La explicación de un arrobo
se debía de escuchar
de rodillas y las manos
tener la cara “tapá”,
y con palabras sin voz,
decir más de un centenar:

¡Dios mío, qué bueno eres,
y yo te he hecho tanto mal,
y Tú quieres perdonarme,
si yo Te quiero escuchar!

Esto debía de ser dicho,
y con la cara “tapá”.

Yo dejé ahí mi materia,
y no pude explicar bien
cómo te arroba tu espíritu,
y después de ya volver,
te sientes como si fuera
dentro de ti otro poder,
que la piel ya se te eriza,
y quieres otra vez volver
al sitio que no hay hombres
que te hagan padecer.

Los libros que yo dejé,
que no diga que son mejores
el que me quiera engrandecer.

Estos Hechos que tú escribes
de la Vida de Dios Hombre,
no están puestos en ningún sitio,
porque nadie los conoce.

Este Dios, si tú Lo buscas,
aunque pecados hiciste,
Él te manda su Perdón.

Desperté, oí:

¿Por qué el hombre no quiere
oír al que Dios Aquí trae
y luego lo lleva ahí?

Este espíritu arrobado,
te contará maravillas
que el hombre nunca ha contado.

Este decir: “me veo muerta
y mi carne espera ahí,
que yo sé que no estoy muerta,
porque Vida tengo Aquí”.

Este arrobo, explicarlo,
ya ves Palabras de Aquí,
y reacciones su cara,
que no pueden confundir.

Todo el Dictado de hoy
es dicho por Agustín.

AGUSTÍN DE MÓNICA


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lunes, 19 de septiembre de 2011

Y mi Voz la oirán en otro Eco - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 68-69-70


En Sueño Profético decían:

Yendo un día con el Maestro, al entrar en la sinagoga, unos Le hicieron esta pregunta –pero pregunta con Amor–:

–Maestro, si nosotros nos vamos por ahí enseñando lo que Tú nos enseñas, ¿nos escucharán y nos seguirán las muchedumbres?, porque nuestro contento nos empuja a que nos vayamos.

Los miró el Maestro mientras todos quedaron detenidos, y poniendo la mano en el hombro de uno, dijo:

–Tu Amor tan grande, te empuja. Bien has dicho estas palabras. Ya tienes lo primero, el Amor. Pero Yo quiero darte la Enseñanza. Mientras Yo esté de Hombre, siendo Dios, quiero que todo el tiempo sea para la Enseñanza de mi Padre, que para eso soy Yo mandado. Tú y todos éstos tenéis Amor, pero aún tengo que enseñar bastante, para cuando vuelva al Padre, vosotros sigáis mi Enseñanza. Si vais predicando lo que me habéis oído, y os hacen preguntas, como éstas serán sin Amor, no tendréis respuesta. Pero si oyes todo lo que Yo digo, luego tendrás mis respuestas, porque Yo te las mandaré como mi Padre a Mí me las manda.

Como quedó un poco sin entender esto último, repite el Amor en su Mano puesta en el hombro, y Continúa:

–Entra en la sinagoga y comprenderás esto de mi Padre, del Espíritu Santo, y de Dios Hijo que soy Yo.

Desperté, oí:

Todo el sermón de aquella mañana era cómo tenías que enseñar.

Estas fueron sus primeras Palabras:

Para enseñar mi Doctrina, primero hace falta el Amor.

Y ya que está el Amor, aprender a ir enseñando.

Hay quien mucho ama y enseña a amar, pero luego tienes que saber enseñar como Yo os estoy enseñando.

Cuando Yo deje la Tierra, y sólo venga mi Espíritu, ya no oiréis mis Palabras, pero Yo sí vuestras preguntas.


Y mi Voz la oirán en otro Eco.

Dios Hijo quiere que ames, aprendas y enseñes.

Éstos aman tanto, que se creen ya enseñados.

Y Dios sabe la maldad del que no ama.

Ama, y cuando ya ames, Dios dará Amor en su Mano, para después enseñarte.


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domingo, 18 de septiembre de 2011

La mejor herencia - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag.


En Sueño Profético decían:

¡Si el hombre pensara lo que hizo Dios cuando vivió de Hombre, y lo que le hizo el hombre…!

Pensar esto te hace que cada vez que su Nombre sea nombrado, tengas que hacer una reverencia. Esta reverencia se debería copiar de generación en generación, y todos amarlo con fuerza de huracán y con Amor de fuego. Esto serviría de desagravio.

Dijo uno:

Pues razón de más tiene esto que yo aquí cuento: “Hacía siete siglos de haber matado el hombre la Carne de Dios Hijo, y esto lo vi yo”:

“Mi madre, si había que festejar algo y caía en viernes, si podía, lo cambiaba, y si ella tenía que ir, no acudía. Esto, nos contaba mi madre, que en su casa lo tenían por costumbre”.

El viernes era día de oración.
Así la criaron y así ella continuó.

Pero para mis hijos,
de tanto hablarlo,
los viernes, también en mi casa,
era día de oración.

No era día de pena,
era día para Dios,
era día para unirnos
y pedir por el perdón
del que seguía haciendo mal
sin hacer crucifixión.

