miércoles, 30 de noviembre de 2022

Donde dos hablen de Mí, Yo con ellos me encuentro

En Sueño Profético decían:

A Dios Lo siguen y Lo persiguen. A Dios Lo buscan, y otros Lo ocultan sabiendo donde da su Palabra para que sea cundida. Cundir lo que Dios dice, es vivir su Obediencia. Ocultarlo, es hacer traición a su Mando y defender a los enemigos de Dios. Hablar de Dios es querer que Él esté entre el hombre.

Quién no sabrá estas Palabras: “Donde dos hablen de Mí, Yo con ellos me encuentro”. Pues si en vez de dos hablan dos millones, son pocos. Él dijo dos porque uno sólo no dialoga, pero este dialogar es sin descanso, cundiendo su Existencia, su Vivir y su Mando. El que dé la voz más fuerte,  menos querrá ocultarlo. A todo lo dicho por Dios, tiene el hombre que darle publicación.

Dijo uno:

¿Quién pararía la lluvia antes que Dios, una vez que Él va pisando la nube y Lo adora el resplandor por encima de las nubes? Todo lo que Dios hace ver, no es para el que lo ve o lo oye. Cuando es para un espíritu, ya Dios hace que de él no salga, por falta de Enseñanza. Pero los que Él coge como Lugar para la Enseñanza, verán que el patíbulo a ellos no les dice nada, y les verán crecimiento de Sabiduría y de palabras.

¡Cómo va a desobedecer el Elegido a Dios! Con vida se mete en el ataúd antes de decir: “Dios, esto no”. La negación de Pedro pudo el gallo no cantarla aquel día, pero Dios dijo: “Antes de que cante el gallo, Me negarás”. Ya no podía guardar silencio el gallo. Pues muerto ven al gallo, y oyen su canto. Si la Estrella se paró donde Él paró su Mando, ¿cómo no va a obedecer el que Él le esté hablando?

Desperté, oí:

Enseña Dios al que le manda, para que no acepte mando del que no sabe o del que en contra de Él va.

Nunca llegará enfado a esta Gloria por hacer lo que Él mande.

¿Quién iría voceando, con alegría o descontento, en sitio deshabitado, como pedazo de desierto?

Con alegría, para repartir contento. Y con pena, para recibir consuelo

¿Y tocar las campanas, sabiendo el campanero que sólo él habitaba en la ciudad, aldea o pueblo?

No hay pregón que se mande a pregonar a la selva para que lo cumplan las fieras.

Pues, ¿cómo va a traer Dios un espíritu a su Reino para que se cubra la cara y a todo guarde silencio?

El hombre que piense esto, que se refuerce el pensar leyendo estos Evangelios:

“Lo que os digo de noche, decidlo con luz del día. Id por todos los confines del Mundo”.

Esto es puro Evangelio, y lo dijo Dios a sus Discípulos.

No seas prudente al silencio cuando digas: “Dios me ha dicho”.

***

Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C2

martes, 29 de noviembre de 2022

La Verdad tiene fuerza

En Sueño Profético decían:

Publicando estos Mensajes, a Dios tienen que Nombrarlo. Unos creyendo y otros preguntan­do que cómo puede ser tener tantos Libros pa­ra publicarlos. Y ya forman polémica, y la ver­dad da el escándalo aquí.

Dijo un espíritu que siguió a Dios Hombre y a sus Discípulos:

Yo Le oí más de una vez a Dios Hijo, Maestro como Le llamaban sus Discípulos, estas Pala­bras:

Si calláis mis Palabras tendréis que oír que mi Padre en Mí no habla. Y que Yo no soy Dios, Hijo del Padre, que con su Pala­bra hizo Cuerpo y puso el nombre de Ma­dre Virgen, que nació Dios Hijo de Dios Padre. Al callar esto, hubiera podido la mentira y la verdad hubiera quedado en silencio escondida.

Cuando sus Discípulos oían este Mando, con estas Palabras, ya les veías fuerzas y sus pala­bras iban parando. Así se cundió por los montes y por los pueblos: “Ya vienen los Dis­cípulos”. Al oír estas palabras cerraban las puertas y en la calle al Maestro Lo esperaban. Unos Le hacían preguntas con Amor y ya el Maestro contestaba y se unían a los Discípu­los. Más de uno Le pidió Perdón por no creer que fuera Dios, por permitir tanto que a Él le hacía sufrir.

Desperté, oí:

Va el Mensaje a que si se hubiera callado la Palabra de Dios, Dios no hubiera bajado a la Tierra, y sabiendo que el hombre Lo mataría.

La Verdad tiene fuerza, que esto lo pueden ver con lo que aquí está pasando.

Esto es lo que más les hace callar a los que no creen que hay otro Mundo, que allí espera Dios con Cuerpo para que, el que quiera la Vida Eterna, viva en su Reino.

Si los Discípulos no callaban las Palabras de su Maestro, cómo va a callar el espíritu Arro­bado, que Dios le da Mando para que cuando llegue al cuerpo sea pregonero de este Cielo.

Cuando algo es verdad es más difícil callar que pregonar.

Aunque pregonando sufres, pero el Mando de Dios cumples.

***

Libro 54 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VII - C6

lunes, 28 de noviembre de 2022

Mándame, Maestro. Yo quiero tu Mando

En Sueño Profético hablaban del Amor a Dios, de su Mando; de su Presencia, cómo la sientes, cuando a Él te ofreces para que te dé Mando. Es premio el decir: “Lo que estoy haciendo, Dios me lo ha mandado. A mí no me cansa el hacer su Mando. Que este mismo Mando lo puede hacer todo el ponga, este Amor, primero”.

Dijo uno:

Yo soy un espíritu de la Gloria, y con el Mando de Dios estoy dictando el Dictado. Cuando vivía con cuerpo, nunca me costó trabajo hacer lo que Dios tiene dicho en Diez Palabras, que son los Mandamientos. Escritos los llevaba en el bolsillo, y cuando dudaba de que algo no hubiera hecho, sacaba el papel y lo repasaba. Y ya Dios parece que me hacía sentir estas palabras: “Con querer cumplirlos, ya todo lo que hagas es pidiendo Mando”. Este sentir me quitaba los nublados que me hacían ver los espíritus malos.

Desperté, oí:

Cierto que los espíritus que no son de Dios, todo lo hacen ver mal y con castigo de Dios.

Pero si tu Amor es grande, conoces a los espíritus que son de Dios y a los que quieren apartarte de Él.

El Amor a Dios es lo más grande.

El que sienta este Amor, los Mandamientos, con alegría los hace.

Y va enseñando cómo no retirarte de Dios.

Este Amor dando Mando, más lo buscas, más lo quieres y más de Dios vas hablando.

¡Es lástima que los que más pueden pedir Mando, por su tiempo y su dinero, se retiren de este Mando!

Éstos, por buenos que sean, Aquí los nombran malos.

Bueno sin seguir a Dios ni pedirle Mando, es bueno con engaño.

Los Discípulos sufrían el día que no tenían Mando.

Esto se les oía mucho: “Mándame, Maestro. Yo quiero tu Mando”.

***

Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C1