En Sueño Profético decían:
Sufre más y sufre menos el que sabe que Dios espera. Sufre más por querer quitar sufrir a Dios y sufre menos porque todo lo que espera es de Dios, y ya es sufrir diciendo: “¿Cómo me va a dejar Dios si yo a Él lo sigo queriendo en la risa y en el dolor?” En este pensar sufre menos, pero ¿cómo hacer llegar a todos esto?
Es tan difícil pensar: “bueno, Dios puede esto hacerlo en la cercanía, en la lejanía, en lo presente, en lo venidero, en lo que dicen en la Tierra que es monte y no sendero”. Pero ¿qué puede hacer aquí el hombre? Pues para Dios tiene arreglo dejando el monte debajo de donde el monte estaba, puesto como tantos caserones y pueblos que quedan en ruinas. Cómo el hombre va a hacer esto: donde había un monte encontrarte un sendero y donde había caserones, con miles de piedras de gran peso, moverlas con la facilidad con que las mueve el huracán o la tierra, hasta donde la tierra quiera llegar, hasta que tenga la orden: Tierra deja ya tu andar. Todo esto es para Dios como el volar de la pluma.
El que piense así de Dios, el sufrimiento achicará.
Desperté, oí:
Cierto que pensando que Dios espera no dura mucho el sufrir.
Pero qué sufrir más grande del que así no vea sufrir o del que quiera poner o aumentar el sufrir sin usar la confianza de que Dios espera Aquí.
Primero, espera la oración. Segundo, espera el sentir. Y ya termina la oración depositando el sufrir en el arreglo que le dé Dios.
¡Qué lástima que los hombres no hagan en el sufrir un pensamiento que piensen en el Dios que espera Aquí!
Que Él te manda las fuerzas o te quita tu sufrir.
Con confianza y Amor llevas, sin peso, el sufrir.
Pero si esto te falta Dios ya no te puede oír, porque al llamar y ofender las puertas no se pueden abrir.
***
Libro 67 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VII
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sábado, 30 de enero de 2016
sábado, 17 de agosto de 2013
Saber que no dura
En Sueño Profético hablaban de la sencillez de estas Libretas:
Por ser Palabra de Dios, es un Dictado Divino, con hechos que ocurrieron y que Dios quiere que siempre se estén recordando. Para esto es el Lugar que Dios elige con el nombre de Profeta: máxima palabra puesta por el Padre en lo Divino. Palabra que Él sacó de todas las palabras, para darle el nombre a donde resonara su Voz. A este Lugar nunca le faltará un Dictado con hechos que ocurrieron: unos, delante de Dios Hombre; y otros, delante de Dios Espíritu. No podría este Lugar escribir ni tan sólo los que ocurrieron en Vida de Dios Hombre, por ser centenares. Y ya, ¿quién escribiría los hechos presenciados por Dios Espíritu, Dios que todo gira delante de su Presencia? Pues de todo esto, Dios manda que una motita escriban al Dictado, y que se publique para Enseñanza del que ama y del que quiera amar. Hay quien ama y necesita del Comunicante para poder enseñar.
Bien decía Agustín: “El que se tenga por sabio, que lea algún Escrito de un espíritu “arrobao”, y verá la diferencia del Dictado de este Dios y del hombre de esa Tierra. Es un saber que no dura, un saber que va pasando, un saber que cuando sabes, ya nadie te está escuchando, y vuelves a lo del niño, buscando algunos brazos”.
Esto lo decía Agustín cuando estaban “afanaos” hablando de literatos.
Desperté, oí:
El espíritu que Dios lo trajo Aquí, a esta Gloria, y luego lo mandó ahí a la Tierra, la Tierra no le puede enseñar nada.
El Cielo queda engrandecido, y ridícula la Tierra.
Esto debía el hombre de ver, aunque a Dios no Lo quisiera.
¿Qué van a enseñar a un espíritu
que vive con carne muerta
y que él mismo se da la vida
cuando vuelve a la materia?
¡Porque es Dios
el que lo lleva y lo enseña,
para que éste cuente luego
lo que es vivir sin materia!
El que diga “esto me pasa”,
no puede oír a otro
cuando de la Gloria habla.
Porque todo lo que él cuenta,
lo cuenta porque lo vive,
no porque otro se lo cuenta.
El saber que tiene el hombre
es un saber que no dura,
un saber que va pasando,
un saber que cuando sabes,
ya nadie te está escuchando,
y vuelves a lo del niño,
buscando algunos brazos.
Esto lo decía Agustín,
que pecó y fue un gran Santo.
***
Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 19-20-21
Por ser Palabra de Dios, es un Dictado Divino, con hechos que ocurrieron y que Dios quiere que siempre se estén recordando. Para esto es el Lugar que Dios elige con el nombre de Profeta: máxima palabra puesta por el Padre en lo Divino. Palabra que Él sacó de todas las palabras, para darle el nombre a donde resonara su Voz. A este Lugar nunca le faltará un Dictado con hechos que ocurrieron: unos, delante de Dios Hombre; y otros, delante de Dios Espíritu. No podría este Lugar escribir ni tan sólo los que ocurrieron en Vida de Dios Hombre, por ser centenares. Y ya, ¿quién escribiría los hechos presenciados por Dios Espíritu, Dios que todo gira delante de su Presencia? Pues de todo esto, Dios manda que una motita escriban al Dictado, y que se publique para Enseñanza del que ama y del que quiera amar. Hay quien ama y necesita del Comunicante para poder enseñar.
Bien decía Agustín: “El que se tenga por sabio, que lea algún Escrito de un espíritu “arrobao”, y verá la diferencia del Dictado de este Dios y del hombre de esa Tierra. Es un saber que no dura, un saber que va pasando, un saber que cuando sabes, ya nadie te está escuchando, y vuelves a lo del niño, buscando algunos brazos”.
Esto lo decía Agustín cuando estaban “afanaos” hablando de literatos.
Desperté, oí:
El espíritu que Dios lo trajo Aquí, a esta Gloria, y luego lo mandó ahí a la Tierra, la Tierra no le puede enseñar nada.
El Cielo queda engrandecido, y ridícula la Tierra.
Esto debía el hombre de ver, aunque a Dios no Lo quisiera.
¿Qué van a enseñar a un espíritu
que vive con carne muerta
y que él mismo se da la vida
cuando vuelve a la materia?
¡Porque es Dios
el que lo lleva y lo enseña,
para que éste cuente luego
lo que es vivir sin materia!
El que diga “esto me pasa”,
no puede oír a otro
cuando de la Gloria habla.
Porque todo lo que él cuenta,
lo cuenta porque lo vive,
no porque otro se lo cuenta.
El saber que tiene el hombre
es un saber que no dura,
un saber que va pasando,
un saber que cuando sabes,
ya nadie te está escuchando,
y vuelves a lo del niño,
buscando algunos brazos.
Esto lo decía Agustín,
que pecó y fue un gran Santo.
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Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 19-20-21
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