Desperté, oí:

El hombre Lo crucifica
y cree que nadie lo ve.
El hombre Lo crucifica
por no obedecer a Él.

Hay quien cree que a Dios ama
porque ahí se porta bien,
y ya reclama la Gloria
sin a Dios obedecer.

El que ama, no Lo cree,
porque el creer le sobra.
El que ama, coge el viernes
“pa” glorificar la Gloria.

Lo ama todos los días,
y el viernes Lo adora noche y día.

Esta es la mejor herencia
que los padres le dejaron
a los hijos, a los nietos,
y éstos ya continuaron.

Si piensas dejar caudal,
enseña a tus hijos a amar.


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sábado, 17 de septiembre de 2011

El Pozo - Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 51-52-53


En Sueño Profético vi un pozo que su agua rebosaba turbia, del color de la canela, y había quien pasaba sed y no bebía. Luego vi otro pozo que sus aguas eran transparentes, y de su rebose daba llamada su sonido. Apareció un hombre y dijo:

Un día, cuando íbamos con el Maestro, vimos este pozo, que su agua es turbia –y apareció el primero–, que muchos la miraban deseosos de beberla, pero el temor a la enfermedad, los detenía. Se acercó el Maestro y les dijo a los que con sed miraban sin atreverse a beberla:

– ¿Cómo estáis queriendo beber esta agua, cuando más abajo habéis pasado por el pozo milagroso, y no habéis bebido?

Ya sabía el Maestro lo ocurrido y la contestación que éstos dirían.

Dijo uno:

–En ese pozo no beben los que no pagan, y yo venía con éstos, y no había dinero para todos. Yo, antes de beber y hacer pecar, prefiero morir sediento, y ya Dios responderá.

Otra vez dijo el Maestro:

–Id al pozo que atrás habéis dejado, y ya no os dirán que no bebáis, porque el milagro, ahora es cuando mi Padre lo ha hecho. Cuando lleguéis, buscad al dueño, y decidle que quite la reja, que el milagro lo estoy haciendo yo en este pozo.

Fue terminar sus Palabras, y salir el agua con obediencia de claridad y con alboroto de júbilo, hecho este mismo alboroto por la fuerza del agua. Se inclinaron primero ante el Maestro, y luego para beber el agua. Cuando ya bebieron y algunos se enjuagaron sus ojos, les dijo el Maestro:

–Id y venid, que aquí esperan mis Discípulos para que les digáis el colorido del rebose del agua que para siempre llevará la maldición de mi Padre.

Desperté, oí:

Cuando llegaron al pozo,
había ya caravana.

Caravana de gentío,
de todo el que llegaba diciendo:
¡Del pozo turbio,
cristalina sale el agua!

¡Venid, que allí es de balde!
¡Comparemos una jarra!

Y cogiendo una jarra llena,
fueron al pozo que allí
sí fue el milagro.

Todos pudieron comprobar
un prodigio más del Cielo.

Los que vendían el agua
como gran medicamento,
no amaban a Dios del Cielo,
y ofendían al Maestro.

Los que del pozo salía el agua
con propio color de cieno,
sufrían cuando pasaban
sedientos los jornaleros.

Éstos amaban a Dios,
y Dios deja allí su Sello.

Que el manantial se quedó
despreciado por los cuervos.

Despreciado por los cuervos,
que no desprecian olor,
ni color aunque vean feo.


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viernes, 16 de septiembre de 2011

“No es Caridad, si con malos modos la haces”. - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdídos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 99-100-101


En Sueño Profético decían:

Hay quien hace el bien con tanta alegría, que el que lo ve le quita importancia, el que lo ve sin amar a Dios; el que Lo ama, bendice esta actuación.

Dijo uno que acompañó varias veces a los Discípulos por ser amigo de Juan y éste invitarlo a llevar el bien que Dios le daba, que eran Palabras Eternas y Enseñanza para no hacer pecados, y para el que en él vivía, se apartara de él:

“También llevaban el sustento al necesitado, aunque no les vieras cestas; sus palabras movían las conciencias, y los que vivían sin ocuparse del hambriento, de oír al Maestro y a sus Discípulos, buscaban donde dar un salario y consolar al afligido, que éstos eran movidos por las Palabras del Salvador. Había otros que querían consolar pero les faltaba saber cómo hacerlo mejor”.

Este dicho fue de Pedro, que el Maestro tuvo que decirle a Pedro:

“Pedro, el bien que Yo te mando que hagas, es para que te vea mi Padre y se beneficie el necesitado, y ya aprenda el que quiera agradar a mi Padre. La Caridad siempre es más premio para el que la hace, consuelo para el que la necesita y pecado para el que mal de ella hable. No es Caridad si con malos modos la haces”.

Desperté, oí:

Pedro fue un día a un sitio a llevar Caridad, y la llevó tan contento, que unos fariseos que ya lo esperaban dijeron:

“Como trabajo no haces, haces Caridad. Yo quisiera que en algo te ocuparas, y ya tendrías tu cuerpo cansado”.

Esto fue lo que Pedro Le dijo al Maestro, y esperaba que el Maestro diera respuesta de quimera.

Pedro, a pesar de su fuerte Amor, pone primero la obediencia.

