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viernes, 15 de mayo de 2015

El que ama, no cumple ni hace las cosas por costumbre

En Sueño Profético hablaban de costumbres y de cumplimientos con Dios.

Dijo uno:

El que ama, no cumple ni hace las cosas por costumbre, ni para que las vea otro. El que ama, no tiene fechas ni horas para mandar Amor al Cielo. El que ama, reverencia sin promesas y sin medir las palabras. El que ama, está siempre con unas justas palabras, que si piensas, no son justas, son palabras variadas, pero que Dios ya las pone en sitio que no hace falta que sea aniversario para saber cómo Lo amas.

Dijo una mujer:

A mí me enseñó a recordar a Dios una mujer que a ella la enseñó su marido y el hermano de éste. Decía, que cuando los conoció, se enamoró más de su vivir, por el contacto con Dios, que por intereses que hubiera. Se habían criado huérfanos, con una hermana del padre que siempre estaba enferma, y ellos le tenían un gran cuido de amor. Estos hermanos decían que para amar a Dios no había noche ni día, hora ni sitio, ni compañía; que el trabajo no estorbaba; que el sufrir acercaba a Dios; y que el tener todo de sobra, te hacía buscar el sitio donde siempre te encontrarías a Dios esperando al que a Él quería servirle.

Desperté, oí:

Estos hermanos amaron tanto,
que no les daba tiempo
de clasificar categorías,
de fechas, horas, días
y costumbres de los pueblos.

Ellos vivían con Dios,
y Dios era lo primero.

Tenían Amor con gritos,
y vivían en silencio.

Ya llegaron a casarse,
y sus casas eran templos.

Antes de ir al trabajo,
visitaban una ermita
que no lejos les cogía.
Pero si tanto no aman,
fijo, no les llega el tiempo.

Aquí el Amor se presenta
sin noche, día ni momento.

Cuando la nube es bien grande,
arroyos son los senderos.


***

Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C2

martes, 5 de agosto de 2014

Por costumbre o por Amor

En Sueño Profético hablaban de hacer las cosas de Dios por costumbre o por Amor.

Dijo uno:

El Amor enseña más que las costumbres. Las costumbres siempre son iguales, medidas y mayoría de veces sin sentirlas, hechas maquinalmente; pésame que se da como el que va delante, como el que viene atrás; cumplido que si estás comiendo, ofreces con cortedad, y gracias te da el hambriento. Todo son costumbres puestas de unos en otros, aprendiendo. Pero donde hay Amor, se olvidan de las costumbres y nace a cada momento algo hecho para Dios, que tú se lo haces al hombre, al niño, sin pedir explicación.

Es tiempo de estas costumbres, y si a Dios tienes presente, cuánta Enseñanza darás a malos y a buenos hombres. Los malos empezarán a pensar y más pensando: “¡qué alegría amar así!, ¡qué alegría ir enseñando!”. Esto lo pensará el malo, que si pudiera, con goma borraría su pasado. Ya el bueno, el que a Dios está entregado, se olvida de las costumbres que mayores enseñaron, y va copiando de otro que lleva una fecha fija, una estampa en su presencia de Dios Padre, de Dios Hijo y del Espíritu que manda; también lleva en su presencia al enfermo y al anciano, sin ocuparse de fechas. Todo nace del Amor, que enseña sin dar pensar: “no es la fecha todavía”.

Desperté, oí:

Cierto que el Amor a Dios
te enseña más que las costumbres.

Las costumbres son del hombre.
Lo de Dios es costumbre viva.

Viva y con movimiento
que acerca y no retira.

Que no cansa y quisiera
tener una fecha fija.

Y siempre la misma estampa
de Dios Padre, de Dios Hijo.

Con esta visión delante,
para siempre amar lo mismo.


***

Libro 11 - Te Habla el Profeta - Tomo II - Pag. 105-106