domingo, 31 de marzo de 2024

Él te da resurrección

En Sueño Profético hablaban de Dios Hombre, hablaban de sus Discípulos y explicaban los porqués de por qué subió al Calvario.

Dijo uno:

Para haber Resurrección tuvo que haber antes Calvario, pero no por Dios. Es que el hombre, cuando vio a un Hombre que superaba a todos los hombres en Amor, en caridad y en perdón, tenía que matarlo. Y a esto lo cubría Sabiduría única y Poder para hacer y destruir lo que había creado. Dios sube al Calvario porque deja el Permitir, no por poder del hombre. Luego, su Resurrección el hombre no la hubiera querido, pero una vez retirado el Permitir, su Poder resucita su Carne, levanta la fosa y la tierra, con obediencia, y deja en libertad su Carne. Subiendo luego a los Cielos de Hombre, como ahí Lo vieron.

Por eso calvario subido pensando en su Resurrección: resurrección segura. Pero tienes que subirlo con Amor, con caridad y con perdón.

Desperté, oí:

Se podría dictar tanto, y sería grande Enseñanza para enseñar al que amara, pero ¿cómo caerían sin Amor estas Palabras?

¿Cómo interpretaría el hombre

muchas de estas Palabras?

Un Dios que se hace Hombre

y el hombre a este Dios Lo mata.

Tienen que sembrar Amor,

que para eso son estas Enseñanzas.

Y cuando se viva Amor,

del pecado ya te apartas.

Porque para entenderte con Dios

es el Amor el que escribe

comunicándose con Dios.

Y Él acude a tu calvario

poniendo resurrección.

Pero nunca te despojes

de lo que Él nos dejó.

Que fueron estas tres cosas:

Amor, Caridad y Perdón.

Si así subes el calvario,

Él te da resurrección.

***

Libro 74 - Hechos de Jesús Perdido, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C3

sábado, 30 de marzo de 2024

Son dictados por Dios

En Sueño Profético decían:

A más días pasan, más se ve que Dios dicta estas Palabras. Si Dios no las dictara, el hombre las hubiera desmentido de muchas maneras. Pero por más que lo han intentado, todo les ha salido mal, y Dios sigue hablando y publicando.

Dijo uno:

Una Aparición, siendo verdad, cuesta trabajo el justificar lo que se ha presentado, y puede haber engaño del que diga “yo he visto a Dios”. Éste no puede hablar nada más que de lo que ha visto. Pero un arrobo a diario, ya tantos años, dando Palabras con gran Enseñanza y viendo sitios que Dios Hombre los pasó con sus Discípulos… Que en unos sitios hacía parada, y en otros pasaba sin mirar las viviendas, porque así el Padre en Dios Hijo lo mandaba, por no merecer oír sus Palabras.

Este Elegido recibe Mensajes con Mando y Sabiduría, para contestar a preguntas que le hagan de lo que ve y oye. Que esto tiene valor y fuerza para callar. Pero tiene más razón y fuerza el presentar escrito todo lo que dice Dios en su Gloria para que se cunda y enseñe.

¿Quién podría decir “veo a Dios y me da mando”, siendo mentira? Aquí harían preguntas que en el contestar se vería la mentira.

Desperté, oí:

Este Caso es distinto a los muchos que se ha oído que han pasado.

Aquí no dicen “yo hago”, aquí es decir lo que dice Dios en su Gloria con Mando para publicar.

¿Quién podría decir “yo veo a Dios”, y explicar Su Cara, Su Cuerpo y Su Voz?

Esto, de no ser verdad, al decirlo, Dios podría castigar.

Porque dirían cosas que ensuciarían la Existencia de Dios.

Decían en la Gloria que no había más verdad que presentar los Mensajes escritos, diciendo: “Son dictados por Dios”.

Ya que al leerlos siente algo tu cuerpo que no es normal.

Todo esto pasa cuando es verdad y quieres al mundo enterar de que Dios está Vivo con Cuerpo, donde están los vivos que ahí vieron muertos.

***

Libro 40 - Dios Manda En Su Gloria, que Enseñen - Tomo VI - C6

viernes, 29 de marzo de 2024

Este sufrimiento da Resurrección

En Sueño Profético decían:

Se van a decir palabras que en este Arrobo de­cían para el que esté más cerca del Elegido y crea que es Dios hablando. Las primeras pala­bras son éstas: “A más desprecio den, Dios manda que piensen, a los que aquí están más cerca, en lo que a Él Le hicieron y Le siguen haciendo”. Esto es Permitir de Dios. Que esto hace en muchos momentos pensar más que Esto es camino de Dios. Sin desprecios ni su­frimientos no sería camino de Dios.

Dijo un Discípulo de Dios Hombre, (Maestro, como El decía que Le llamaran):

A nosotros, cuando nos llegaban sufrimientos, los aceptábamos, porque así más comprendía­mos lo que Él estaba sufriendo. Las malas personas y los malos espíritus, sin verlos, nos hacían que pensáramos: “Quererlo, pero reti­rarse de Él, porque os llegarán hasta marti­rios por querer defenderlo”.

Nosotros, los once, nos uníamos y nos tapába­mos para que el número doce no disfrutara cuando teníamos pena de saber que al Maes­tro Lo matarían en la Cruz. Y por mucho que pensábamos, no pudimos quitar la Crucifixión que Le dieron. Nosotros lo sabíamos, porque Él nos lo decía. Pero un dicho con grande espe­ranza, para que luego vieran que era Dios. Que primero fue anunciado por los Profetas. Pues para que vieran que era Dios, permite, y su Poder resucita a la Carne que clavaron y su fosa la vieron vacía.

Desperté, oí:

El sufrimiento y el desprecio del hombre más nos hacían que viéramos que era Dios.

Porque nosotros, sus Discípulos, no podíamos hacer nada, por falta de poder.

Pero el Dueño del Mundo, ya que era Dueño con Poder, hubiera acabado el Mundo.

Aquí voy a decir, en dos palabras, lo que un día me dijeron y lo que yo contesté:

Se acercaron unos y me dijeron: “Santiago, ¿tú crees que si tu Maestro fuera Dios Hijo ibais los Discípulos a sufrir como estáis su­friendo?”.

Íbamos cuatro, y ninguno tuvo palabras como las que a mí me vinieron:

“Si a mí me buscaran agasajándome y dándo­me preferencias, poniéndome por encima de mi Maestro, de rodillas Le pediría que en pú­blico fuera muerto en fuego”.

«Porque hasta que vieran las cenizas oirían: “esta muerte es Milagro para mi espíritu, por­que mi espíritu es Tuyo y yo te lo dejo para que le des Mando en el Cielo, como nos has en­señado”».

Es alegría seguir el Camino de Dios, que si lo sigues, tienes que sufrir como Él sufrió.

Pero este sufrimiento da Resurrección.

Santiago, un Discípulo de Dios

***

Libro 54 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VII - C8