En Sueño Profético decían:
Cualquier oficio o profesión que tengas, si estás enamorado de él, lo cuidas y lo labras, para que sus surcos siempre resulten bien hechos.
Apareció un hombre sentando en el suelo trabajando unas canastas. También hacía cestos y todo el trabajo que abarcara mimbre, junco o caña. Tenía parte del material metido en agua, y su mujer y sus hijos se encargaban de seleccionar los montones. Un día pasé yo por donde esta familia el trabajo hacía –que lo hacía en la puerta de su casa, por dar al campo esta vivienda–, y el hijo sacaba del agua un manojo de esparto, y lo sacaba muy desigual. Yo me paré cuando oí al padre decirle:
–Si tratas mal el material con el que vas a hacer el cesto, no te gusta hacer cestos. Es mejor que cambies de oficio. Porque si no tienes amor a lo que estás haciendo y paciencia para hacer el trenzado del encargo que te han hecho, más de una vez tirarás con ira del cosido, y acabarás apartándote de Dios. En cambio, si con amor manejas la caña, el junco y el esparto, Dios se encargará de que no te falte trabajo, y siempre oirás: ¡Qué bien hecho está el trabajo! ¡Qué bien medido está el cuadro! ¡Cómo lleva su escalera el dibujo, floreando! ¡Se ve que está enamorado el mismo que hizo el cesto! ¡Cuadro con cuadro va dando...!
Y ya, como remate de riña, que más parecía jugando, otra vez dijo:
–Mira, Dios quiere que ames tu profesión, para que el que luego te compre, nunca se vaya engañado. Piensa, que todo el material, es Dios el que lo ha criado.
Desperté, oí:
¡Qué lección de Amor a Dios
demuestra este espartero!,
que con grande Amor trabaja
la caña, mimbre y esparto.
Cierto, que si falta Amor,
no haces bien el trabajo.
Engañas y cobras más,
y a Dios nunca irás nombrando.
No enseñarás honradez,
porque tú no eres honrado.
Tú tendrás tu profesión,
por vivir e ir engañando.
Esto no es hombre de Dios.
El hombre que ama a Dios,
cumple primero en la Tierra,
dándole a todo, Amor.
Esta familia vivía
enamorada del oficio
que de familia venía.
Daban Amor a las piedras
que apartaban por la orilla
del camino que cruzaban
de su casa a la ermita.
Que también tenían herencia:
limpiar y luz encendida.
El padre todo heredaba,
todo lo que a Dios lucía.
***
Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria, que Enseñen - Tomo II
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martes, 17 de septiembre de 2013
jueves, 6 de diciembre de 2012
Sagrada Familia
En Sueño Profético decían:
Hay quien no disfruta el bien que tiene a su alcance.
Dijo uno:
En la Vida de Dios Hombre hubo quien pudo tener contacto con el Mismo Dios y amistad con la Sagrada Familia, padres de Dios Hombre, como el hombre les llamaba. Pues el hombre nombraba: “María, la Madre del Maestro”, o “La Madre del Mesías”, “El Hijo de José el Carpintero”, y mayoría cortaban la Palabra, diciendo: “El Hijo del Carpintero”. También nombraban a Isabel, ésta, prima de la Virgen con un tal Iscariote, que éste sí quería saber de esta Familia, para que le contaran cosas de Jesús, pues éste así lo nombraba por ser la forma o Palabra que la Madre usaba cuando hablaba del Hijo de Dios, que el Mismo Dios coge por Madre, para que el hombre le llamara este Nombre: “María, Madre de Dios”. Y esta Gloria le da el Nombre de “La Sierva de Dios Padre”.
Pues con toda esta Gloria dada en la Tierra al hombre, el hombre no quiere esta Gloria. Pasaban por la puerta de esta Familia de Dios Hombre, con desprecio de espíritu y materia, con ganas –mayoría– de pronunciar palabras de insulto. Era, el mundo de pecado contra la Salvación que Dios traía.
Desperté, oí:
Buscaba a la Familia
el que más lejos vivía
y el que no lo conocía.
El que rozaba el umbral
y pasaba por su puerta,
hacía unos gestos raros,
como si no conociera.
Si alguien llegaba a ellos con preguntas,
se quedaban sin respuesta.
No querían hablar de Dios,
ni nombrarlo en la respuesta.
Los de terrenos lejanos
se andaban leguas y leguas,
y qué contentos llegaban
preguntando la vereda
por donde irían enseñando.
El que vivía al lado,
no caía en la cuenta
que Dios estaría prestado
hasta que al Padre se fuera.
Hay que pedir por los necios
que no caen en la cuenta.
***
Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 280-281
Hay quien no disfruta el bien que tiene a su alcance.
