domingo, 6 de abril de 2025

Hazte profesor de espíritu

En Sueño Profético decían:

Si pones tu pensamiento en todo lo de esta Vida, ya renuncias a lo que ésa te ofrece, que todo es engaño, y el engaño, de Ésta te retira. Que para eso es esta Enseñanza, para que piensen los hombres que de todo lo de la Tierra nada se traen los muertos. Y si no hay quien los vista, los entierran con lo más viejo. Y si tienen algo que valga dinero, si queda más de uno, se discuten el ser herederos.

Esto es el final de la vida del cuerpo.

Dijo uno:

Todo lo contrario le ocurre a la Vida del espíritu. Pues cuando entierran el cuerpo, si su espíritu es de Dios, se lleva los valores al Cielo, y ya Dios le va mandando estos valores del espíritu al que creyó y amó aunque no fuera heredero. A estos espíritus puede Dios mandarlos para que ayuden a los que, cuando estaban con cuerpo, conocieron o no conocieron, pero amaban a Dios, y Dios los hace herederos.

Desperté, oí:

Una frase de la Gloria te hace que pienses en el engaño de la Tierra.

Que engaña más a títulos y a carreras que buscan el tener más para dejarlo en la Tierra.

Esto se ve en la enseñanza, porque todo lo de Dios a los párvulos no enseñan.

Esto deja al descubierto que el hombre no cree en la Gloria.

Decían en la Gloria, que el hombre que no cree en Dios, no le va el nombre de culto.

Porque los primeros estudios deben ser estudiar quién hizo el mundo.

Y quién puede enfrentarse con el trueno y la tormenta.

Con el huracán y los temblores de Tierra.

Con la lluvia que sube de la Tierra y el Cielo la echa.

Todo lo nombrado es Poder de Dios, que queda quieto por obediencia al Creador de todo lo visible y lo invisible, que tiene más Fuerza y más Poder.

Hazte profesor de espíritu y al cuerpo ponlo de alumno.

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Libro 40 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C5

sábado, 5 de abril de 2025

Enseñanza de Dios

En Sueño Profético hablaban hombres que ahí dejaron grandes huellas de Enseñanza, y que Aquí dictamos sus nombres. En este grupo de Mando de Dios estaban: Tomás de Aquino, Juan Bosco, Domingo de Guzmán y Agustín de Mónica.

Dijo Agustín:

    – El pecado, sin tener quien lo persiga, dura más el pecado. El pecado lo persigue la oración, lo derrota y hace Santos. Por eso el pecado huye cuando da con la muralla de la oración. Estos Libros retirarán a muchos del pecado y acercarán a Dios. Son muy profundos sus temas y su literatura quita risas y para lenguas que quisieran quitarle valor a estos Dictados.

Tomás de Aquino asegura:

    – No hay comparación con esta Grandeza Teológica, que Dios quiere que sea por este Instrumento divulgada. Aquí encuentras verdades y corriges dudas que el hombre dejó escritas o que hoy quiere escribir. Aquí te enseña a despreciar al pecado y a que busques el Perdón. A que el sacrificio se convierte en Amor a los demás y ya no se dice sacrificio, se dice “estoy colocado con Dios”.

Desperté, oí:

Todos los nombres nombrados eran nombrando Enseñanza de Dios.

Decían que sin ésta primera no servía en educador, aunque educador se dijera.

Antes de hacer el cacharro el alfarero moldea y luego va perfilando.

Pero quién perfilar antes de haber moldeado.

Esto es igual que el niño que empieza en esa vida de paso.

Estos Libros su razón será dar escándalo.

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Libro 72 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo VII

jueves, 3 de abril de 2025

La curación del espíritu

En Sueño Profético hablaban de las enfermedades del espíritu. Decían:

Al enfermo del espíritu hay que curarlo como al enfermo de la carne o como intentas curarlo. Entre estas dos enfermedades, la del cuerpo y la del espíritu, se pone más cuidado a la del cuerpo. Hay enfermos del cuerpo que no quieren curarse y rechazan la medicina o la cirugía que necesiten, pero una vez estudiado ya se verá de que forma intentará curarlo la familia o el médico. Lo mismo en la enfermedad del espíritu que en la enfermedad del cuerpo, si el enfermo quiere curarse será más fácil la curación. Que si no hacen por curarlos ellos no piden curación.

