En Sueño Profético decían:
Esto son comparaciones para que queden escritas:
Si Dios no habla en el Lugar,
esta vida jamás hará.
Tú no te guíes de aquél
que dice: “mentira es”.
Si la buscas y la encuentras
siempre a servirte dispuesta,
retira tu duda ya,
pues si dudas de que es hielo,
arrima la barra al fuego,
y el fuego te lo dirá.
Pues aquí ves la actuación
de sufrir y caminar.
La palmera es la palmera,
sin poderla comparar
con la mata de la hierba,
que la pisas al pasar.
Todo son comparaciones
fáciles de comprobar.
El gigante y el enano,
la aldea y la ciudad,
la pena y la alegría,
la lluvia, la sequedad,
la llanura, la montaña,
el ir y venir acá,
el niño con el anciano,
el día, la oscuridad,
el barro, la polvareda,
el oro con el metal,
los juegos que hacen los niños,
escondiéndose a tirar,
como ven en los mayores,
pero en guerra de verdad.
Los de arriba juegan sólo,
y éstos mueren a “bandás”.
Todas estas diferencias
tiene el hombre que notar,
sin que nadie le desmienta,
diciendo “esto no es verdad”,
porque todo está a la vista
y se puede comparar.
Pues más claro se ve esto
en la forma de actuar.
Despierta, oí:
Yo tendría centenares de comparaciones
para poderte dictar.
Yo le diría al hombre,
que todo es falta de amar.
No hay sufrir mayor,
que te traigan a esta Gloria
y el hombre diga que no.
Dice que no, sin razones;
dice que no, por decir;
dice que no, porque dicen
que no hay que decir sí.
Antes de decir no,
piensa que Dios está Aquí,
y que el “no” es para Él,
lo mismo que es el “sí”.
Es un deber ante Dios,
quien viene a poner la guerra,
poner la Paz.
Y es no cumplir su Mandato,
llevar la guerra a la Paz.
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