lunes, 7 de enero de 2019

La Palabra de Dios da sonido en silencio

En Sueño Profético decían:

El espíritu es el que le manda al cuerpo. Si el espíritu está con Dios, recibe Mando del Cielo, aunque no sea Elegido y Dios no traiga Aquí a su espíritu a vivir sin cuerpo para llevar a la Tierra Mensajes que Dios Aquí dice y ahí luego dicta, como en este momento, para que quede seguridad de que este Mundo, antes que ése, fue hecho.

Dijo un espíritu de la Gloria:

Sin Palabras y sin Visión, hoy el Mando de Dios te dio sentir y tu cuerpo obedeció, y alegrías esperabas, que fue lo que se juntó con el Mando que Dios daba.

¿Quién puede mandar sin hablar, tan sólo con el sentir a Dios? ¿Quién puede despedir cansancio cuando el cansancio llegó? Y ¿quién siempre está en el Prójimo recordando que Dios quiere que los hombres se quieran como hermanos, que compartan la alegría y que huyan del pecado, y que el nombre de Dios se oiga tantas veces como el reloj suene la hora?

Esto, para el que empiece a Amarlo, y una vez que ya Lo sienta, este sentir formará diálogo.

Desperté, oí:

Tu sentir forma diálogo,
y lo tienes que cundir,
y siempre de Dios estar hablando.

Esto sale del espíritu,
igual que sale el mando que no es de Dios.

Pero es grande la diferencia
de la actuación de este Mando,
a la actuación
sin que el Mando sea de Dios.

Es difícil describir
cómo siente el cuerpo el Mando
cuando el Mando es de Aquí.

Es un sí y un no,
pudiéndole el sí al no.

Dios premia los días,
y ya el sufrir,
algo se achica.

Es alegría sin silencio,
cuando sientes el sentir
que Dios le manda a tu cuerpo.

Cada día se va cundiendo Esto,
que el hombre quiere que sea secreto.

Aquí han quedado
como martillo de cera
que quisiera romper
las campanas del campanario,
para que nadie supiera
que había campanas y campanario.

La Palabra de Dios da sonido
en silencio y en escándalo.

Ningún caso de la Historia
tiene puesto que durara,
día a día, 30 años,
diciendo y presentando escrito:
“Esto, a mí, me está pasando”.


***

Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C8

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