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martes, 8 de enero de 2013

Con qué facilidad vería el hombre que esto es de Aquí


En Sueño Profético decían:

Con qué facilidad vería el hombre que esto es de Aquí, el hombre que quiera no ofender a Dios, aunque a Dios no quiera. A Dios puedes no quererlo, pero sí decir Dios vive y Dios habla.

Dijo uno:

Es atrevido el desmentir cuando Dios habla en un Lugar. Cuando habla el Profeta, al que tiene medios de oírlo y seguirlo, si no lo hace, el Profeta le lee su ficha, ficha que se hizo él mismo. ¡Qué fácil le sería al hombre investigar en bibliotecas y verá que no hay una frase copiada, ni un tema que sea dicho con la claridad y la seguridad que Aquí está dictado! Verá esta Literatura nueva, antigua, y por siglos sin fin podrá leerla, diciendo: “¡Cómo se ve la Literatura dicha del hombre en espíritu, mandada por Dios, o la del hombre con la Libertad de Dios! ¡Cómo se ve lo sencillo! ¡Cómo te pone razón en lo que el hombre valora y no tiene valor!”.

Que Dios manda este Dictado, 
de sobra se ve razón, 

Que conteste el literato 
con sonido o sin voz. 

¿Puede ser tuyo esto 
y dejar que mande el hombre 
sin halagos, insultando, 
y tú siempre ofreciéndote 
a regalar la Enseñanza, 
que el hombre la desconoce? 

Aquí tienes ya la prueba 
de que es de Dios y no del hombre. 

Que se junten los talentos 
que están a plazo vencido; 
que se junte el que no ama, 
y verá que es un estilo 
de Dios diciendo Palabras 
al hombre que Lo ha ofendido. 

No se puede decir ofendió, 
porque Dios es siempre el mismo. 

Por eso Lo ofende el hombre, 
por no recibir castigo, 
que castigo no sería, 
sería la contestación 
de lo que el hombre quería.

Desperté, oí:

Pronto se ve si es verdad 
que Dios dicta estas Palabras.

Pronto se ve que habla Dios, 
aunque tú a Dios no ames.

Viendo la Literatura, 
ya ves los coros de ángeles.

Y leyendo los ejemplos 
que de esta Gloria salen, 
te dan ganas de ser bueno, 
es seguridad que hay.

Literatos de la Tierra, 
que se junten y no hablen, 
y cuando lean los Escritos 
tienen que querer copiarle.

Si esto fuera de la Tierra, 
ya estaría “publicao”, 
porque el tesoro se entierra, 
tesoro que no es “ganao”.

Este Tesoro es Divino, 
y no puede estar “callao”, 
porque Dios ya se lo manda 
al que el jornal ha “ganao”.


***

Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 151-152-153

miércoles, 2 de enero de 2013

El niño, con facilidad, aprende lo malo y lo bueno


En Sueño Profético decían:

El hombre tiene que hablar de Dios y en todos sus actos pensar que Dios está presente. Igual que si es de día ves el día, y si es de noche ves la noche.

El hombre tiene que pensar que él no es el dueño de su espíritu ni de su cuerpo. Que esto tiene un Dueño, y que una vez cumplida su misión espíritu y cuerpo, Dios dispone por ser el Dueño.

Hasta que el hombre no enseñe al niño esto, y su crecimiento lo haga sabiendo: “Dios es mi Dueño y está presente en todos mis actos. Que antes de que yo me mueva ya sabe mis movimientos, aunque no hayan salido del cuerpo afuera”.

Esto es Presencia de Dios, Amor con respeto, ansias de cumplir los Diez Mandamientos.

Si esto se enseñara sin ponerle dudas ni desconfianza, el mundo sería de Paz y Esperanza. La Paz, para el cuerpo. Y la Esperanza es para el espíritu, cuando Dios le mande que abandone el cuerpo. Que para esto sirve hacer, desde niño, que el hombre sea bueno.

Dijo uno:

El niño, con facilidad, aprende lo malo y lo bueno. Ya está en el hombre, y según su formación, el niño hará su crecimiento.       
           
Si el hombre no nombra a Dios, el niño sigue sus juegos. Y sin que haga pecados –porque pecado y niño no existe–, se va el niño deformando. Éstos son, luego, los hombres que viven sin Paz y en el mundo del pecado.

Desperté, oí:

Si hablas mucho de Dios,
siempre vives su Presencia.

Si hablas mucho de Dios,
los demonios no se acercan.

Si hablas mucho de Dios,
al niño ya lo enseñas.
Y cuando tú no Lo nombres,
el niño a Dios Lo nombra.

Al niño enseñas a andar,
y tú con él vas andando.

Una vez que ya aprendió,
si tú te sientas,
el niño ya sigue andando.

Pues esto es enseñar al niño
que crezca sabiendo:
“esto es bueno y esto es malo”.

Amar a Dios y enseñar a amarlo
es la primera enseñanza 
que debe hacer el cristiano.


***

Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo III - Pag. 36-37-38-39

domingo, 27 de mayo de 2012

El espíritu enferma con más facilidad que la carne

En Sueño Profético decían:

Son pocos los que conocen las enfermedades del espíritu. El espíritu enferma con más facilidad que la carne, y su curación no todos pueden hacerla. El hombre no se preocupa de esto. Esta curación puede hacerla todo el que tenga sano su espíritu. La materia puede curarla el alimento, medicamento o cirugía, cuando Dios diga “Sí”. El espíritu enfermo tiene que ser curado por espíritus que están cerca de Dios. En la materia Dios puede decir: “Sí, hágase su curación”, cuando Él quiera. Pero Dios no puede otorgarle la petición a un espíritu que no esté con Él. La curación del espíritu es más fácil y más difícil. La materia la puede curar uno que no ame a Dios, por ser este vivir corto. Pero el espíritu es eterno, y aquí tiene que ser curar y amar; curación que Dios concede con paso a la Eternidad, para que este mismo espíritu luego haga curaciones desde la Gloria. De estas curaciones y diagnósticos se habla poco y se sabe menos.

Desperté, oí:

El hombre no se ocupa del espíritu, aunque sabe que éste es el que le da movimiento a su carne.

El hombre alimenta su espíritu con lo que sabe que más daño le hace.

El espíritu se va enfermando de hacer lo que Dios no manda.

El espíritu enfermo, si no se cura, tiene continuación.

La carne enferma, si no se cura, tiene final, muerte del traje de lo que nunca muere.

El cuerpo de lo que nunca muere, tiene entierro, con cuido y sin cuido.

El hombre aquí se entrega, abandonando lo Eterno.

Cuida no enfermar tu espíritu, y ten Amor a curar al enfermo.

Al enfermo que se retira de Dios.


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Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 116-117-118