En Sueño Profético decían:
Tus Escritos sean presentados como son dictados; que antes fueron dichos al espíritu sin cuerpo.
Dios siempre tiene las mismas Palabras, igual que al hombre siempre le verán el mismo cuerpo, por ser Palabras y hombre creación suya.
Todo lo creado por Dios y su Palabra, el querer llegarle con el éxito del hombre es querer estrellarse, querer cambiar los mares donde agua no hay, querer que las manos vayan en el sitio de los pies, y los pies ensortijados, haciendo el servicio de las manos: saludando y haciendo los mismos trabajos que las manos.
Las manos harían de pies, y andarían unos metros en sitios ya preparados, como hacen para distraer a los niños. Pero los pies, ¿cómo transportar un peso o mover una sartén que está puesta en el fuego o lumbre, para mejor entender? ¿Cómo acunarían los pies a un niño que no anda y después hay que cuidarlo?
El intentar cambiar todo lo que se ha nombrado, retírate pronto de él y ayuda a que sea curado.
Desperté, oí:
Decían Palabras en Gloria
que no hay quien pueda igualarlas.
Hablaban mucho y nombraban:
creación del hombre,
creación de la Tierra.
La Tierra queda en su sitio,
el hombre no queda en la Tierra.
La Tierra la hizo Dios
para que el hombre
se sirviera de la Tierra.
No para que el hombre
prefiriera a la Tierra
y la Gloria la perdiera.
Si la Palabra de Dios
la llevas de consejera,
no coges otra palabra
que el hombre te dé en la Tierra.
La Palabra se hizo Carne,
y Palabra de Dios es Vida Eterna.
***
Libro 20 - La Palabra del Creador - Tomo II - C7
La Palabra de Dios creó la tierra, creó al hombre y en Ellas está la Vida Eterna.
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