Para curar la enfermedad del espíritu tienes que estar impermeabilizado contra el pecado, como el médico que se previene para curar a enfermos infecciosos. Para curar el espíritu enfermo tienes que tener el tuyo al servicio de Dios, como el médico que para recetar cuenta con la botica. Un paralítico no puede ayudar a otro paralítico, ni un niño de corta edad puede coger a un hombre en brazos.

Desperté, oí:

Han hablado de los enfermos de espíritu y también de los endemoniados, que del espíritu sale la enfermedad.

Por eso Aquí recomiendan que el que intente curarlos tenga su espíritu bien sano.

Como el que cure infecciosos. Que aunque de Aquí lleve el Mando que no desafíe al contagio.

Estas dos enfermedades, la del espíritu y la del cuerpo, nunca pueden ser iguales, iguales en su curación.

Hay quien quiere curar su cuerpo dando grandes caudales y, al final, los familiares hacen entierro.

Pero el enfermo de espíritu si dice: “Señor, yo quiero”, de momento queda limpio.

Al endemoniado nunca le oirás decir: “Perdón Dios mío” en humildad y en silencio, que son los arrepentidos.

Hacen falta muchos hombres que curaran el espíritu.

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Libro 69 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VIII

miércoles, 2 de abril de 2025

Gloria y Paz

En Sueño Profético decían:

Hay cosas que aprendes fácilmente y es difícil el practicarlas. Y aunque las aprendiste bien, luego das mala enseñanza.

¿Quién tendrá hoy 40 años y no aprendió la Doctrina de Dios Hijo si prometió ser cristiano, porque cristianos ya eran los padres, o los que lo apadrinaron? Pues éstos aprendieron bien, fácilmente, y difícil practicaron esta Enseñanza Divina, puente de esa vida a Ésta. Que sin practicar esta Doctrina, no puede elegirte Dios, porque no comprenderías Palabras y Hechos de Dios. Transformarías su Muerte y también su Resurrección. Ya, a su Venida a la Tierra, no le verías explicación.

Este pensar y muchos más le llegan al cristiano que no practica la Palabra de Dios. Ahora, ponle esto al pensamiento y piensa: “Yo aprendí la Doctrina cristiana, pero no la practico nada. Cómo me va a elegir Dios, si con el mal ejemplo que doy, yo voy retirando del Camino verdadero –que su nombre es cristiano–, por no practicar lo que Dios Hombre enseñó con Cuerpo de Hombre”.  

Desperté, oí:

Si los cristianos que aprendieron
la Doctrina de Cristo,
practicaran esta Doctrina,
con Amor a Dios delante,
no podría existir la guerra.
Sería Paz aplastante.

Gloria donde no hay suelo.
Y Paz, donde existen los cuerpos
hasta que la Gloria llame.

Gloria: Sitio donde está Dios Hijo
y Dios Padre.

El Padre, no tiene Cuerpo.
El Hijo, sí tiene Cuerpo de Carne.

El mismo que le vio el hombre
antes de Crucificarle.

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Libro 23 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IV - C3

lunes, 31 de marzo de 2025

La fragua

En Sueño Profético decían:

No es vivir para Dios, cómo vivir en contra de Dios. No es lo mismo amar sin descanso, que cansarte antes de ir a buscar donde digan “Dios, hablando, allí está”. Y no es lo mismo decir “Señor, Tú mandas”, que su Mando te moleste. Te moleste hasta el extremo de que tu vivir ya lo hagas retirando de este Cielo.

Dijo uno:

Mi mayor cansancio era el que llegara la noche y en mi mente pusiera: “Hoy, mi tiempo se me fue sin hacer servicio al Cielo. Los que no quieren a Dios me han robado el tiempo. Mañana, yo obligaré al tiempo, y tengo que desquitarme. Señor, prometer no te prometo, porque prometerte a Ti sería no creer que eres Dueño de mi espíritu y de mi cuerpo. Prometerte, sí Te prometo, que cuando quieras mi espíritu, dejes mi cuerpo muerto”.

Estas palabras, siempre que yo no cogía parte del día para el servicio de Dios, me dejaban durmiendo.

Desperté, oí:

Mi trabajo era duro,
con el martillo en la fragua.

Pero tres que había conmigo,
y la gente que entraba,
hacíamos buen servicio,
y el tintineo de compaña.

El trabajo entraba solo,
sin que nadie lo buscara.

Luego, el buscar el bien,
sin preguntar nos llevaban.

Se cundió:
“Ve y pregunta allí en la fragua,
dónde vive la mujer
que ayer pedía limosna
para el marido y los hijos,
que la vivienda era una choza”.

O el paralítico,
que en la fragua se lleva
horas y horas oyendo
a los que acuden como él,
para que los socorran.

