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martes, 11 de marzo de 2025

El dinero no sirve en el Camino de Dios

En Sueño Profético decían:

Cuando la carne enferma,
todos llaman a Dios.
Hay más de la mitad
que no se acordaron
hasta que enfermaron,
y ya, aquí, a Dios no dejaron.

La enfermedad es para todos.
La enfermedad es también
para el que no la quiera,
y tampoco puedes elegir la que quieras.

Sin muerte ni enfermedad,
Aquí no puedes llegar.

Si enfermedad no tenías,
mejor que no supieras
si tu hora llegaría.
¿Pa´ qué saberla querías?

Conocí a un poderoso
que buenos lamentos daba.
Pues había pasado su vida
en gritos y en amenazas.
Ya lo conocía el pueblo.
Cuando a alguien le mandaba,
le enseñaba las monedas
y con esto avasallaba
al que no tenía comida
ni rincón, ¡pero ni cama!
Quería comprar la ley,
y había veces que la compraba.
Pues llegó la enfermedad
cuando menos la esperaba.
Ésta le duró bastante,
y la muerte no llegaba.
No encontraba quien le diera
ni un momento de compaña.
Quería dar las monedas,
y nadie se las aceptaba;
quería comprar la ley,
las leyes que Dios no manda;
quería pagar a otro,
para que al prójimo amara;
quería comprar la Gloria,
por si la Gloria se encontraba.
Esto lo conocí yo,
y esto horrorizaba,
el ver el poco valor
que al dinero se encontraba.

Desperté, oí:

El creía que su dinero
le abriría puertas en el Cielo.

Como dinero tenía,
dinero en cantidad,
creía que pagando tendría
compaña día, noche y “madrugá”.

Las Leyes de Dios no se venden,
porque no hay vendedor,
porque nadie le pondría precio
a este Grande Inmenso Dios.   

Él te recoge tu pago,
si tú pagas con Amor.

Porque el dinero no sirve
en el Camino de Dios.

Déjate un poco tu ira,
y piensa en la enfermedad,
en la muerte, en el que sufre,
y que algún día dirán:
¡Ya se ha muerto el poderoso,
y se dejó su caudal!

Vive pensando en la muerte,
que esa vida vives ya,
y si amas, nunca mueres,
porque vives Eternidad.

***

Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo I - C6

miércoles, 30 de mayo de 2012

El rezo no te sirve porque estás metida en el pecado

En Sueño Profético decían:

El rezo y los ruegos llegan Aquí cuando no haces pecados, o cuando los has hecho y te horroriza el haber pecado.

Dijo una mujer:

Yo vivía dando escándalo con hombres que no eran míos. Rezaba yo algunas veces por grandes contrariedades que me venían. Estas contrariedades eran que mi deseo y mi avaricia no me venían a las manos. Exigía a lo que no era mío, que lo suyo abandonara, que a mí me diera el salario, y que no pensara en nada, en nada que le dijeran que era malo para su alma. Pues con todo esto que yo hacía, me ponía a rezar, y un día se acercó a mí un hombre y me dijo:

   ―El rezo a ti no te sirve, porque estás metida en el pecado, y no sólo pecas, sino que quieres meter la oración en el lodo. Dios te deja Libertad para que a Él no Lo ames, pero no quieras que Dios te ayude en el pecado cuando tu pecar sea de avance.

Quise contestarle y no pude de lo que aquellas palabras en mí hicieron.

   ―¿Es que tú también has pecado, en cantidad, como yo?

   ―¿Tú no has oído decir, el gran Santo de Agustín? Pues yo soy sólo Agustín, ya lo demás que lo digan ellos.

Yo pequé y hoy quisiera,
aunque hubiera pecado más,
que el pecado no lo conociera
el que no fuera a buscar
a este Dios que tanto sufre
por no quererte obligar
a que ruegues y no peques,
o a que peques sin rogar.

Ya, desde este momento,
se terminó mi pecar,
y mandaré a los que vienen
a mi casa a pecar,
vayan y busquen lo suyo,
que allí se encontrarán
a la madre, a los hijos,
y dentro de aquel lugar,
el susurro de una oración,
que ésta, a Dios, llega ya.

Desperté, oí:

Yo no podía dejar
el ver tantos pecados
y luego a Dios llamar.

A mí, los muchos pecados,
no me podían asustar.
Lo que sí me asustaba
era el verla rezar.

Cuando yo a Dios llamé,
fue cuando ya no pequé.
No pequé y miré al Cielo,
y allí encontraba el consuelo 
de encontrarme "perdonao".

Yo le entregué materia
para que Él la mandara
en los sitios de pecado
que Él supiera que hacía falta.

Sin pensar fuera de día,
de noche ni madrugada,
ni que pasara los ríos,
ni que los aires sonaran.

Cuando yo me vi Agustín,
por este Dios "perdonao",
le hice un ofrecimiento:
que nadie ya pecaría
cuando estuviera a mi "lao",
y buscaría a aquellos
que a Dios nunca habían "amao".

Esto es lo menos que hace
aquel que fue "perdonao".

AGUSTÍN DE MÓNICA

***

Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 92-93-94-95

jueves, 24 de marzo de 2011

El dinero no sirve en el Camino de Dios - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo I - Pag. 251-252-253-254


En Sueño Profético decían:

Cuando la carne enferma,
todos llaman a Dios.
Hay más de la mitad
que no se acordaron
hasta que enfermaron,
y ya, aquí, a Dios no dejaron.

La enfermedad es para todos.
La enfermedad es también
para el que no la quiera,
y tampoco puedes elegir la que quieras.

Sin muerte ni enfermedad,
Aquí no puedes llegar.

Si enfermedad no tenías,
mejor que no supieras
si tu hora llegaría.
¿"Pa" qué saberla querías?

Conocí a un poderoso
que buenos lamentos daba.
Pues había pasado su vida
en gritos y en amenazas.
Ya lo conocía el pueblo.
Cuando a alguien le mandaba,
le enseñaba las monedas
y con esto avasallaba
al que no tenía comida
ni rincón, ¡pero ni cama!
Quería comprar la ley,
y había veces que la compraba.
Pues llegó la enfermedad
cuando menos la esperaba.
Ésta le duró bastante,
y la muerte no llegaba.
No encontraba quien le diera
ni un momento de compaña.
Quería dar las monedas,
y nadie se las aceptaba;
quería comprar la ley,
las leyes que Dios no manda;
quería pagar a otro,
para que al prójimo amara;
quería comprar la Gloria,
por si la Gloria se encontraba.
Esto lo conocí yo,
y esto horrorizaba,
el ver el poco valor
que al dinero se encontraba.

Desperté, oí:

El creía que su dinero
le abriría puertas en el Cielo.

Como dinero tenía,
dinero en cantidad,
creía que pagando tendría
compaña día, noche y “madrugá”.

Las Leyes de Dios no se venden,
porque no hay vendedor,
porque nadie le pondría precio
a este Grande Inmenso Dios.

Él te recoge tu pago,
si tú pagas con Amor.

Porque el dinero no sirve
en el Camino de Dios.

Déjate un poco tu ira,
y piensa en la enfermedad,
en la muerte, en el que sufre,
y que algún día dirán:
¡Ya se ha muerto el poderoso,
y se dejó su caudal!

Vive pensando en la muerte,
que esa vida vives ya,
y si amas, nunca mueres,
porque vives Eternidad.


***