En Sueño Profético hablaban del pecado y de los pecados que el pecado te lleva. Hablaban de tantos temas que si los dictaran habría para llenar una libreta. Decían palabras poniéndolas de maestras a otras palabras. Eran sencillas pero difícil entenderlas si no quieres entenderlas, que esta es la postura de la mayoría ahí en la Tierra.
Dijo uno:
Pero esta alta hoguera no podrá taparla nadie por su altura y ligereza, por sus bríos de quemar, que Dios en cenizas deja. Esta hoguera Aquí se enciende y Aquí las llamas llegan, pero se enciende si ahí tú vives como Dios quiere. No porque digas “Lo quiero” ni porque digas “no peco” te manda que prendas fuego. No es más limpio el que más limpia, sino el que procura ensuciar poco. Hay quien hace confesión día a día, en la semana, y le falta estar con Dios, porque olvida sus Palabras y recuerda confesión. Éste no forma hoguera porque no cumple y no piensa.
Desperté, oí:
¡Qué palabras haciendo de profesor se oían, tan bien dichas en la Gloria!
Aclaraban obligación, deber y no querer retirarse de su Amor.
Éstos, a los que nada les cansa ni nunca culpan a Dios, tienen que frenar la memoria para hacer confesión.
Estos son los que las llamas suben al Cielo y nunca quedan en ascuas.
Y aquél que apagarla quiera, su cuerpo arderá en llamas.
Su cuerpo ahí, en la Tierra, y Aquí ya es fuego sin llamas.
Ama a Dios y Él te quitará de que Le pidas perdón.
Y cuando ya te confieses será hablando dos de Dios.
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Libro 67 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VII
No es menos pecador el que más corrige sino el que menos provoca el pecado.
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