sábado, 31 de julio de 2021

La torpeza del hombre

En Sueño Profético decían:

La torpeza del hombre es valorar lo que ya no tiene valor: palabras, que ya no puedes oír; u objeto, que otro no pueda hacer como el que ahí tanto valoras.

La torpeza del hombre es despreciar y luego buscar, y puede que luego la información llegue de otra manera, al no poder directamente preguntar.

Esto es torpeza del hombre: reloj que tiras y marca que conservas, estando aún el reloj con buena cuerda.

La torpeza del hombre es querer despreciar lo de Dios hasta que ya no exista el Instrumento que lleva a la Tierra lo que Dios Aquí le manda para que la Gloria el hombre no pierda.

¡Si el hombre pensara esto, reconocería su torpeza!

¿Qué será mejor, beber agua en la fuente, o llenar una botella para, cuando no haya fuente, beberla y decir: “Esta agua es de la fuente que está seca?”

Dijo uno:

Si el hombre leyera este Mensaje, se vería torpe, aunque no quisiera, cuando pensara:

¡No es de sabios que Dios le hable a los hombres y el hombre esconderse quiera!

¡No es de sabios que luego en otros siglos adornen lo pisado!

¡No es de sabios no querer buscar lo que Dios ya te está dando!

Desperté, oí:

Mal está en lo material

que des palos a una persona

y luego cojas sus caudales.

Pero si piensas, cristiano,

cómo hiciste tu actuar

cuando Dios te estuvo hablando,

te pasará por la mente:

¡No merezco ser cristiano!

Fui torpe, injusto y soberbio.

Fui lapa de pilón sucio.

Pude saber y enseñar

a sembrar, para recoger,

a amar, para perdonar,

ya que Dios me dio grandezas

y a Él las quise guardar.

Tiene que ser horroroso

pensar sin poder borrar

aquello que ya no puedes

porque quedó muy atrás.

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Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C3

viernes, 30 de julio de 2021

La Tierra te hace esclavo

En Sueño Profético hablaban de la esclavitud que el hombre se ponía en la Tierra. Decían que él mismo se hacía esclavo y se cerraba las puertas de la Gloria. Porque la avaricia de la Tierra no puede tener Aquí entrada, ya que Aquí no hay diferencia de clases como hay en la Tierra. Aquí viene el Amor al Prójimo y la Caridad.

Dijo uno:

Esto lo rechaza el que la Tierra le ofrece riquezas y él olvida esta Vida Eterna, que está por encima de todo lo de la Tierra. De la Gloria sale el espíritu, y si él quiere, Dios lo espera y Aquí lo entra. Que esto se consigue poniendo Aquí la preferencia. Y la preferencia la pones tú, pensando que la muerte hay que esperarla, y que si muerte no hubiera, nadie en la Gloria entraría. Porque el cuerpo es basura que, cuidándolo y no cuidándolo, los años se llevan las fuerzas de la vida.

Desperté, oí:

Igual que hace la vida con el cuerpo, tienes que hacer tú con no querer lo que vale mucho dinero, que Aquí no te lo puedes traer.

Al que en la Tierra luchaba por lo más caro, le decían en la Gloria esclavo.

Que los esclavos por avaricia tenían luego mal pago, cuando muertos los veían.

El que ama a Dios y vive sus Palabras, sin riquezas tiene de todo y nada le hace falta.

El Amor a Dios te quita los pensamientos de tener con avaricia lo que no se llevan los muertos.

Y tú te haces esclavo para tener herederos.

Que a veces están heredando y del muerto mal hablando.

Porque no disfrutó lo que tenía guardado.

La Tierra te hace esclavo presentándote lo más caro.

Pero con esta Enseñanza la Tierra será tu esclava.

Con Amor –decían en la Gloria– nada te faltaba.

Que la Confianza en Dios te agranda las alegrías y te quita el sufrir que te llega.

El Poder de Dios deja al mar sin movimiento y hace que se mueva la montaña.

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Libro 41 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo III - C2

jueves, 29 de julio de 2021

La medalla y la niña

En Sueño Profético decían:

Ésta es la Gloria. Aquí ya está el espíritu del cuerpo destrozado por los médicos buscando la curación. Pero no tuvo remedio, porque su tiempo ya se cumplió.

Dijo un espíritu con Mando de Dios:

El que haya presenciado este caso que dictan, ve que esto, de la Tierra no es.

Se van a decir las palabras que dijo el Elegido: “La medalla se la di yo. Mientras su cuerpo vivió, la tuvo. Pero ya no vive. Para que viva sucia y enterrada, que se la ponga la madre”. La madre dijo un “no” con mucho desprecio. Y el Elegido dijo: “Yo se la quito y me la llevo”. La niña fue al sitio que no hace falta decir nombre, porque da pena grande.

Decían en el arrobo, que tan sólo al pensar que la presencia del Elegido había estado con la niña, para llevarle alegría, tenía que llegarle el día a la madre de llamar al Elegido pidiéndole perdón.

Desperté, oí: 

El día pasado ha sido día de no comprender que Dios está aquí hablando. Sin comprender, por falta de creer y amar.

A Esto hay que dedicarle todo el tiempo, para romper las barreras que ponen los espíritus que no son de Dios.

Decían en le Sueño, que este Elegido iba mandado al enfermo. Y que su presencia, si eran de Dios los enfermos, les dejaba gran ánimo.

Que el ánimo es el medicamento del espíritu.

Y que de este medicamento, su receta es tener siempre a Dios en tu pensamiento y en tu espíritu.

Decían en la Gloria: “Si el hombre creyera quién manda estas Palabras, la vida al Elegido se le cambiaría”.

Es vida de sufrimientos para acarrear al Cielo.

El desprecio, a tu presencia no ha sido, aunque han querido que sea.

La medalla y la niña la nombraban de noche y de día.

Esto hace sufrir, pero deja al descubiertos los cuerpos sin a Dios sentir.

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Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C2