Quedé dormida pensando: “Señor, tengo alegría”.
En Sueño Profético decían:
Es que la alegría la da la obediencia. Sin obediencia, Dios no manda. Y ya falta esa alegría de sentir: “Yo soy mandado, y el Mando lo hago contento, porque este Mando es el que luego sigue en lo Eterno.
Dios dijo:
“Que Me ves, dilo, publícalo”.
Y esta obediencia no ha faltado. Lo que ocurre es que el hombre niega la Existencia de Dios, con el desprecio tan grande que le hace al Dueño de su respiración, que es el que mueve su cerebro, sus pies y sus manos. Luego, hay muchos movimientos más en el cuerpo, pero los que más se ven son los nombrados.
Desperté, oí:
Ya habrá quien esté arrepentido de haber tenido este desprecio tan grande a estos Mensajes y no haberse ofrecido, pudiendo, al Lugar que Dios elige, para quitarle el sufrir.
Si estos Escritos Aquí dictados los comparan con los del hombre, por culto que sea, verán que éstos no son de la Tierra.
¿Quién puede, en unos minutos, hacer un Escrito igual?
Cada día que Dios le manda luz al día, sus Palabras también van.
Tu obediencia testifica que Dios habla y manda que se publique para toda la Humanidad.
El empiezo del Mensaje, también se ha dictado en la Gloria.
Para que el hombre compare que, en muchos momentos, el Lugar contesta y no sabe.
Supera la pena a la vergüenza, el tener que implorar Dios, que está hablando en un Lugar, para que no pierda el hombre la Gloria.
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Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C4
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