jueves, 12 de enero de 2012

El hombre no quiere que nadie sepa más que él - Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - Pag. 140-141-142


En Sueño Profético yo decía:

“Señor, que yo no actúe, que seas Tú; que te vean a Ti y que hablen de Ti; que me vean lo que yo soy sin saber nada; que comparen tus Dictados y verán que es Dios; que me avergüencen si alguna vez yo dijera: “Sé escribir estos Mandatos que Tú me mandas, y yo escribo”.

Dijo un espíritu de la Gloria con Mando de Dios:

No hay saber de Tierra que tú sepas y quieras dar este saber a otro. No hay quien tenga una cultura y se presente como gañán. No hay quien termine carrera para el título quemar.

Al hombre de grande estudio, el hombre premio le da. Aún no se ha visto el caso en el hombre querer el premio despreciar, diciendo: “¡Si yo no sé! ¡Si yo no tengo estudio! ¡Si esto viene de aquél!”. Esto nadie de ahí le ha ocurrido este caso. Ni el hombre ha maltratado a nadie para que éste diga: “Yo soy un hombre sabio. Yo soy un talento”. Esto el hombre nunca lo ha hecho, ni está dentro de la vanidad del hombre.

Desperté, oí:

El hombre no quiere
que nadie sepa más que él.

El hombre, es corriente
que se guarde su saber.

El hombre hace fácil
robar el invento aquél.

Pocas veces, en el estudio,
el hombre tiene honradez.

Pocas veces dice el hombre:
“Yo sé menos que aquél”.

Pues si esto es de la Tierra,
compara con el Lugar,
y verás qué diferencia,
cuando oigas al preguntar:
¿Esto es que lo sabes tú,
o Dios lo manda dictar?

Un “no sé”, oirás tan limpio,
tan “honrao” y sin vanidad,
que si sigues a la materia,
verás que no sabe “na”.

Y si le haces preguntas
al que el Lugar conoció,
te dará esta respuesta:
¡Ahí se ve que habla Dios!

El hombre de ahí de la Tierra,
no se quita su valor,
en títulos, en carreras, en inventos
que él mismo patentó,
para que ese saber fuera
de éste que lo inventó.

Estudia la diferencia,
del Saber que Dios le dicta
al saber de ahí de la Tierra.


***

2 comentarios:

  1. Quien tiene contacto con Dios es necesariamente humilde. Hay un abismo entre la pequeñez del hombre y la infinitud del Todopoderoso.

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  2. Dios nunca se equivoca, y cuando escoge un lugar donde dar sus Palabras ya sabe que la Humildad del lugar está por encima de todas sus virtudes. La mayor virtud de la Santísima Virgen fue la Humildad.

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