En Sueño Profético decían:
¡Qué alegría es tener Paz y que esta Paz sea cundida! La Paz rechaza todo lo que otro abriga, que es la ira, la soberbia, la venganza, y si has recibido un golpe, poner la otra mejilla. Si esta Paz tú la practicas, irás contagiando a muchos que esta Paz no la vivían.
Dijo uno:
Yo, de cuatro abuelos que mis amigos tenían, sólo uno tenía. Los otros tres murieron. Mi madre no conoció a sus padres, porque murieron. Mi padre sólo al padre. Su madre murió al tenerlo. Pues mi abuelo era rifado por el pueblo. Mi madre lo quería tanto, que el mejor sitio de la casa era para el abuelo. Siempre refería: “¿qué hubiera sido de mí sin conocer al abuelo?, que me cuida a mis hijos mientras yo voy con el suyo a ganar el sustento”. (El suyo era mi padre).
Mi abuelo reunía en mi casa a otros niños que sus madres también tenían que trabajar en la calle. Le dejaban la comida, y él no pedía nada, pero ellas respondían y mi casa la llenaban. Era curioso que los niños lo buscaran contentos para que les contara cuentos. Les hablaba de Dios, de cuando era Niño como ellos. Les hablaba de la Madre, de cuando vio al buey tan cerca y que respetaba al Niño, y le echaba el aliento para remedirle el frío.
Desperté, oí:
Les contaba mi abuelo, a los chiquillos, cuentos del Cielo. Y él les trasmitía la Paz.
De la muerte de su madre contaba un cuento. Les decía:
Mi madre era tan buena, que Dios la quiso para el Cielo.
No se la llevó Dios antes porque tenía que traerme a mí, para yo servirle a Dios como el pueblo me está viendo.
Vosotros quered, antes que a nadie, a Dios de Niño, porque Él siempre os está viendo.
Luego, cuando seáis mayores, ya llamad a Dios Hombre. Pero llamadlo siendo buenos, ofreciéndos a servirlo con los Diez Mandamientos.
Cuando os entre ira, decid: “yo ya la ira no la quiero”, y la ira se irá.
Cuando os falte Paz, mirad al Cielo, y notaréis que algo llega a vosotros, que es el responder del Cielo.
No os hagáis los sordos ni los ciegos cuando veáis al desnudo y al hambriento.
Tened siempre en la memoria y en la lengua mis cuentos.
***
Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Eneseñen - Tomo IV - C5
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miércoles, 13 de junio de 2018
domingo, 16 de octubre de 2011
Los refranes del tío abuelo - Libro 6 - Dios Manda en su Gloria que Enseñen - Tomo I - Pag. 64-65-66
En Sueño Profético decían:
No hay más descanso, que hacer lo que puedas por el que a ti te necesite.
Dijo uno:
Y no hay mejor bien, que hacer el bien donde el bien hiciste y no sabías que tú el bien podías hacer.
Hay quien hace el bien porque el bien le pidieron. Y hay quien hace el bien porque el bien siempre está haciendo. Haciendo siempre el bien, seguro que ganas el Cielo.
Este refrán lo decía un tío abuelo de mi padre:
El bien es una semilla
que la siembras y te sale
por cada grano un costal,
de un tamaño incalculable,
y luego, este costal,
sirve “pa” reverenciarte,
porque no cabe la duda
que los santos que son santos,
fueron santos sin ver nadie,
tan sólo los vio este Dios,
que es el único que sabe
cuando tú quieres ser santo
o cuando Dios santo te hace.
Dios quiere que todos quieran
hacer lo que pocos hacen.
Estos refranes decía
mi tío abuelo a mi padre,
por eso yo vi en mi casa
hacer el bien a mi padre,
y lo seguíamos los hijos,
“acompañaos” de mi madre.
Mis padres no comprendían
el hacerle mal a nadie.
Mi casa fue conocida
por “La casa remediable”.
Desperté, oí:
Esta casa remediaba,
aunque no llenara cestos.
Esta casa remediaba
de palabras y contentos.
Estaban chicos y grandes,
por quitar los sufrimientos.
Esta familia sembraba el bien,
bien que no le pedían;
esta familia hacía el bien,
y luego Dios respondía.
Nunca esperaban a oír
si ellos hacer podían
lo que no querían decir
por temor molestarían.
Era casa acomodada,
abierta y siempre dispuesta
a lo que “tos” le mandaran.
Esta familia completa,
cuando dejaron la carne,
Aquí viven Vida Eterna.
Los refranes del tío abuelo,
a “tos” los metió en el Cielo.
***
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