miércoles, 26 de marzo de 2014

El peral y el venero

En Sueño Profético vi un árbol cargado de peras, y uno dijo:

Si este árbol no se cuida, no da este fruto. Aunque al dueño del peral no le gusten las peras, cuida el árbol, porque su fruto es bien para la humanidad y su ganancia puede dar de comer al hambriento. Si lo cortas dando éste fruto, ya pecas; pecas si lo cortas por cortarlo; y agradas a Dios si lo cuidas dando el fruto al necesitado. ¿Ves por qué es pecado no cuidar lo que su fruto sirva de bien al Prójimo?

El hombre no cuida el Lugar donde Dios hace que abunde el fruto de la Gracia Divina. El hombre peca si no hace que este fruto sirva para tantos hambrientos de Dios como hay en la Tierra, para tantos que pecaron que hace tiempo que no pecan, para tantos que quisieran que alguien les hablara de Gloria, de Gloria como hay escrito de tantos que quedaron en la historia.

El mundo material debe estar, a sabiendas, en contacto con esta Gloria. Pero el contacto que sea por el que Aquí Dios trae.

El hombre, después de que falta la materia del que Aquí viene, busca a otro que a éste trató, para coger apuntes que mayoría de veces no son encajados en la actuación que tuvo este Portavoz.

Habrá quien crea vivir las costumbres de éste o aquél Elegido y no sean parecidas en nada, con buen aire de alabanza, pero transfigurando la copia.

El que tiene el venero, merece castigo si bebe agua no clara.

Desperté, oí:

Este Mensaje empieza
hablándote de un peral,
y termina hablándote
de un venero.

Esto en el empiezo del Arrobo
y en el despertar de este Sueño.

Ya, despierta, Dios le manda
espíritus de esta Gloria.

Para que el hombre compruebe
espíritus que van a Gloria.

Todo lo que da buen fruto
el hombre debe cuidar.

Pues ya dice que es pecado
prohibir el fruto dar.

Con el peral te compara,
no cuidar al Portavoz
que fruto dan sus palabras.

Es un deber el cuidar
aquello que fruto manda.

Porque se hacen pecados
enterrando estas Palabras.


***

Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I

1 comentario:

  1. Somos libres de despreciar el fruto pero también somos responsables de repartirlo, porque siempre habrá hambrientos que lo reciban con deseo y que busquen la sombra del árbol.

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