En Sueño Profético hablaban los Discípulos de Dios Hijo.
Decía Matías:
El Amor es lo más grande. El Amor no puedes explicarlo ni enseñar a que digan: así se ama. El Amor, tú lo escondes; el Amor tú lo publicas; el Amor quieres no sentirlo, y el Amor se encarga de que tú lo sientas.
Dijo Juan:
Un día íbamos con el Maestro y hablaban unas cuantas aldeanas, con la voz un poco subida, del Amor a Dios Padre. Pues a Dios Hijo no lo conocían, y aunque habían oído hablar del Mesías, no quitaban las alabanzas y súplicas al Padre, a quien conocían como Único Dios.
Decía una:
–Yo quisiera saber qué medida es la máxima para amar a Dios.
Quedando el Maestro un poco detenido y mirando al grupo a la vez, dijo, señalando a un peso que allí había:
–¿Cómo pesarías en ese peso el amor a tu hijo?
Y cogiendo un celemín, dijo:
–Ni el peso puede pesar el Amor, ni este celemín medirlo. Tú ama sin medida y sin peso, pero sigue adorando a mi Padre y oyendo al Hijo.
Quedaron estas mujeres sin movimiento y con aire de reverencia, pronunciaron:
–¿Tú eres el Mesías, de quien tanto han hablado?
–Yo soy Dios Hijo, por mi Padre aquí mandado.
Desperté, oí:
No te extrañe que si amas,
ames y quieras amar más.
Pues si amas sin medida,
agradas a este Dios más.
Y todo el Amor que tú tengas,
Él Aquí lo medirá.
Lo medirá con medida,
que nadie puede medir,
y lo pesará en el peso
que adoramos todos Aquí.
Este peso, esta medida
y este no poder medir,
son los que mantienen esta Gloria,
que viven Aquí, no ahí.
***
Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. capitulo 3
El Amor es el aliento de Dios. No podemos medirlo ni ocultarlo ni dosificarlo. Es infinito como Dios.
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