En Sueño Profético hablaban del Perdón. Decían:
No hay quien quiera ser perdonado y Dios no Lo perdone. Dios lo que sí sabe es cuando tú dices: “Yo quiero ser perdonado”, pero continúas pecando. Esto no es pedir perdón ni querer que Dios te perdone, esto es querer engañar a Dios.
Dijo Domingo a Agustín:
Tú, Agustín, puedes saber del Perdón cuando con ansias lo pide el pecador, por las reacciones que notas al oír la Voz del Perdón.
Yo confesé mis pecados,
y en cada pecado pedía perdón,
y mi sangre aceleraba
el latir del corazón,
y me mordía mis labios
y volvía a pedir perdón,
y mil veces me preguntaba:
¿Cómo Te he ofendido yo?
Desperté, oí:
Cuando sentí el ansia de amar a Dios
fue cuando ya no podía pecar.
Entonces me ofrecí a Dios,
pero ofrecimiento de verdad,
ofrecimiento que aparta
todo lo que Aquí no está.
Y este Dios me dio la Gloria,
extrañando a los demás.
Si para alcanzar el Perdón
tuviera que haber publicado
hecho por hecho, en renglón,
todo el mal que cometí
y todo en contra de Dios.
¡Qué cambio más miserable
a cambio de su Perdón!
AGUSTÍN DE MÓNICA
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Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo I - Pag. 178-179
El arrepentimiento nos abre los ojos al efecto del pecado y al sufrimiento de Dios.
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