Y comprende de momento, que la Caridad de Dios, desde el Cielo Dios la premia.

¡Qué bien dichas las Palabras que Dios a Pedro enseña!:

“Pedro, el bien que Yo te mando que hagas, es para que te vea mi Padre y se beneficie el necesitado, y ya aprenda el que quiera agradar a mi Padre”.

“La Caridad siempre es más premio para el que la hace, consuelo para el que la necesita y pecado para el que mal de ella hable”.

“No es Caridad, si con malos modos la haces”.


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jueves, 15 de septiembre de 2011

Esta Lumbre se alimenta con el Amor del hombre - Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - Pag. 40-41-42


En Sueño Profético decían:

Recibir el Mensaje y callarlo, es encender lumbre y no ocuparse más de echar leña. La Palabra de Dios es Lumbre Divina.

Y me hizo ver una lumbre que llegaba al Cielo. Decían:

Esta Lumbre la hace Dios con sus Palabras. De Aquí sale la Palabra que es la Lumbre Divina, y al llegar ahí, si no callas sus Palabras, va creciendo la llama hasta llegar Aquí.

Esta Lumbre se alimenta con el Amor del hombre, y se apaga con las ofensas del hombre; se apaga para el que Lo ofende; y se alimenta con el que Lo ama.

El que oye al que Dios habla en él, si calla, no alimenta la Lumbre; si habla es porque tiene Amor a Dios, y este Amor le hace que ponga la palabra para que otro tenga Amor y mantenga la Lumbre, y sus llamas lleguen Aquí.

La Palabra de Dios es Fuego Divino, que prende donde hay Amor.

El que esta Lumbre la llama no levante, es porque no hay Amor.

Desperté, oí:

Dios habla no para el que comunica.

El que comunica tiene Fuego, que su espíritu da al espíritu que este Fuego quiere tomar.

Dios enciende la Lumbre con su Palabra, y te deja que tú la alimentes.

El que oye al que Dios le habla, desvaloriza lo material.

Lo material tiene más valor para el que no conoce lo Divino.

El que conoce lo Divino, le es difícil encontrar fuera de Esto, cosa que tenga valor.

Si conoces lo Divino,
busca donde haya Fuego,
y ya este Fuego Divino
hará que sus grandes llamas
te alumbren por tu camino.


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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Equivocaciones que tiene el hombre - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 52-53-54


En Sueño Profético hablaban de las equivocaciones que tiene el hombre y del trabajo que le cuesta el rectificar –esto, a sabiendas de que no estuvo bien hecho; y a sabiendas, vuelve a hacerlo igual–. El progreso del hombre, debía de ser su primera investigación: ir anulando todo lo que otros hicieron mal.

Dijo uno:

Hay Aquí, en esta Gloria, hombres que fueron tan justos, que murieron Santos, porque vida de Santos hicieron. Estos hombres tienen un historial hecho por el mismo hombre, que si el hombre lo leyera despacio y mirara al Cielo, no podría repetir el mal que otro que no amó hizo.

Ya, en lo material, peca el hombre que persigue el saber de otro hombre. Y cuando muere éste –que del saber él es el dueño–, el que lo persiguió, él se hace dueño y vive de este saber. Esto, en la Justicia de Dios, es pecado grave.

Pues pongamos en la Sabiduría Divina: maltratar, y después de muerta la materia, adorar. ¿Puede pensar el hombre que aquí no peca? Si esto lo leyera y su contestación fuera diciendo “no peco”, era doble pecado.

Otro dijo:

“Grandes tormentos me dio el hombre en mi vida con materia: estuve en cárcel amurallada; me hicieron cumplir condena, condena que no acabé mientras estuve con materia; querían que desmintiera que a esta Gloria no venía y ahí dejaba mi materia”.

Siempre nombrando a Dios Hijo, el tormento que Le dieron, y hoy reverencian ahí, los que tormento Le dieron.

Desperté, oí:

A pesar de tantos siglos,
de los martirios que el hombre
siempre le dio al Elegido,
hoy sigue la Historia sin cambios,
queriendo dar los martirios.

¿No ve el hombre del progreso,
que no va coger la fruta
y darle palos al dueño?

Todo lo que mal se hizo,
debe el hombre reconocerlo.

Nunca heredes el crimen,
por hacer crimen tu abuelo.

Hereda sus buenas obras,
y tendrás premio del Cielo.

Y cuando te hablen de Dios,
de la Muerte que Le dieron,
di que no sigan hablando,
que Gloria queda en silencio.

El hombre reformará
cuando Dios deje silencio.


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martes, 13 de septiembre de 2011

Cárcel sin centinela - Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - Pag. 164-165-166


En Sueño Profético hablaban de cuando sientes el Amor de Dios.

Decía Agustín a Domingo, y Teresa a Tomás. Y Juan Bosco se inclinaba a unos que su nombre no me dan. Empecemos por Domingo y Tomás.

Dijo Agustín:

Yo, Domingo,
de esto podría hablar,
para que el hombre viera
cómo tenía que amar.

Hablaría con razones,
que me tenían que escuchar:

¡Este Amor no tiene sexo,
ni tampoco tiene edad,
ni tiene disculpa alguna
para que no puedas amar!

¡Este Amor es algo que entra
y que tú no puedes echar!

