En Sueño Profético decían:
El Amor a Dios te hace ser bueno, aunque tú quieras
ser malo porque malos sean contigo. El Amor a Dios lo van publicando tus actos,
tu consejo y tu cobijo. El Amor a Dios te retira del pecado, de la venganza y
de la ira, y ya vives moldeando tú a la vida, que es lo que el hombre no hace
porque de Dios se olvida.
Dijo uno:
Si el hombre amara a Dios y creyera que de Hombre
vivió en la Tierra, su vista la echaría al Cielo y su reverencia a la Tierra.
El hombre habla del nacimiento de Dios como si fuera una leyenda que alguno se
inventó. Son pocos los que no olvidan que Dios se hizo Hombre y Maestro para la
Salvación del hombre. Para que el hombre supiera que había dos vidas: la del
espíritu y la de la materia, pero que siempre era el mando del espíritu, que el
espíritu sin el cuerpo vivía, pero el cuerpo sin el espíritu quedaba muerto.
A esto bajó Dios a la Tierra, a enseñar. A sabiendas de
que serían pocos los que a Él lo seguirían, de que serían pocos los que todo
dejarían dándole a Él la preferencia. Son muy pocos los que cumplen contentos
los Mandamientos.
Desperté, oí:
¡Qué sufrimiento tan grande tiene el que tiene que
decir “esto para el espíritu, esto para la carne”, de ver que muy pocos al
espíritu prefieren!
De ver el poco deseo que de saber de Dios tienen.
Cierto que al hombre le molesta cumplir lo que Dios
dijo en la Tierra.
Le molesta porque no cree que sea Dueño y la Libertad
les deje.
Dios se hace Hombre y ofrece su Libertad.
Pero el que ama, cierra puertas y a la Libertad no le
permite entrar.
El que haga este desprecio, que espere de Dios su
mandar.
No hay más creencia y Amor que despreciar la Libertad.
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Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C7