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jueves, 29 de junio de 2023

Si quieres hacer el bien, copia de los Discípulos

En Sueño Profético hablaban del sentir que tiene el Elegido de Dios:

Es un sentir que quisiera que todos comprendieran sus palabras y sus consejos, y su forma de vivir.

Dijo un Discípulo de Dios Hijo, Maestro, como Él quería que Lo llamaran sus Discípulos:

El Maestro nos decía:

“El que os siga y no pregunte ¿qué hago?, es porque cree que de Mí lleváis el Mando, y todo lo que haga lo hará con alegría, porque ya puede ir con los que Yo mando, y no tendrá diferencia de vosotros para ir enseñando lo que mi Padre Me enseñó y Yo os estoy enseñando”.

También decía:    

El que pregunte ¿qué hago?, si conoce vuestro vivir, es porque no cree que de Mí lleváis el Mando”.

El que creía que éramos Discípulos de Dios, cuando nos veía cambiaba hasta la forma de vestir, cubriendo su cuerpo con anchura de ropa.

Ya dijo otro Discípulo:

Dice más que cree y ama a Dios el que copia del que le habla Dios, porque si pregunta, a veces, no comprendería la contestación. Tienes que llevar la misma medida que él en palabras y en vestir, y ya crees y no hacen falta las preguntas.

A nosotros nos hacían preguntas, diciéndonos: “¿Qué hacemos para que el Maestro nos haga Discípulos suyos?”.

Nosotros les decíamos:

“Seguid nuestros pasos, y el bien o el mal que os llegue, abrazadlo, y nunca culpéis al Maestro. Porque si queréis ser Discípulos suyos, tenéis que seguir sus Palabras y su Mando”.

Desperté, oí:

Estas Palabras que se van a decir son de una mujer que un día esperó a los Discípulos para decirle a Santiago que ella había cambiado de vida y quería que le dijeran si también tenía que cambiar de ropa y no hablarle a los que al Maestro no querían oír.

Le dijo Santiago:

“Si coges nuestro camino, tienes que ir enseñando. Cambia tus amistades y quema la ropa que tienes. No la des, porque la pueden seguir viendo y creer que eres la que la ropa lleva”.

Esta mujer era familia de un Discípulo de Dios y la vida que hacía no podía estar unida a la de ellos.

Hasta que un día esperó al Maestro y cuando llegó se puso de rodillas y las lágrimas sujetarlas no podía.

Ya le dijo el Maestro:

Ponte de pie. Y ya, todo lo que hagas, cópialo de mis Discípulos, sin hacer preguntas que no hacen falta”.

Se unió a las mujeres que eran familia de los Discípulos y fue dando una Enseñanza, que de ver cómo ella vivía, muchas la siguieron y su vida hicieron.

Este Mensaje se puede llamar: “No preguntes. Si quieres hacer el bien, copia de los Discípulos”.

Este Mensaje, el que lo oiga, que piense que cuando vaya a preguntarle al Elegido ¿qué hago mejor?, sin palabras tendrá la contestación.

Sus palabras y sus hechos tienen que ser, sin preguntas, copiados.

Esto es creer. Y al creer, pregonas el Amor de Dios.

***

Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C6

viernes, 9 de diciembre de 2011

Copia del número uno y busca al número tres - Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag.


En sueño Profético decía uno:

Yo un día vi y oí a tres hombres hablar y discutir. Uno hablaba del Amor a Dios y su Existencia; otro, de que no lo amaba; y el tercero, que qué haría para ser como el primero.

Dijo el que amaba:

Lástima me da el pensar
el que vive y no ama,
porque vivir sin amar,
tropezarás en el mundo
con mucha dificultad,
dificultad que tú pones
porque te falta el amar.

En cambio, si a Dios Lo tienes
presente en cualquier lugar,
no tendrás dificultades,
porque Dios te las quita ya,
una vez que tú Lo ames.

Dijo el que no Lo amaba:

Yo si no Lo amo es
porque yo le he "pedio"
muchas cosas en mi vida,
y ninguna me ha "concedio".

Parece vivo mejor
cuando nada yo le pido.
Así vivimos, sin Dios,
todos los amigos míos.

Ya salió hablando el tercero, y el que quería amar:

Pues yo, ya, en este momento,
no me retiro de ti;
y me tienes que ir riñendo
cuando veas que haga algo
que a Dios Lo vaya ofendiendo.

Siempre he vivido con personas
que de Dios nunca me han "hablao".
Pero ahora te repito
que no me voy de tu "lao".

¡Cuánto le pedía a Dios
que me acercara a su "lao"!

Desperté, oí:

¡Cuánto puede hacer al hombre,
aquél que mucho a Dios ama!

Este primero habló
con la fuerza del que ama,
que a “tos” les mete este Amor
con el fuego en sus palabras.

Los dos se hicieron un fuerte
de defender a este Dios.

Y al que a Dios ofendía,
pidió perdón a los dos,
y lágrimas le caían,
y también se convirtió.

Los tres se marcharon juntos,
hablando sólo de Dios.

Copia del número uno,
busca al número tres,
que si amas como éstos,
incrédulos no se ven.

Dios quiere que uno quiera
y a muchos enseñe a amar.

Pues amar sin enseñanza,
más bien puedes retirar.


***