jueves, 14 de marzo de 2019

Señor, ¿qué quieres de mí que yo pueda hacer y, por no saberlo, no lo haga?

En Sueño Profético decían:

Qué pocos buscan a Dios para decirle: “Señor, ¿qué quieres de mí que yo pueda hacer y, por no saberlo, no lo haga? Señor, si yo Te ofendiera, por no obedecer tus Palabras, no merezco ver la luz del día, ni que en mi boca suenen las palabras”.

¡Qué pocos buscan, con preferencia, estas Palabras!

Dijo uno:

La Gloria llama al hombre, pero la Gloria no obliga, ni puede recibir desprecio del que la Gloria la ponga después de lo que tiene el suelo. Que eso es estar contentando a los espíritus que están al servicio del Infierno. Que estos espíritus dan premio con el pecado y poniéndote en contra del Cielo. Por eso, la obediencia a la Palabra que el Elegido de Aquí lleva, es barrera que no la pasan los diablos que están sueltos. Si el hombre pensara, al día, un segundo en el Infierno, no podría vivir con este susto por dentro. Es que ya es vergonzoso repetir este Evangelio, diciendo, unas horas antes, lo que le han dicho a un espíritu sin cuerpo.

Desperté, oí:

Da menos sufrir en la Gloria
uno que esté lejos del que Dios elige,
que el que esté cerca.

Y tendrá más Mando
el que tenga más obediencia
y ponga estas palabras
en preferencia.

Dios permite,
pero hay permitir que Dios retira
por el daño que hacen.

Si Dios no fuera Dios,
le prohibiría al Elegido contar el arrobo,
si obediencia no cumplió.

Quien desprecia al que Dios manda,
está despreciando a Dios.

Pon la saliva en la Tierra
y en el Cielo la oración.

La saliva da desprecio.
Y la oración llama a Dios,
diciendo: “Señor,
¿qué quieres de mí
que yo pueda hacer y,
por no saberlo, no lo haga?”.

Con esta oración,
ya está pidiendo Mando.


***

Libro 31 - Te Habla El Profeta - Tomo IV - C3

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