domingo, 15 de septiembre de 2013

Compasión y Caridad, tienen que venir de Dios

En Sueño Profético decían:

Donde no hay Amor a Dios, no puede haber compasión ni Caridad a Dios.

Donde no hay Amor a Dios, todo lo harás mal. Puedes hacer bien algo que sea manual, que Aquí, por bueno que sea, ten seguro que no viene jamás. Lo que Aquí viene son las cosas espirituales: la Oración con la acción. Pero si no amas a Dios, tendrás compasión a cosas diabólicas, no a cosas de Dios.

Esto dijo Jesús un día enseñando:

“Que la compasión no os robe mis Palabras. Que ya no es compasión, es ensuciar mi Enseñanza. Si Me tenéis como Dios entre vosotros, no podéis dudar. Donde Yo os mande será para bien, aunque el que os reciba no lo crea. Pero pensad: donde yo os digo que no entréis, si Me tenéis por quien soy, decid: “El Maestro no se equivoca”.

“Tened presente siempre a los espíritus que están en mi contra, que son los que te hacen sentir una compasión diabólica. Porque no puede ser compasión el que haga mi Mando a mi contra”.


Desperté, oí:

Mucho nombraban:
caridad de fariseo,
caridad diabólica.

La Caridad y la compasión
tienen que ser hechas
sin irte de Dios.

Ponían unos letreros
con estas grandes Palabras:

“No hay Caridad mayor,
que hacer lo que Dios manda”.

Si pones la compasión
en no cumplir sus Palabras,
tú estás en contra de Dios.

No puede haber Caridad
donde sabes que Dios habla
y tú la espalda le das.

Piensa que Dios siempre enseña
la más grande Caridad.

Cuando deja que tu lengua
no diga este mandar.

Todo es falta de creencia,
y vivir la fuerza
del espíritu del mal.

¡Hombres vacíos por dentro,
que no merecen oír
las Palabras de este Cielo!

Compasión y Caridad,
tienen que venir de Dios,
si no, te hacen pecar.

Por eso, el que conozca
esta forma de enseñar,
si no obedece, ya peca,
que es el más grande pecar.


***

Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III - Pág. 184-185-186-187

2 comentarios:

  1. La caridad no es para justificar el pecado sino para liberar al pecador sin juzgarlo.

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  2. Tener presente a Dios, es el triunfo del amor.

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