En Sueño Profético hablaban de estos Libros dictados del Cielo. Decían que era para que el que se dice cristiano no pudiera reconciliar el sueño hasta ver estos Libros en manos del mundo entero, sin apartarlo color ni distancia.
Si los que están cerca y ya los tienen pensaran en la muerte del cuerpo, muerte que no se la libra nada, ni de la Tierra ni del Cielo…
La Tierra no puede evitarlo. Dios, sí podría dejar vivos los cuerpos, pero el traje de la carne ensuciaría el Cielo. Este traje sirve por un poco tiempo. Es frontera del espíritu, para lo malo y para lo bueno.
Si el espíritu está con Dios o quiere su Camino coger, el cuerpo hará actuaciones, siempre dando buen ejemplo.
Se vieron muchos hombres hablando de estos Libros, y los tenían en sus manos, comparándolos con el anterior Evangelio, con las Palabras de un Dios por el que no han pasado tiempos, que continúa con su Poder, para vivos y muertos. Los vivos son los que saben, porque quieren saberlo, que tienen sitio en el Cielo. Los muertos son los que cuando tienen cuerpo, no quieren nada del Cielo.
Desperté, oí:
Esta abundancia de Palabras.
dictadas para enseñar del hombre,
no puede presentarla nadie.
Dan premio y anuncian condenación
para el que da desprecio
a estas Palabras de Dios.
Si no fueran Aquí dictadas
y vieran que no eran de Dios,
tampoco sería postura sana el silencio
en el que pudiera cundir
que no es Palabra de Dios.
No tiene disculpa
el que puede y no lo hace,
dar a todo lo que hay escrito,
publicación.
Es obediencia a este Cielo
que el hombre publique ahí
todo lo que está ocurriendo.
Con las fechas que empezó
este “Evangelio Diciendo”.
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Libro 24 - Dios No Quiere, Permite - Tomo IV - C1
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