Dijo uno:
En la Vida de Dios Hombre hubo quien pudo tener contacto con el Mismo Dios y amistad con la Sagrada Familia, padres de Dios Hombre, como el hombre les llamaba. Pues el hombre nombraba: “María, la Madre del Maestro”, o “La Madre del Mesías”, “El Hijo de José el Carpintero”, y mayoría cortaban la Palabra, diciendo: “El Hijo del Carpintero”. También nombraban a Isabel, ésta, prima de la Virgen con un tal Iscariote, que éste sí quería saber de esta Familia, para que le contaran cosas de Jesús, pues éste así lo nombraba por ser la forma o Palabra que la Madre usaba cuando hablaba del Hijo de Dios, que el Mismo Dios coge por Madre, para que el hombre le llamara este Nombre: “María, Madre de Dios”. Y esta Gloria le da el Nombre de “La Sierva de Dios Padre”.
Pues con toda esta Gloria dada en la Tierra al hombre, el hombre no quiere esta Gloria. Pasaban por la puerta de esta Familia de Dios Hombre, con desprecio de espíritu y materia, con ganas –mayoría– de pronunciar palabras de insulto. Era, el mundo de pecado contra la Salvación que Dios traía.
Desperté, oí:
Buscaba a la Familia
el que más lejos vivía
y el que no lo conocía.
El que rozaba el umbral
y pasaba por su puerta,
hacía unos gestos raros,
como si no conociera.
Si alguien llegaba a ellos con preguntas,
se quedaban sin respuesta.
No querían hablar de Dios,
ni nombrarlo en la respuesta.
Los de terrenos lejanos
se andaban leguas y leguas,
y qué contentos llegaban
preguntando la vereda
por donde irían enseñando.
El que vivía al lado,
no caía en la cuenta
que Dios estaría prestado
hasta que al Padre se fuera.
Hay que pedir por los necios
que no caen en la cuenta.
***
Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 280-281
viernes, 22 de junio de 2012
Esta familia no quería oir hablar a Dios
En Sueño Profético contaban un hecho ocurrido en Damasco:
Había allí una familia que tenía amistad con una profetisa, y todo cuanto les ocurría, iban a ella a consultárselo. Ésta tenía muchos aciertos de lo venidero, pero nunca era un Lugar donde Dios hablara al hombre para su Enseñanza. Estando un día los Discípulos del Maestro hablando de su Maestro, dijo uno de estos visitantes de la profetisa:
–A Ése del que vosotros estáis hablando, será necesario que Lo oiga quien no tenga amistad con una profetisa, pero nosotros sabemos del Padre, de su Gloria y del sitio donde no está Dios.
Pasó algún tiempo, y un día, cuando el Maestro estaba hablando a un gran gentío, vio el Maestro a uno queriendo llegar a Él, y las masas no dejándolo, levantó su Brazo derecho y pronunció estas Palabras:
–Dejadle camino para que llegue a Mí, y las palabras que trae en silencio, repita, para que todos las oigan.
–Tú fuiste el que comparaste mis Palabras con las de la profetisa, cuando mandé a mis Discípulos con mis Palabras de Enseñanza, y ahora quieres darme tu disculpa.
No tuvo palabras de disculpa cuando oyó al Maestro que le repetía las mismas palabras, y con las manos tapando su rostro, llegó al sitio del Maestro con grandes sollozos.
Otra vez se oyó la Voz del Maestro:
–Si he dicho las Palabras antes que tú las pronuncies, ha sido para dejar dicho el Poder de mi Padre dado en Mí. Esta Enseñanza hará ver claro lo que es el Hijo del Hombre.
Desperté, oí:
Uno lloró, y todos inclinaron las rodillas.
Había varios grupos que sabían el hecho ocurrido.
Esta familia adoraba a la profetisa, y no quería oír hablar al que movimiento le daba a todas las lenguas.
Ésta sabía de Dios lo que Dios le dejaba.
Y el Maestro hablaba, siendo Dios el que actuaba.
Si Él no iba, iba su Poder en sus Palabras.
Él hablaba en ellos, y Él oía en ellos, una vez que Él decía: “Id y hablad en mi Nombre”.
Esto, sólo lo entendía el que amaba.
El que no amaba, veía a Él, y Lo desmentía.
El que amaba, adoraba las Palabras dichas por otro.
Porque el que ama, siente las Palabras que están dichas por Dios.
Las Palabras que están escritas, aunque aquellas las dijo Dios, ¡son Palabras tan distintas a estas Palabras con Voz...!
