En Sueño Profético decían:
Decir: “Yo creo en Dios”, esto es fácil. Pero creer, es difícil; es difícil y el hombre continuamente lo está demostrando. El hombre nunca aceptó que Dios le hablara al hombre. El hombre no cree en la Existencia de Dios. Siempre que dudes, falta creencia.
Dijo uno:
Al Maestro lo que más le ofendía era que le dijeran que no era El Maestro. Esto, decía, que no era creer lo que tanto había su Padre anunciado por los Profetas; y que si no creían lo que el Padre decía, cómo reverenciar a Él de Dios Hombre, cómo oír sus Palabras, cómo ponerlas en práctica, y cómo alcanzar el Perdón dicho por el Padre y oído en Boca del Hijo. Esto, apenaba el Rostro de este Divino Maestro.
Una mañana, al emprender la ruta, unos cuantos se pararon y dijeron:
–¡Éste es el Hijo de David, y éstos le dicen Maestro!
Hicieron una reverencia, que la cara llegó al suelo. Se acercó con ese Amor que llevaba al descubierto, que tan sólo no veía aquel que era incrédulo. Lo que Aquí ahora dicto, ocurrió y yo refiero:
–Vosotros creéis en Dios, y ya no os dirán incrédulos, y ya tenéis abiertas las Puertas de lo que aquí llaman Cielo, que mi Padre llama Gloria, Esencia de Dios, donde el espíritu goza, que goza porque está Dios, que es mi Padre y Yo la Gloria.
Desperté, oí:
Éstos creían en Dios,
y en su Rostro a Dios vieron.
Éstos no tenían duda
de los Profetas primeros.
Siempre en sus casas creyeron
que vendría Dios de Hombre.
Éstos creyeron en Dios,
y lo descubren de Hombre.
La reverencia que hicieron,
su espíritu la mandó.
La reverencia la hicieron
por conocer era Dios.
Todo venía de creer
lo que Dios había anunciado
a Profetas en Israel.
Reverencia como éstos,
si dices que crees en Él.
***
Decir creo en Dios es fácil. Creer es más difícil, porque compromete necesariamente nuestra vida.
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