Yo te digo esto Domingo
porque contigo puedo hablar.

¡Este Amor que si te quema,
quieres que te queme más!

Respondió Tomás:

Después de todo esto dicho,
no puedo decir yo más,
es que me faltan palabras
para esto descifrar.

Contestó Juan Bosco:

Pues si tú Tomás,
que eres extracto intelectual,
no puedes decir qué sientes,
para poder comparar
cuando es amor que pasa
o Amor de esta Eternidad...

Desperté, oí:

Yo, mientras ellos decían
cómo sentían a Dios,
disfrutaba de alabanzas
en esta Gloria de Dios.

Este Amor es para sentirlo,
aunque fueras pecador,
y tus pecados ya lloras
y no puedes pedir perdón,
porque el llanto te prohíbe
las palabras y la voz.

Es un Amor de locura,
locura pero de Dios,
locura que más te acerca
a que hagas oración.

¡Este Dios que no te obliga
a que Lo ames ni quieras!

¡Qué Amor te da en su Mirada,
que de Amor te sientes presa!

Yo creo, que al no obligar,
ya te está metiendo presa.

¡Ay Cárcel de mi Señor!
¡Ay Cárcel sin centinela!,
que te entras porque quieres
y no puedes vivir sin ella!

TERESA DE ÁVILA


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lunes, 12 de septiembre de 2011

Sello de la Caridad - Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag. 152-153


En Sueño Profético decían:

Si amaras como debes, querrías como no quieres.

Si tus ojos todo lo miran con Amor, das Caridad sintiendo a Dios.

No hay sí mayor, si preguntaran si a Dios amas, que tu ayuda al que nada tiene. Aquí das el “Sí” gigante, sin que este “Sí” vea nadie, pero se ve en este Cielo.

Dijo uno:

Dios da el Sello de la Caridad al que Caridad hace y enseña. La Caridad es camino peñascoso, pero si vas con Dios es alfombra de plumas.

El que vive en el lamento del sufrir de espíritu o de carne, no tiene más remedio que amar a Dios, y Dios ya hace su Presentación.

La Caridad hecha por Amor a Dios y con propósito de Enseñanza, tiene máxima graduación.

En los Premios Divinos, quien vive la Caridad, viste con otro traje a la palabra que pudieran tomarla como ofensa por falta de Caridad.

Estas Palabras fueron dichas por el Maestro en distintos sitios:

El que falte a la Caridad, gana si niega mi Amistad. El que no tenga Caridad, nunca creerá en mi Padre ni Me amará a Mí. Y si no cree en mi Padre, que no Me busque a Mí.

Estas Palabras yo se las oí a Dios Hijo, hablando de la Caridad de Dios Padre.

Desperté, oí:

Si quieres que Dios te mande,
haz Caridad de Dios.

Si dices que eres cristiano,
os verán juntos a los dos,
cuando al enfermo te llegues.

Ya espera Dios y llama
al que su Caridad lleva.

Si a éste le preguntaran
que si a Dios del Cielo ama,
¡qué pregunta más absurda!
Si a Dios quieres,
ya estás viendo.

El que vive Caridad,
Dios ya le asigna su Premio.

Que aquél que tiene un sufrir,
lo busca para consuelo.

El que haga Caridad
amando a Dios del Cielo,
no preguntes si Lo ama,
porque ya ama al lamento.


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domingo, 11 de septiembre de 2011

Llamada de Dios - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 61-62


En Sueño Profético hablaban del pecado.

Dijo Agustín de Mónica:

Cierto es que el pecado te aparta de Dios. No puede haber pecador que esté cerca de Dios, ni que sus ruegos Aquí lleguen.

El pecador que deja de pecar por Amor a Dios, siente más pena que vergüenza. Esto, el que deja su mal vivir por Dios. El que lo deja por el hombre, es vergüenza, pero no pena.

A mí me apenaba la pena, y la vergüenza no la pensaba. Cuando piensas en el Cielo, que todo lo tiene Dios Allí presente, es cuando la pena ya no te deja pecar.

Pero son momentos para estar solo,
porque tú mismo te confiesas,
te acuestas sin tener sueño,
te levantas por no quererte dormir
con tan gran remordimiento.

Ya paseas, ya inclinas las rodillas
con la mirada en el Cielo;
sientes repeluznos grandes;
parece que se oyen lamentos
de alguien que en ruego está
para llevarte a lo bueno,
para que olvides pecado
y llames a Dios del Cielo.

¡Es tan difícil explicar
lo que se siente por dentro...!

Es la llamada de Dios
que te perdona en el Cielo,
que antes llamaste tú
en tus noches sin consuelo,
que son las noches que explico
sin llegar a comprenderlo.

Desperté, oí:

Cuando ya no pequé más,
me quitaba mis pecados
queriendo todo contar.

Yo no sentía vergüenza,
ni me podía avergonzar
ante los hombres del mundo
que también podían pecar.

Yo, mi pensar era Dios,
que después de pecar tanto,
miré al Cielo y contestó.

¡Este Dios que ama al hombre
a sabiendas de que Lo ofende!

Este Dios, si haces pecados,
Él te manda su Perdón
si vives así las noches.

