En Sueño Profético decían:
Las alegrías que Dios te manda
son alegrías de milagro. Que éstas, Dios las irá mandando para el sufrir
achicarlo.
Se vieron unos rayos de luz. Eran
como espigas doradas que por la puerta entraban. Y ya se oyeron estas palabras:
“¡Luz Divina, Luz del Cielo! ¡Luz
Divina, que cambias los pensamientos!”.
Esta Luz –y otra vez se vieron
los rayos de luz con fuerza por el lado de enfrente de la ventana, o sea, de la
ventana que estaba cerrada–, Dios la entra. Que antes, la Luz estaba con las
palabras de los que están aquí unidos y con fuerza hablaban de los arrobos para
publicarlos.
Dios maneja tu espíritu y tu
cuerpo.
Desperté, oí:
Antes de Dios arrobar el espíritu
la noche pasada, el espíritu del mal te atormentaba.
Pero Dios te arroba el espíritu y
entra Fuerza de Luz Divina, que nadie puede encenderla ni apagarla.
Los libros, que no se dejen de
hacer y que los sigan presentando.
Ya que esta cantidad de Libros no
la tiene nadie.
Esto tiene que formar gran
escándalo, cuando vean verdad sin nadie poder reformar una palabra.
A más pienses en la Luz que,
dormida, estabas viendo, más verás que esto nadie puede hacerlo.
Termina el arrobo con estas
palabras:
“¡Luz Divina, Luz del Cielo!
¡Luz Divina, que cambias los
pensamientos!”.
Que se cambian en alegría los que
te dan sufrimiento.
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Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C5