En Sueño Profético hablaba Dios Hijo, hablaba a sus ángeles y a sus santos, a su misma Gloria; hablaba para que el espíritu arrobado hablara de su Gloria, de su Existencia, que todo es un mismo Dios. Se oía:
Alabad a mi Padre y practicad mi Doctrina.
Respetad mis Palabras, que en la Tierra yo dejé.
Amaos, para que vengáis a mi Reino.
Rubricad el nombre de cristianos con vuestras obras.
Haced que os conozcan como conocían a mis Discípulos.
Sellad a los míos por las obras y la humildad.
Aprended a conocer a los espíritus malignos, que apartados están por Mí, porque quisieron pecado.
Respetad mis Palabras por Amor. Respetad al que cumple mis mandatos.
La alabanza del hombre y la blasfemia, llegan a mi Padre, por ser mi Padre el que me manda y Yo llevar su Palabra; Yo: Hombre, Dios y Espíritu del Padre.
Dios Padre se hizo Hombre, quedando en Espíritu en esta Gloria, viviendo Yo, Dios Hijo y Hombre, en la Tierra, y quedando Yo, Dios Padre, en este Cielo.
Desperté, oí:
¿Dónde tiene el hombre escrito
un Escrito como éste?
¿Dónde te aclara su Reino,
como uno que lo ha oído
Allí, en su mismo Cielo.
De uno que lo ha oído,
y Él mismo se lo fue diciendo.
Esto, si no fuera para enseñar,
verías sin poder explicar
lo que has visto Allí en su Reino.
Y oirías, sin saber decir
lo que Allí estabas oyendo.
¡No ves claro Aquí, cristiano,
lo que te dice este Sueño?
Si no eres fariseo,
pide que Dios te dé Luz
en lo que oscuro estás viendo.
Dios nunca deja sin Luz,
al que Luz Le está pidiendo.
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Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo II - Capítulo 1
La Luz de Dios siempre apunta a la misma dirección: Amor al Padre y al Prójimo.
ResponderEliminarSi seguimos sin ver, será porque cerramos los ojos.