Es difícil explicar
cuando ya su Voz la oyes.

Es mejor que nadie vea
cuando tú ya reconoces,
porque no comprenderían
tu llanto con tus temores.

Que era sólo por Amor,
no por lo que diga el hombre.

AGUSTÍN DE MÓNICA


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sábado, 10 de septiembre de 2011

No puedes amar a Dios sin ir al Prójimo - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 34-35


En Sueño Profético decían:

Si oyes hablar diciendo “yo amo a Dios”, olvida las palabras y busca sus hechos en el Prójimo. Si a éste el Prójimo no lo conociera, este “yo amo a Dios”, a éste no le cuenta.

Dijo un Discípulo de Dios Hombre:

Un día estábamos hablando de la ingratitud que algunos hombres nos tenían y dijo Juan:

–Yo pasaría mi vida contemplando al Maestro, que es la Verdad y la Vida Eterna. Él ama a los que todos desprecian, a los que el hombre les llama escoria.

Le contestaron a esto Pedro y Matías:

–Tú pasarías tu vida contemplando al Maestro, pero el Maestro no te aceptaría. No olvidemos la pregunta, que allí viene el Maestro, y Él nos responderá.

Dijo Pedro:

–Yo preguntaré y vosotros oiréis la respuesta.

–Si nosotros sólo estuviéramos adorándote, Tú, Maestro, ¿aceptarías?

–Esto no viene de ti, esto es deseo de Juan, y para que todos oigáis la respuesta, respuesta tendréis de Mí:

–Si sólo me adoráis a Mí, yo no me hubiera hecho Hombre, pues cuando adorabais al Padre, me adorabais a Mí. Yo estoy de Hombre entre vosotros para enseñaros a que me busquéis, pues siempre estaré en el pobre o necesitado, necesitado de Dios. Siempre que queráis adorarme, id al Prójimo, allí estoy Yo, y mi Padre os da el pago con el Salario Divino. No puedes tener amor a la madre y despreciar al niño inocente. Si esta madre ama a Dios, quiere que antes adores al hijo.

Desperté, oí:

Tú no puedes amar a Dios sin ir al Prójimo.

Dios no puede darte su Gloria si no vas a sus hijos.

Son hijos los que quieren, pero Él es Padre de todos.

El hombre, si no quiere, no ama a Dios, y Dios sufre por éste que no lo ama.

Dios, siendo Dios, está en el Prójimo; y tú, siendo hombre, te olvidas de Dios.

Si pensaras que Dios vino por el hombre, tú lo adorabas como Dios.

Ve al Prójimo una vez, a Dios allí verás y ya más veces al Prójimo irás.


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viernes, 9 de septiembre de 2011

Padres e hijos en oración: Dios rebaño y resplandor - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo I - Pag. 190-191-192


En Sueño Profético vi un arroyo, y una chiquilla guardaba unas cabras. Ésta se ponía algunas veces de rodillas, y con la vista al Cielo trataba que Dios la oyera para contarle sus penas, penas que nadie comprendería como no amara sin descanso a Dios.

Dijo una mujer:

Esta niña sufre un sufrir que no es conocido en niños de esta edad. Esta niña oye insultos hacia Dios de sus padres, y ella, mientras pastan las cabras, pide a Dios que sus padres amen al mismo que ella ama.

Estando esta mujer explicando esto, vino un niño –más chico que ella– con un buen rebaño de ovejas, y dijo la niña poniéndose la mano en los ojos:

“Muchos días viene, y con el Sol que trae, me quema. Cuando me quito la mano de los ojos, ya no lo veo; quiero ponerme de pie, y no puedo; y quiero gritar para que acudan otros pastores, y me quedo sin habla. Siempre me dice igual: “No cuentes esto en tu casa, pues no te dejarían venir, y tú tienes que ver este Sol para que en tu casa se quiten las tinieblas y se salven sus espíritus”. Yo ya quedo con mucha alegría, y cuando me recojo, ya estoy deseando venir otra vez, y mis cabras corren apisonando la hierba, haciendo que yo me canse”.

Desperté, oí:

La oración del niño puede
quitar a mayores que se condenen.

Ella miraba al Cielo
implorando protección,
y Él ya estaba allí.

Dios se le hacía visible
en forma que ella lo comprendiera.

Lo comprendiera
y pudiera explicarlo.

A ella le quemaba el Sol
que Él traía a su lado.

Que Él no traía Sol,
que el Sol era su contacto.

Esta niña hacía oración,
y Dios Niño y con rebaño
iba a juntarse con ella,
para darle su contacto,
que llevaría a los padres
en tinieblas y en pecado.

Los ruegos que el niño hace,
sirven siempre para los padres.

Es de más agrado a Dios,
que rueguen juntos los dos;
que los hijos nunca vean
a los padres de quimera,
de quimera en contra de Dios.

Padres e hijos en oración:
Dios rebaño y resplandor.


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jueves, 8 de septiembre de 2011

La cultura y el Amor - Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 26-27-28


En Sueño Profético decían:

¡Qué resistencia pone el hombre
a aceptar la Voz de Dios!

Sin duda que esto pasa
porque escasea el Amor.

Otro dijo con voz fuerte:

El que oiga leer estos Dictados, leídos por el que recibe y escribe,
no se olvida de este Dios.

