En Sueño Profético decían:
Si el hombre fuera preguntando qué es querer a Dios, pocos sabrían contestar. Porque querer, sin practicar la Palabra de Dios, no es querer a Dios. Querer a Dios es decir: “Yo no hago nada que sufra Dios. Yo vivo sus Palabras y las practico, teniendo siempre delante a Él, y ya me da la Luz que mi caminar necesita”. Sin la Luz de Dios siempre estarás a oscuras.
Si quieres a Dios, tú lo sabes antes que nadie, porque lo que otro ve difícil, tú lo ves fácil. A nada le ves trabajo, si sabes que a Dios vas a contentarlo. Que este contentar se entiende: ayudar al que necesite más ayudar, bien al espíritu, bien a las necesidades que necesite el cuerpo, hasta que Dios al espíritu llame. Esto, si no quieres a Dios, lo haces por el hombre. Pero ya no es igual que si Dios está en Presencia. Esto es estuche vacío, que nada dentro lleva.
Desperté, oí:
Si no amas a Dios,
no buscas dónde está el sufrimiento,
dónde está el hambriento,
y tú niegas el perdón.
Al caído no levantas
y no tienes compasión,
y no le ayudas en la carga,
que va tirando de ella
con protestas y mala cara.
Examínate tú solo,
si a Dios amas.
Y te darás la respuesta
según al Prójimo vayas.
El sufrimiento aumenta,
porque el que vive bien,
del que sufre no se acuerda.
Por falta de Amor a Dios,
este olvido se presenta.
***
Libro 31 - Te Habla el Profeta - Tomo IV - C3
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