***
Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 142-143-144
Había allí una familia que tenía amistad con una profetisa, y todo cuanto les ocurría, iban a ella a consultárselo. Ésta tenía muchos aciertos de lo venidero, pero nunca era un Lugar donde Dios hablara al hombre para su Enseñanza. Estando un día los Discípulos del Maestro hablando de su Maestro, dijo uno de estos visitantes de la profetisa:
–A Ése del que vosotros estáis hablando, será necesario que Lo oiga quien no tenga amistad con una profetisa, pero nosotros sabemos del Padre, de su Gloria y del sitio donde no está Dios.
Pasó algún tiempo, y un día, cuando el Maestro estaba hablando a un gran gentío, vio el Maestro a uno queriendo llegar a Él, y las masas no dejándolo, levantó su Brazo derecho y pronunció estas Palabras:
–Dejadle camino para que llegue a Mí, y las palabras que trae en silencio, repita, para que todos las oigan.
–Tú fuiste el que comparaste mis Palabras con las de la profetisa, cuando mandé a mis Discípulos con mis Palabras de Enseñanza, y ahora quieres darme tu disculpa.
No tuvo palabras de disculpa cuando oyó al Maestro que le repetía las mismas palabras, y con las manos tapando su rostro, llegó al sitio del Maestro con grandes sollozos.
Otra vez se oyó la Voz del Maestro:
–Si he dicho las Palabras antes que tú las pronuncies, ha sido para dejar dicho el Poder de mi Padre dado en Mí. Esta Enseñanza hará ver claro lo que es el Hijo del Hombre.
Desperté, oí:
Uno lloró, y todos inclinaron las rodillas.
Había varios grupos que sabían el hecho ocurrido.
Esta familia adoraba a la profetisa, y no quería oír hablar al que movimiento le daba a todas las lenguas.
Ésta sabía de Dios lo que Dios le dejaba.
Y el Maestro hablaba, siendo Dios el que actuaba.
Si Él no iba, iba su Poder en sus Palabras.
Él hablaba en ellos, y Él oía en ellos, una vez que Él decía: “Id y hablad en mi Nombre”.
Esto, sólo lo entendía el que amaba.
El que no amaba, veía a Él, y Lo desmentía.
El que amaba, adoraba las Palabras dichas por otro.
Porque el que ama, siente las Palabras que están dichas por Dios.
Las Palabras que están escritas, aunque aquellas las dijo Dios, ¡son Palabras tan distintas a estas Palabras con Voz...!
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Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 142-143-144
martes, 4 de octubre de 2011
El pueblo de la familia - Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 36-37-38-39
En Sueño Profético hablaban muchas personas que vivieron cuando vivió Dios de Hombre. Había hombres y mujeres contando, unos, cuando Lo vieron la primera vez, su impresión de alegría; y otros decían, que fue verlo y romper en llanto.
Dijo una mujer:
Yo estaba amasando el pan aquella mañana, cuando oí más ruido que de costumbre había en aquella calle, y la curiosidad me hizo limpiarme las manos y salir a la puerta, cuando vi a un grupo de hombres, pero yo no miraba nada más que a Uno, que aunque no hubiera querido detener la mirada, algo tenía aquel Hombre que a mí me decía: “Yo soy el Maestro, con la mirada de Dios Hombre. Yo soy Dios”. Esto yo lo leía en su mirada, y sin más detención me fui para Él con ansias de preguntarle, pero Él se paró y me adelantó sus Palabras diciendo: “Ya no ruegues más a mi Padre el conocerme, ni le digas a tu marido que prepare dos bestias, y aunque pierda jornal que no sufra, porque Dios se lo dará con creces. ¿A que ésto es el despertar y con este deseo te duermes?”.
Cuando yo oí su Voz, no quedé como yo creía, quedé como si el habla nunca hubiera tenido mi lengua. ¡Pensar que estaba oyendo lo que nadie pudo oír! Porque al dormirme, sí se lo decía a mi marido, pero al despertar, era dicho en silencio.
Desperté, oí:
El Amor de esta mujer,
de a Dios querer conocerlo,
es un Amor tan de Dios,
que a Dios llega su deseo.
En el pueblo que vivía,
era pueblo y no era pueblo.
Era un pueblo más bien chico,
apartado de otros pueblos.
“El pueblo de la familia”,
lo nombraban otros pueblos,
pero la gente que había
servía para dar ejemplo.
Cuando le dijo el marido:
“¡Ya tengo dos mulos buenos!”,
ella le da la respuesta
con un abrazo contento”.
“¡Hoy mismo Lo he conocido!
¡Ha visitado este pueblo!”.
El marido da respuesta
con la mirada en el Cielo:
“¡Estos mulos ya se dejan
para seguir al Maestro!”.
“¡Porque al pedirlos prestados,
el dueño me ha hecho dueño!”.
Ya vivió el matrimonio,
para seguir al Maestro.
