martes, 30 de octubre de 2012

Si te sientes perdonado, empieza haciendo lo que a Dios agrada

En Sueño Profético explicaban la forma que tenía de comportarse el que mucho había pecado y no quería seguir pecando. Decían:

El que mucho ha pecado y ya no quiera pecar más, verás a la persona, pero verás es otra su actuación; verás imagen de la que conociste y actuación de otra persona. De no ser así, no tiene arrepentimiento y, por consiguiente, no tiene el Perdón. Si el pecado fue por desprecio y abandono al Prójimo, tienes que verle Amor al Prójimo y que participe del sufrimiento del necesitado; no tener este cambio es no tener arrepentimiento. Si tu pecado fue por falta de recato y fuiste escandalizando al inocente, tienes que rectificar con el decoro. Si fuiste casado y viviste el adulterio, serás ejemplo de tu comportamiento para cuantos te vieron tus grandes pecados. Si practicaste el amancebamiento y tu arrepentimiento te viene, tienes que cuidar no dar escándalo con tus bienes, ya que puedes hacer que otros pequen con estas palabras: “¡después de tanto pecado, Dios lo premia...!”; pueden hacer pecar porque aquí no existe arrepentimiento. El que vive vida de amancebamiento y a Dios pide el Perdón, es humilde y desprecia el ser presuntuoso. Dios, cuando perdona, no da premios materiales. Dios, con el Perdón ya te premia, Premio que tú tienes que saber administrar. Amor, caridad, humildad, y ya solo viene el recato.

Desperté, oí:

Si te sientes perdonado, empieza haciendo lo que a Dios agrada.

El que mucho pecó y se siente perdonado, no hace lo que hace el que nunca tuvo pecados graves.

El que hizo muchos pecados, da Escándalo con hacer lo que haga otro que nunca quiso a Dios ofender.

Hay quien confunde el arrepentimiento con estar tentado.

En el arrepentido, raras veces no ves a Dios.

Ves a Dios porque se deja ver en el Perdón.


***

Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 194-195-196

2 comentarios:

  1. Juzgar al prójimo es una temeridad porque por mucho que haya pecado,su arrepentimiento lo puede convertir en maestro de quien se creía libre del mal.

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  2. Cuando el que ha pecado llora el haber hecho sufrir a Dios, odia con tanta fuerza lo que le llevó a hacer el pecado, que en su vida sólo tendrá un objetivo: combatir aquello que le retiró de Dios.

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