“La fragua de la abundancia,
del amor y la esperanza”,
en el pueblo le pusieron.

Cuando no acudía gente,
aquella noche,
a mí no me entraba sueño.

A la mañana siguiente,
el Nombre de Dios,
en todo ponía delante.

“Señor, que tu Nombre
en mí se oiga con más fuerza
que el martilleo al hierro hace”.

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Libro 21 - Te Habla El Profeta - Tomo III - C7

domingo, 30 de marzo de 2025

El Amor no permite que sea Dios culpado

En Sueño Profético hablaban de Dios Hombre, de cómo era juzgado por el hombre que no creía que era Dios aquel Hombre que veía.

Yendo un día tres de los Discípulos haciendo el trabajo que no cansa cuando amas y que no hace el que no ama, iban unos cuantos que querían al Maestro y otros que querían quererlo como éstos que tanto Lo querían. Pues al pasar por un camino, Juan iba tan al filo, por dejar sitio a los que querían oír a Felipe que estaba repitiendo unas Palabras del Maestro, dichas la noche del día anterior, que resbaló la suela de las sandalias y cayó a un gran barranco, no de profundidad y sí de extensión. Pues antes de ver a Juan caer al barranco ya estaban todos dentro, ya que no tenía más de medio metro de profundidad, y lo cogieron, y le hicieron las preguntas que a la caída van, y Juan les contestó: “No os preocupéis por mi caída, ya que no ha sido nada. Soy yo el que debo pediros perdón por mi poco cuidado, que os ha hecho pasar del momento de gozo al momento de mal rato”. Y fue a uno por uno diciéndoles estas palabras:

   —¡Qué mal rato te he dado, y ya ni siento dolor!

Fue cundiéndose la caída y la mayoría ofendía al Maestro por el paso que llevaban viendo a Juan cojeando. Al aparecer el Maestro, Juan mucho más Amor Le presenta y estas palabras Le dice:

   —Maestro, íbamos hablando de Ti y mi falta de cuidado me hizo salir del camino y me encontré en el barranco, pero todos ya conmigo.

Ya le contesta el Maestro:

   —Sí, Juan, tú grande Amor enseña a que en el dolor más crezca el Amor a mi Padre y así podrás estar Conmigo mañana en espíritu, como hoy estás en espíritu y materia.

Desperté, oí:

¡Qué palabras, dichas en espíritu y dictadas a la materia!

¡Qué Pasaje, que si no lo dicta Dios, para siempre perdido queda!

¿Quién pensaría que la caída de Juan serviría de gran Enseñanza?

Luego lo iban contando, con alegría al principio y al final algunos salían llorando.

Unos decían: “¿Cómo lo dejó el Maestro que cayera en el barranco?”.

Y otros, sin miedo, decían: “Él mandaría tirarlo”.

Grandes comentarios hubo de risa cuando iba cojeando.

Sin saber que era Enseñanza del grande Amor aceptando.

Pues el Amor no permite que sea Dios culpado.

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Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C7

viernes, 28 de marzo de 2025

La lumbre de Dios

En Sueño Profético hablaban del local donde con la Palabra de Dios Libros están haciendo:

Unos la leen. Otros la tocan para hacer los Libros que dictan en la Gloria. Y ya los ojos que los Libros miran, en muchos momentos, la mirada sigue al Cielo. Unos hacen oración y otros piden Perdón por el desprecio que han tenido.

Dijo uno:

Cuando vean la cantidad de Mensajes que aquí hay, tendrán que decir: “Si Dios no hiciera esto, ¿quién lo haría?”. Y es que esto lleva un Poder grande, que este Poder el hombre lo necesita para que piense: “Si Dios hizo el mundo, más aprisa puede acabarlo”.

En la tormenta, los truenos y el agua, ningún hombre manda. Y el relámpago da más luz que si muchas luces encendieras.

Desperté, oí:

Es alegría para el Elegido ver el local donde se harán los Libros.

Este sitio tiene que formar escándalo, que ya no está callado.

Se destaca por la entrada, que no hay otra que tenga la Paloma de la Paz antes que ninguna letra.

Si se unen por dentro –los que están unidos– como por fuera, Dios ya no los dejará.

Dios quiere que su Palabra sea cundida y pregonada.

Ya termina el Mensaje con estas Palabras:

“Hay quien coge la Palabra de Dios como lumbre para calentarse, y no se acuerda de echar leña para que no se apague”.

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Libro 45 - Te Habla El Profeta - Tomo VI - C5