Y a Dios Hombre Lo conocen
en el pueblo que no es pueblo.
Los pueblos grandes ya iban
visitando a este pueblo.
Sólo con un grande Amor,
se dio a conocer el pueblo.
***
viernes, 26 de agosto de 2011
Mi Familia son todos - Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo I - Pag. 72-73
En Sueño Profético hablaban de la Familia de Dios. Decía Juan:
Dios no dio preferencia a su Familia. Dios no tenía Familia. Dios es que tenía que vivir en una Familia. Tuvo que tener Madre, puesto que Él se hizo Hombre. Dios Padre sabía cómo era la Virgen, pero la Virgen no sabía iba a ser elegida por Dios Padre, para allí vivir de Dios Hijo y nacer de Hombre. Dios eligió a esta Mujer como Madre de Dios Hijo por su Sencillez y Pureza. Antes de Dios preferirla, ya Ella adoraba a Dios, y Dios la elige. José es varón de admiración en sus hechos, y Dios lo coge como Esposo de María. Tampoco sabía si Dios lo iba a elegir para que compusiera esta Familia. Ya, los parientes de María y José, no es que fueran preferidos, es que eran familia de José y María, pero queda claro que no eran Familia de Dios, puesto que Dios es Dios y no tiene familia. Su Familia son los que Lo aman. Aquí decían: “Yo soy familia de José”. Y otros decían: “Yo, por parte de María. Pero nadie podía decir: “Yo soy familia de Dios”, porque Dios, estas eran sus Palabras: “Mi Familia son todos. El me vea a Mí, ve a mi Padre. Mi Padre me manda para que os améis, y como Él os ama, ya sois su Familia”.
Desperté, oí:
Dios, cuando vivió de Hombre, estaba con Él el que Lo seguía.
Dios no se hizo Hombre para preferir a algunos hombres.
Dios se hizo Hombre para ser el Dios de todos.
Todo lo hecho por Dios no prefiere a ningún hombre.
El sol, el aire, la lluvia y el amar a Dios, esto es igual para todos los hombres.
El hombre dice: “Dios ha elegido a éste o aquél”. Pero no dice éste o aquél ha amado tanto, que Dios lo ha elegido.
Ama como éste o aquél y ten seguro que Dios te habla.
***
sábado, 27 de marzo de 2010
La Sagrada Familia - Libro 33 - Dios No Quiere, Permite - Tomo V - Pag. 76-77-78
En Sueño Profético decían:
Fuerza de Dios, que apartas recuerdos tristes y alegrías presentó.
Fuerza de Dios, que demuestra su Poder al tomar la Comunión, palabra que ahí se nombra y el Ministro de Dios nombra, “Cuerpo de Cristo”, que todo es Dios.
¿Quién podría hacer agua en la boca, no poder tragar el Pan Divino, Cuerpo de Cristo, y esto viéndolo todos y aprisa? Esto da alegría y miedo para el que tenga dudas.
Dijo uno:
José, el Patriarca, ¡cuánto pasaría! Y ya pon también a la Virgen María, que fue Virgen y Madre, y sabiendo que era Dios, Dios Hijo, sufrir no podía quitarle. Dios Hijo sí podía quitarle sufrir a la Madre, pero tenía que cumplirse lo que anunciaron los Profetas, que fue Mando de Dios Padre, para que el hombre viera a Dios Hijo con Cuerpo, para enseñar al hombre a no perder su Reino. Su Cuerpo era normal, pero al Mirarlo, todos Le veían el Dios, sin corona ni insignias que llevara. Era Dios, que su Cuerpo y sus Palabras Lo presentaban.
Desperté, oí:
¿Qué más quería el hombre ver para saber que era Dios?
Pues las dudas del hombre Le hacían sufrir.
Lo persiguieron y cuando vieron que era Dios no Lo dejaron vivir y Lo mataron.
Con muerte de martillo, clavos y cruz, con corona de pinchos.
Todo por no creer que era Dios.
Y cuando creen, Lo matan.
Y que aquí fue cuando vieron que era Dios Hijo y tenía que Resucitar su Cuerpo, y sus Manos apartar.
Que los que apartó siguen viviendo Infierno.
Cuando Dios se manifiesta, pone su Poder primero.
El que Lo cree, Lo sigue. Y el que no Lo cree, o Lo cree y no quiere que sea, pondrá grandes sufrimientos.
En este ArroboEstado Sobrenatural en el que Dios trae un Espíritu a su Gloria para que reciba una Enseñanza. Durante este Estado, el cuerpo portador no presenta signos vitales hasta que el Espíritu vuelve de nuevo a él. han hablado de la Sagrada Familia.
Que por Dios Padre fue hecha para la Salvación de los hombres.
***
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