En Sueño Profético hablaban de este Caso hoy único, de estos días,
de estas noches, de estos arrobos.
Dijo uno:
Yo creo que aún no han valorado el
Lugar que Dios coge su espíritu para dar sus Palabras. Aquí se destaca más el
desprecio que el querer unirse ofreciendo lo que puedan hacer para ayudar a
publicar o para quitarle al Elegido sufrimientos. Todo es no creer, o peor,
creer y no amar a Dios. Porque al no creer, no se nombra a Dios en los momentos
que en la Tierra te niegan tu petición. Entonces Lo nombran con insultos o con
promesas para alcanzar lo que ven imposible en la Tierra. El no creer, no te
recuerda nada.
Con este pensar, al Elegido, el
sufrimiento le agrandan. Es sin razón el desprecio, ya que el Elegido se ofrece
a todo y allana caminos. Todo lo que quiere es que sigan sus pasos, que copien
su vida y vean milagros. Lo contrario que el hombre, que sus bienes de la
Tierra los guarda y los esconde, que esto son las herencias. Luego esta el
saber, bien de manos o de talento –que ninguno sirve Aquí–. Y el hombre se
guarda el saber para que otro no sea como él.
Desperté, oí:
Estudia estas Palabras y
conténtate o refórmate.
Conténtate, si amas a Dios y al
Elegido prefieres.
Y refórmate antes de que esa vida
dejes.
No tiene disculpa amar y
despreciar, y sí certifica el no creer en Dios y en su Reino.
Decían en la Gloria, que en la
Tierra escondían el saber el académico o el artista, para que, el que
aprendiera, no lo hiciera como él.
El que Dios elige para enseñar,
sufre por querer que como él sean los demás.
Siendo hoy este Caso único, lo
pagan con el desprecio. Que este desprecio es a Dios.
Dios permite en la Tierra hasta
que dejes tu traje de carne, de pienso para los gusanos.
Que de no ser enterrado, por
otros animales sería devorado.
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Libro 45 - Te Habla El Profeta - Tomo VI - C2