En Sueño Profético decían:
Es mejor que Dios te dé el ciento por uno, que tú sin Él tengas muchos cientos. Los que Él te dé, bajan del Cielo. Los que tú tengas sin Él, es pago para el Infierno, que unos van soltando y otros cogiendo.
El Amor a Dios no se compra con dinero, se compra haciendo el bien, que ese bien es para el Cielo, donde está Dios en Espíritu y con Cuerpo. Que este es el capital que siempre está en aumento, dando y perdonando al que ya no quiere pecar ni de pensamiento ni de cuerpo.
Dijo uno:
Yo siempre Le pedía a Dios, que lo que yo deseara siempre fuera de su agrado. Si era pedir para que Él sufriera, que me dejara ciego antes que la petición yo viera. Yo no podía oír palabras que a Dios hicieran sufrir. Yo siempre estaba pidiendo y sabía que me oía porque yo recibía lo que pedía, y si no me llegaba, me aumentaba la Fe y pedía con más ganas.
Desperté, oí:
¿Cómo no verá, el que crea en esta Vida, que no muere lo que ahí al cuerpo le da vida?
¡Qué cierto, que el ciento por uno que Dios da, es el que tiene el aumento cada día más!
Si tienes muchos cientos, tantos cientos que no pudieras contar, si no van de Dios, no tienes nada.
Dios da el ciento por uno, y luego están los cientos de la Tierra, que tú sólo lo que haces es administrar.
Porque la Frontera Divina no deja pasar nada material.
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Libro 32 - La Palabra del Creador - Tomo III - C2
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