En Sueño Profético decían:
El que ama a Dios sin medida, valora todo lo que va de Dios, y desvalora lo que es del hombre, por valor que el hombre le ponga. Aquí es donde se descubre el que aún no ha llegado a amar a Dios sin medida. El Amor a Dios te quita deseos de aquello que a otros les roba hasta el sueño, pensando el tenerlo. El Amor a Dios tienes que vivirlo para hablar de él. Luego, te pone alegría y le quita importancia a aquella oscuridad que llevabas de compaña.
Dijo uno:
Es la peor enfermedad vivir sin sentir este Amor y sin desearlo.
Es la peor enfermedad por no ser enfermedad del cuerpo, que a ésta última puede servirle algún medicamento.
Al espíritu no le llega medicina del cuerpo, le llega la Palabra de Dios. Que llega sin ruido, sin imagen, pero haciendo transformación.
Desperté, oí:
Si amas a Dios sin medida, conoces al que ama poco o no ama nada.
Éste, aunque quiera ponerse a la altura del que ama, se cansa y lo de Dios pronto olvida.
Este Amor es de tal fuerza, que te salen las palabras, y el Nombre de Dios lo oyen aunque hablen de las cosas de la Tierra.
Este Amor te anula toda clase de grandezas que a veces ponen al hombre en contra de Dios.
No hay quien ame a Dios y en Él ponga su confianza, y se le enferme el espíritu.
El espíritu se enferma por falta de Amor a Dios.
Como el cuerpo, por falta de comida, tiene que enfermar y después morir.
Cuida el cuerpo el tiempo que estés ahí, y piensa que el espíritu Aquí tiene que venir.
Y el Amor a Dios es el único alimento que no lo deja morir.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Eneseñen - Tomo IV - C2
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