Dios quiere la Publicación para aclarar lo que el hombre ha deformado de estas Comunicaciones, para quitar sufrimientos.

Para conocer a Dios,
tienes que amar a Dios tanto tanto,
que ya te conozca Dios,
que Dios ya te conocía
cuando su Voz resonó
en el Lugar que elegía,
porque le ofrecía Amor.

El hombre pone la disculpa
con las leyes que él sacó,
que pudo hacer esas leyes
porque faltaba el Amor.

Esto es cortar el fuego
y salir llamas mayor;
querer ocultar la mina
cuando el barreno sonó.

Todo es la ignorancia
unida al poco Amor.

Las Palabras que Dios dicta
tienen distinto color.
No puedes decir matiz,
por no haber comparación.

El que lea este Dictado,
se olvida donde no hay Dios.

Desperté, oí:

Tiene distinto color,
por no poder igualarlo,
porque sólo hay un Dios.

Un Dios que sólo conoce
el que le ofrece su Amor.

El que le falta este Amor,
se embota con los estudios,
pero no conoce a Dios.

¡Son dos cosas tan distintas,
la cultura y el Amor!

Como el bloque de manteca
que le discutiera al Sol.

El Amor con la cultura
no tienen en contra de Dios,
pero la cultura sola,
es manteca al resplandor.

Yo repito, y hace falta,
conocer primero a Dios,
y luego aprende cultura
para que hables de Dios.

Un espíritu de su Gloria.


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miércoles, 7 de septiembre de 2011

No digas “esto es mentira” - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 48-49


En Sueño Profético decían:

Aquí digo yo una frase que dijo Dios en su Vida Pública, cuando vivió de Hombre:

“A más resistencia, más pecado; a más persecución, más condena; a más repitan el nombre de mi Padre diciendo que Lo aman, para maltratar al Hijo, más ofende a mi Padre. Aquí en la Tierra Lo persiguen, y Allí, en mi Gloria, Me engañan. No pueden querer a mi Padre si a Mí no Me aman. Si creyeran en mi Padre, no trataban de engañarlo”.

Estas Palabras tan justas y muchas más, se Le oyeron a Dios de Hombre. Siempre que oía el Nombre de Dios Padre, se paraba. Al que Lo reverenciaba no tenía que decirle: “Tú has creído en las Palabras que mi Padre manda del Cielo”.

El que no Lo buscaba sabiendo era Dios y nombraba al Padre, su nombre era “fariseo”.

Desperté, oí:

Habrá quien lea este Dictado
y quisiera quitar razón.

Habrá quien piense y medite,
diciendo: “ese soy yo”.

¡Tiene tanto que pensar,
para aquél que persigue
la actuación de este Lugar
que mandan, dictan y escribe!

Tan sólo con estudiar
estas frases tan cortitas
que terminan de dictar,
ya ves que aquí no hay mentira.

Le mandan, le dictan
y le hacen que escriba.

Si dices “yo creo en Dios”,
no digas “esto es mentira”,
porque palabras y acción,
no son de abajo, son de Arriba.


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martes, 6 de septiembre de 2011

No habrá ningún Elegido anterior a ella - Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - Pag. 50-51


En Sueño Profético decían:

Ella tiene una Enseñanza fabulosa. A ella le dan la respuesta antes de que termine la pregunta, quedando ella apta para emplearla o no. Su comportamiento es correctísimo, sabiendo con la clase de espíritu que trata, habiendo veces de saber cómo es este espíritu antes de tener delante la materia; ya sin materia Dios se lo ha presentado. Tienen tal sencillez sus palabras, que el oyente, por ser sencillas, no podrá repetir. Su literatura es nueva. No habrá ningún Elegido anterior a ella, que tenga libros publicados sólo con la Palabra de Dios Diciendo, sin que haya un solo renglón escrito por el hombre. Aquí leerán Palabras de Dios dictadas al hombre. Ya, de estas Palabras, el hombre hará libros, y estos libros alabarán a Dios. Si escribes para que tus escritos no sirvan de alabanza a Dios, rompe tu pluma.

Desperté, oí:

Escribe, pero sin descanso,
todo lo que habla tu Dios.

¡Este Dios, que es Dios de todos
y que Aquí contemplo yo!
¡Este contemplar en Gloria,
y esta Gloria, que esto es Dios!
¡Y este Dios que tanto sufre
la ofensa del pecador!
Porque Él no sufriría,
pero sufre porque es Dios,
y el sufrimiento lo cambia
por no dejar de ser Dios.


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lunes, 5 de septiembre de 2011

Si no amas a Dios poco harás bien hecho - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 34-35


En Sueño Profético hablaban de muchas cosas, y decían:

Este entender de Palabras Aquí en la Gloria, no es para que llegue al hombre. Esto es pasado, presente y prevenir para el futuro. Esto es Sabiduría de Dios a la ignorancia del hombre; Sabiduría con Humildad de Dios; Poder de Dios, dejando el Poder parado. Este espíritu, que aún espera materia, no decide sin este Mando. Este espíritu, Aquí oye y ahí debe ser interrogado.

