En Sueño Profético decían:
¡Qué sencillo es ser bueno, del bueno que quiere Dios que practique el hombre! ¡Qué sencillo es olvidar el mal que otro hace, cuando te ponga palabras: “que el mal yo quiero quitarme”!
El que cree en Dios y Lo ama, no puede hacer el mal, aunque a hacer el mal lo obligaran, porque haciendo el mal, a Dios nombraban. El amar a Dios prohíbe que el pensamiento albergue palabras malas o letreros al revés, que lees otras palabras.
Todo el mal que hace el hombre es porque a Dios no ama.
Dijo uno:
Hay quien ama a Dios y la Tierra lo engaña, y si practica el engaño, ves que, de la Palabra que de Dios hoy manda, se aparta.
Ni seglar ni Representante pueden mirar al Cielo diciendo: Señor, como tu “Palabra hoy diciendo”, para mí no hay nada delante.
Esto, seglar que pueda y Representante, engañan a Dios si de sus bocas estas palabras salen.
Desperté, oí:
Se va a aclarar, “engañar a Dios”.
Dios no queda engañado, porque entonces no sería Dios, Creador y Dueño de toda la Sabiduría que al hombre le llega.
Que este es el engaño con el que el mismo hombre se engaña, y vive retirado de este “Evangelio Diciendo”.
Si el hombre hiciera stop al leer estos Dictados, él se pondría el castigo de no llamar al Cielo, invocando a ningún Santo, cuando viera que en la Tierra el sufrir no podía quitarlo.
Esto es Presencia de Dios, en Palabras, al hombre.
Que ni Ministro ni seglar pueden una Palabra reformarle.
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Libro 32 - La Palabra del Creador - Tomo III - C1
Una pregunta
ResponderEliminar¿ es qué hay algo más importante que la Palabra de Dios ?