En Sueño Profético decían:
Le llegará sufrimiento grande a aquel que te pudo oír y se fue por otra calle.
Si Esto fuera de la Tierra, no habría dinero para pagarte un arrobo que tú cuentes, con la visión, con el sentir, y sin tener cuerpo de carne –porque el cuerpo que te ves es Poder de Dios, pero sin carne–.
El que Esto lo tenga cerca y viva sin ocuparse, ¿cómo quiere que su voz a Dios le llegue cuando en súplica la hace? Porque suplicarle a Dios, esto, por fuerza, tiene que llegarle.
¿Quién se vendrá de ese mundo, habiendo pasado a hombre, sin saber lo que es sufrir, si no en él, en el más cercano? Que también le llega a él. Y él, en sus últimos momentos, tiene que decir: “Señor, quítame este sufrimiento”, de dolor de carne o de remordimiento. Que este dolor es más grande por no haber dinero ni medicamento para curarte.
Dijo uno:
El hombre lleva bien dentro el desprecio hacia Dios, y cuando se ve en apuros, sin Fe y sin Amor, pronuncia estas palabras: “¿Por qué, Dios mío, me está a mí pasando este sufrir?”.
Desperté, oí:
¡Qué cierto que el hombre,
constantemente,
está despreciando a Dios!
Si otra vez se hiciera Hombre,
el Calvario sería mayor.
¡Si es mandar sus Palabras
y se las desprecia el hombre!
¿Qué haría la cultura de hoy
cuando Dios se presentara,
con su Poder,
su Saber y su Humildad,
delante del hombre?
No daría tiempo a Juzgarlo.
Porque su Muerte sería
en manera de relámpago.
Luego, Él,
haría la destrucción del mundo,
primero con el adelanto.
Para que el hombre viviera
unas horas de fracaso.
El hombre debería estar,
día y noche, dando gracias
por conocer el Lugar.
***
Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C1
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