Dijo uno:

Siempre ofende a Dios el hombre por el mismo pecado, pecado de indiferencia a su Comunicación, pecado de perseguir al que dice “Dios me dice”, pecado de levantar falsos testimonios al que cumple el servicio que Dios le manda, pecado por culpar a un espíritu que Dios arroba para la Salvación del hombre, y pecado por no conocer por falta de Amor.

El árbol, cuando el fruto esté a la vista y sea abundante, éste el hombre lo quita de la vista de los pecados. No hay pecado mayor que no amar a Dios. En faltando el Amor a Dios, puedes hacer toda clase de pecados.

Desperté, oí:

No hace falta pensar mucho, que si no amas a Dios poco harás bien hecho.

Pensando en este Arrobo, pecas culpando este hecho.

Bien claro es de comprender, que la materia que espera al espíritu arrobado, es Instrumento sin Mando.

Si tú piensas que Lo ofendes, no dudes que estás pecando.


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domingo, 4 de septiembre de 2011

No hay quien busque a Dios, y muera sin encontrarlo - Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo I - Pag. 16-17-18


En Sueño Profético decían:

El que quiere, quiere a Dios; el que busca, encuentra a Dios; y el que llama a Dios, Dios responde.

No hay quien quiera querer a Dios, y Dios no lo deje que Lo quiera.

No hay quien busque a Dios, y Dios se esconda.

Y no hay quien Lo llame, y no responda.

¿Quién quiere querer a Dios y Dios no quiera que tú Lo quieras?

¿Quién quiere buscar la Gloria, y Dios cerrártela quiera?

Aquél que diga, amo a Dios, Dios ya le borra la cuenta.

Hay quien ve que otro ama y dice: ¡Ay, quién pudiera!

Hay quien ve hacer el bien y él no lo intenta siquiera, pero dice: “Yo no puedo hacerlo aunque quisiera, ¡tengo mis obligaciones!, que Dios quiere las primeras”.

Aquí ya te ha ido diciendo, lo que es querer y que quieras; lo que es vivir queriendo y haciendo lo que Dios quiera, sin que Dios te desbarate el mal que hace tu materia.

Todo el que quiera querer, Dios lo deja que Lo quiera.

La lucha de Dios Padre fue mandar al Hijo a la Tierra, para que el hombre buscara a este Hombre que Dios era, para que el hombre no diga: ¿Querrá Dios que yo Lo quiera?

Desperté, oí:

Dios quiere que tú Lo quieras,
porque Lo quieras querer.

Dios quiere no tengas duda,
cuando Lo llames a Él.

Dios no se esconde “pa” nadie
que Lo llame con querer.

Si Lo buscas, Él te espera.
Siempre hizo esto Dios.

Pero déjate el pecado
antes de buscar a Dios.

No hay quien diga: ¡Dios mío!,
y Dios no oiga su voz.

Hay veces que no contesta,
porque la contestación
sería oír sentencia.

Es mejor querer a Dios,
buscarlo, y ya que encuentras,
vivir sólo para amarlo.

Es fácil querer queriendo,
buscar amando,
decir: ¡Dios mío,
yo no te enfado!

¡Si Tú me has dado Amor aquí,
y Ahí en la Gloria me estás esperando!

No hay quien busque a este Dios,
y muera sin encontrarlo.

Porque Dios se hizo Hombre,
para enseñar a buscarlo.


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viernes, 2 de septiembre de 2011

Normal y sencillo - Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag. 43-44


En Sueño Profético hablaban de lo normal y lo sencillo que es todo lo de Dios.

Dijo uno:

Dios, lo primero que dio cuando vivió de Hombre fue ejemplo de sencillez.

Hablaba tan normal: “Yo soy Dios Hijo. He bajado para Salvar al pecador y para premiar al justo”. Le oías Palabras que tú algo sentías. Él seguía su Enseñanza con la Presencia de Hombre que Ama, que Sufre y Perdona; de Hombre que va pisando Tierra, y la Tierra no responde; de Hombre que nunca piensas: “Este Hombre es igual a todos los hombres”. Aunque querías pensarlo, tenía algo aquel Hombre…, pero no porque no fuera igual a todos los hombres.

Pues si Dios vivió viéndolo el hombre como un Hombre Normal a la vista de los hombres, ¿cómo Dios va a elegir algo que no sea normal?

El Elegido por Dios es de una vida normal, de una apariencia apacentadora, de un Amor al Prójimo sin descanso y sin valorar su tiempo, con una aceptación a todo lo Divino, aunque no sea comprendido entre el hombre.

Pero el que Dios utiliza tiene la perfección de hacer lo que Dios manda, y aceptar lo que Él dispone; que hizo y aceptó el Amor que en él vivía, que este Amor puede vivir en todos los hombres y ya queda Dios para elegir.

Desperté, oí:

¿Has pensado si esto lees,
el porqué del Elegido?

¿Has pensado que no es Dios
el que dice: “Tú, conmigo?

Si esto lo hiciera Dios,
no serían todos sus hijos.

No sería un sólo Padre
que da cobijo a sus hijos.

Sería un Dios que vive
tan sólo para Elegidos.

Y ya no sería este Dios
que busca al hombre perdido.

Dios elige lo normal,
por ser normal su camino.

