En Sueño Profético decían:
Cada día se están quedando más al
descubierto los que, por muchos estudios y carreras que tengan, no creen en la
Vida Eterna. Si creyeran, sería poner todo para la Eternidad, que es la Gloria.
Que Aquí la muerte no puede llegar, porque la muerte es para los cuerpos, y ya
el espíritu tiene la vida eterna, en la Gloria o en la Profundidad. Que estos
dos sitios los eligen la creencia con Amor de Dios o el desprecio sin creer y
sin pensar que la Tierra es para el animal, que no tiene espíritu, y es traje
viejo y sucio.
Ya siguen el Mensaje los Discípulos de
Dios Hijo, con la Enseñanza del Maestro —este nombre es para sus Discípulos,
que para todos los demás era Dios Hijo—. Dijo Santiago:
“Nosotros, la Enseñanza que más
repetíamos, dicha por nuestro Maestro, era que pensaran el que creía y amaba no
pensara en la muerte, porque Dios al que en la vida de la Tierra Lo nombraba
viviendo sus Mandamientos, la muerte no le llegaba a su espíritu. Le llegaba al
cuerpo, con Mando del Espíritu de Dios, y ya se veía en la Gloria, que es donde
están todos los espíritus que están a este Servicio de Dios”.
Desperté, oí:
Todo el Mensaje era hablando de la
muerte, que es lo que el cuerpo más teme.
Los Discípulos de Dios tenían la
Enseñanza de Dios Hijo, que eran estas palabras:
“Si estáis con la alegría puesta en la
creencia de mi Vida y en la de Dios Padre, la muerte le llega al cuerpo que
está en la Tierra, pero el espíritu está en Vida Eterna, que la muerte no le
llega”.
La muerte es buscada de dos maneras: Una,
haciendo algo de gran poder con tu cuerpo, con altura o con golpes; y otra,
viviendo tu vida con el nombre de pecado. Estos tienen muerte de cuerpo, en la
Tierra, y de espíritu, en la Gloria.
Éstos tienen muerte de cuerpo en la
Tierra, y de espíritu, en la Gloria
Ya mandan que se termine el Mensaje con
alegrías.
Fue terminar estas palabras, y la carne
que Dios me unió estaba en su despacho, con su cuerpo normal, como cuando
copiaba los Mensajes. Y ya dijo:
“Ana, a mi espíritu Dios lo manda para te
diga estas palabras: cuídate, que tu cuerpo le hace falta a tu espíritu, para
que esta Grandeza forme escándalo”.
El Poder de Dios le da fuerzas a tu
espíritu y dices:
“Señor, contigo a todo le puedo,
sin Ti, al sí y al no desprecio.
Contigo, Señor,
a nada le temo”.
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Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C7