En Sueño Profético decían:
Si a Dios Le pides Luz, la Luz de Dios no te falta, pero que sea este pedir para cundir su Palabra con tu forma de vivir, siempre dando este consejo:
Lo que la vida te ponga que veas que no es del Cielo, lo que una mano apriete, la otra, estire los dedos, y ya das Paz a tu cuerpo, y haces servicio a Dios en todos los sufrimientos.
Esa vida, siendo corta, no la pasa el hombre diciendo: "Yo qué sé lo que Dios me tiene guardado de Premio. Yo pondré frontera fuerte a lo que no sea de Dios, para que no ocupe mi pensamiento."
Dijo uno:
Si tú vives para el Cielo, ¿quién mejor que Dios puede saberlo? Él te abre los caminos que están para otros cerrados, y sin remedio para poder pasarlos el día que se dé cuenta el que aquí está despreciando estas Palabras Divinas que dan y quitan. Dan alimento al Espíritu, y quitan los sufrimientos, que estos mayoría enferman al cuerpo.
Desperté, oí:
La presencia del hombre no cura.
La Presencia de Dios prohíbe que el mal siga.
La Presencia de Dios te da Luz, y te ilumina lo que tienes que hacer el tiempo que vivas esa vida.
Que esto es el sufrir del que Dios trae Aquí.
Quiere que pidas Luz, que pongas Fe, y que conozcas lo que no viene de Él.
Este Amor te hace sentir para que gestos y palabras conozcas cuando no sean de Aquí.
Dios no puede dejar que engañen al Lugar los espíritus satánicos.
Él le hace comprender cuando es verdad o cuando es engaño.
Pero esto es roca dura el querer ir enseñando.
Porque la apariencia del mal finge mejor el engaño.
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