En
Sueño Profético hablaban del Poder de Dios, de su Permitir y de su Perdón. Decían:
Tan
sólo al ver el milagro en la “Piel de Cordero”, ver de éste brotar agua,
estando en una urna guardada, ya es gran pecado el poner duda en lo que aquí
está pasando, ya 38 años, todos los días, pudiendo presentar un Mensaje que en
el arrobo Dios manda que quede escrito para que sea publicado. Habiendo dejado
esta publicación a muchos al descubierto, de los que se nombran cristianos y
católicos. Pero este nombre solo aquí no llega.
Sigue
un espíritu el Mando de Dios:
Todo
el sufrimiento del que Dios trae a su Gloria se lo dan porque saben que los
Escritos no son de la Tierra y quisieran que su cuerpo no existiera. Pero el
Amor de Dios lo cubre con las Fuerzas Eternas.
Este
Caso es único, por la cantidad de años que Dios lleva hablando todos los días.
Si se
pudieran ver todas las curaciones que por las peticiones de este Elegido se han
concedido, verías a muchos llorando, pidiendo Perdón. Y a otros, asustados,
diciendo: “¿Me castigará Dios por no seguir al Elegido?”. Esto en enfermedades
del cuerpo. Pero también ha habido muchas curaciones de espíritu. Y también ha
retirado a muchos del pecado. Pero esto siempre lo tienen callado.
Desperté,
oí:
Por
mucho que Aquí se diga de milagros, quedan muchos más callados.
El
hombre quiere poner su saber por encima del que le deja la vida.
Ahí,
temporal. Aquí, Eterna.
¡Es
sufrimiento grande el querer que el mundo sepa estos milagros y tener que
callarte!
Decían
en la Gloria:
Piel
de cordero, que Dios te eligió, poniéndote de ejemplo en alta voz, con estas
Palabras:
“Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo”.
“Cordero
de Dios, que si el hombre copiara tu amor, el hombre sería manso y le llegaría
muerte mandada por Dios, pero no por disparo”.
El
interior del cordero es como la piel que lo viste, que le pones las manos y te
sientes humilde.
Llegó
el sueño y tenía este pensar:
“Señor,
que los enfermos que me llamen, se curen, y que vean que has sido Tú y que no
he sido yo”.
“Señor,
abre caminos, y que vean lo imposible, fácil, y lo fácil, imposible”.
Esto,
poniendo a Dios delante.
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Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C5