En Sueño Profético decían:
Hazte fuerte al sufrimiento y ya le cierras las puertas al pecado y a la tristeza. Que este sufrimiento es por no creer la Existencia de Dios o creer y no querer que haga presentación aquel Dios que el hombre lo ve con Cuerpo, viviendo con el hombre, para enseñarle y ayudarle a salvar su espíritu de las tinieblas malditas y eternas, cuando ya entierran el cuerpo.
A esto bajó Dios a la Tierra. Y el hombre Lo vende en la Última Cena, para que maten su Cuerpo y acaben con su Existencia.
Aquí demuestra el hombre maldad y poca Sabiduría, de la Sabiduría que tiene valor, que es la Eterna.
Pues a pesar de los siglos que hace que ocurrió, el hombre siempre niega la Presencia de Dios al que dice: “Dios a mí se me hace presente de esta manera”.
Desperté, oí:
Si el hombre pudiera
en ese momento
hacer un gran daño
al que esto le pasa y lo cuenta,
no habría daño mayor que hiciera.
Pero el Poder de Dios
hace Última Cena.
Deja al descubierto y sabe
que traición espera.
Después, Resurrección.
Y el mismo Cuerpo que ven en la Cena
está Aquí, en su Reino.
La falta de Amor a Dios
hace que el hombre repita
martirio y crucifixión.
No se cansa de hacer daño
al Mensajero de Dios.
Con este pensar que hicieran,
les saldría el Perdón.
Sin atreverse a nombrar
el ¡Dios mío,
por qué Dios no puede ser
Dios del Judas
que Lo ha vendido!
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Libro 28 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo V - C2
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