Si a Dios lo vieron Normal,
normal será el Elegido.


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Él buscaba soledad, porque soledad quitaba - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 131-132-133


En Sueño Profético hablaba Juan de Dios. Decía:

La soledad es la peor enfermedad cuando necesitas ayuda a tu necesidad.

La soledad da pena al que nada necesita material.

Dijo Juan:

Vi a tantos solos y enfermos llorando su soledad, que para hablar de esto tienes que ver el lugar donde se encuentran enfermos y nadie que oiga llorar.

Un día, cuando yo salía del hospital, iba un hombre a un paso no despacio,
¡porque despacio no es para extrañar! Era un paso de sufrir, paso de no querer llegar, un paso pesado. Ya me emparejé con él y le quise preguntar:

―¿Se nota mareo, desmayo? ¿Ha salido de alguna enfermedad?

Ya me contestó este hombre:

―Me han echado del hospital y no tengo sitio adonde ir; estoy solo y no quisiera llegar al sitio que me dejé, allí en un olivar, pero es un lugar tan solo...que no quisiera llegar. ¡Mire!, cuando me estaba muriendo, estuve una noche y medio día llamando –cuando esto oí, le puse mi brazo en su hombro–, por si alguien me quería llevar en su bestia. Ya, cuando abrí los ojos, estaba no solo y en una cama. Medio año he estado con compaña y durmiendo en cama: ratos dormir, ratos quejarme, y ratos con palabras de consuelo.

Ya, con mi brazo en su hombro le dije:

―Te voy a llevar a un sitio que tendrás para siempre cama.

Era una huerta que siempre me llamaban y me cargaban de cosas para el que no tenía nada. Con él, allí me presenté, para que les ayudara en lo que él pudiera hacer, y ya tenía comida y cama.

Desperté, oí:

Más que la comida era,
que le había buscado compaña.

Este pobre iba andando
donde los pies lo llevaran.

Éste no quería ir
al olivar y a la tapia
donde tenía su vivir.

Que por aquellos campos
iba buscando lo que encontrara.

La comida iba encontrando,
la soledad no faltaba.

Este Juan de Dios decía:
“Es más pobre el que le falta
la compaña y el amor,
de aquél que Dios a dar manda”.

Él visitaba al enfermo,
porque el sano a él visitaba.

Él buscaba soledad,
porque soledad quitaba.

Éste era Juan de Dios,
el que al enfermo buscaba
para quitar soledad
y hacer lo que Dios mandaba.

JUAN DE DIOS


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jueves, 1 de septiembre de 2011

Ama como el gentil - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 100-101-102


En Sueño Profético decían:

La palabra que tú dices “no es mía”, tiene el mismo valor que oírla al que la dio. Esto es comparado con un objeto que te dan para que tú lo lleves y sea por ti entregado. Este objeto, si es regalo, serán las gracias para el que lo mandó; y si es comprado, pagarás al dueño de la mercancía, pero nunca le estarás agradecido del regalo al que lo trajo, ni pagarás al recadero, para él, la mercancía; todo va para el dueño. Pues si Dios habla a uno y le dice, “lleva y di mi Palabra”, esta Palabra no es del que la lleva ni la dice, esta Palabra es de Dios, Palabra y Mensajera.

Juan dijo:

Yendo un día a casa de unos gentiles, que el Maestro hacía su visita con frecuencia, uno de los familiares nos dijo cuando abrió el portalón y nos vio sin el Maestro:

–No sé si no pasar la razón, una vez que a quien esperan es al Maestro.

Dijo Tomás:

–Nosotros traemos las Palabras justas que Él nos ha encomendado, y su Enseñanza siempre repite igual: “Id y llevad mis Palabras. El que cree en mi Padre, cree en Mí. Y el que cree en Mí, cree en mis Discípulos”. Si no queréis oír sus Palabras, se las devuelvo al Dueño, una vez que estas Palabras son para dejarlas aquí.

Salió el dueño de la casa, ya que se oían palabras no de acuerdo, e hizo a Tomás pasar, y con palabras fuertes le dijo al familiar:

–Yo recibo las Palabras del Maestro como a Dios sin Carne, y al Hijo como si viera al Padre. Pero tú no amas ni crees, tú vienes a mi casa para que te vean salir de entre los gentiles. Ahora yo soy el que no quiero que oigas al Maestro en sus Discípulos. –Y cerrando el portalón, lo echó a la calle–.

Desperté, oí:

Este gentil ama tanto al Maestro,
que defiende sus Palabras,
aunque a otro lo esté viendo.

Cuando Juan y Tomás
volvieron con el Maestro,
ya el Maestro les dijo
para ponerlos contentos.

No conocían al gentil,
aunque lo tenían por bueno.

Dijo el Maestro:
Quería que supierais
el porqué de mis visitas.

Él cunde mi Palabra
como semilla en terreno bueno,
que de un puñado de trigo,
seguro llena un granero.

Por eso es lástima
que no conozcan al gentil,
como Yo estoy conociendo.


No dejes de sembrar el trigo,
cuando veas terreno bueno.

Si amas como el gentil,
sobrará para que ames
con Palabras dichas Aquí.

Si el que dice la Palabra,
dice: “Me la han dicho a mí”.


***