En Sueño Profético enseñaban que cuanto más sabías, más enseñanza te iba del sentir sin palabras, para que luego el espíritu, al cuerpo le llevara la Enseñanza.
El sentir te hace ver, para que cuando lleves el “Ve y di” –que esto es Mando no dicho, sino diciendo–, sepas cuáles son las reacciones a favor o en contra, aunque el que las esté diciendo quiera engañar al sentir del Elegido, que está oyendo verdad, que no han salido palabras ni los oídos han oído nada. La lengua no es la que habla. Puedes tener lengua y no tener habla. Puedes tener piernas y no andar nada. Y puedes ser millonario de cuerpo y pordiosero de espíritu.
Dijo uno:
El rico de espíritu da grandes monedas y te trae al sitio donde Dios te espera.
El rico de cuerpo, si es rico de espíritu, hace a muchos ricos, porque ya tiene las dos clases de monedas, la temporal y la Eterna, y le puede con descaro al enemigo, que muchas veces intenta retirar de Dios según la situación tenga.
Desperté, oí:
Si lo mismo que el pecado
se ofrece con engaño,
el que tiene lo que necesita
fuera buscando al necesitado,
iría enriqueciendo espíritus
y Glorias ganando.
Nunca te pongas descanso
si puedes hacer el bien
que Dios ya tiene mandado.
El espíritu es el dueño
de tu cuerpo y de tus actos.
Y al sentir a Dios en ti,
ya estás formando diálogo.
Las palabras son el sonido
de una verdad o de un engaño.
Que a veces quedan escondidas,
y a veces forman escándalo.
Si sentir de Dios no tienes,
tú, ya, no formas diálogo.
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Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C3
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