viernes, 18 de octubre de 2013

Si amas mucho a Dios, tienes que querer a la Virgen

En este Sueño Profético decían:

Ella llamaba a Dios Hijo, pero rogaba a la Madre que viera bien la preferencia hacia el Hijo. Los rosarios a la Madre hacían más frecuentes las Comunicaciones del Hijo. Ella sentía predilección por Dios, y esto alababa a la Madre. Su confianza en el Hijo le hacía apartar a todo espíritu que adorara a Dios. Dios le mandaba Luz de Él directa. Dios mandaría su Espíritu a su carne cuando tuviera que comunicarse al hombre. Esta Comunicación, sólo la sabría el Padre, y el Hijo se comunicaría con el Espíritu del Padre. Lo que el Padre hace no lo saben ni los espíritus de su Gloria. Los espíritus de su Gloria saben cuando Dios los manda con el mismo Espíritu de Dios y con las Palabras de Dios, pero siendo reconocidos por lo que fueron cuando vivieron con materia. Esto es Dios actuando en los espíritus que viven con Dios.

Desperté, oí:

Esta Comunicación confirmará que al amar mucho a Dios, tienes que querer a la Virgen.

Dios no puede comunicarse donde tengan desprecio a la Madre.

Y si prefieres al Hijo, alabas a la Madre.

El Padre mandó al Hijo para que Lo amaran, y amándo a Él, todo sería amado.

Él sería la Cúspide del Amor de Dios Padre.

Luego ya amarías a todo lo que viniera de Dios.

Si dices “Amo a Dios”, no digas más nombres, porque en Dios está la Gloria.

Y mayor Gloria no hay.


***


Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - Pag. 65-66

2 comentarios:

  1. No hay mayor alabanza para una madre que el aprecio a su hijo. La Reina de todas las madres, Primer Sagrario de Dios, recibe y goza del Amor al Hijo porque su misión es conducirnos a Él.

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