En Sueño Profético yo me notaba andando, pero si miraba al suelo, no había suelo ni yo me veía andando. Se oía hablar, muy cerca, estas palabras:
Ya Aquí no hay cuerpo. El espíritu es el que habla y anda. Si creyeran que esta Verdad, verdad era, no podrían vivir tranquilos el tiempo que de vida les quedara. Esta Verdad, ella se firma con abrazar el sufrimiento e ir quitando sufrimiento al que no merece oír su habla.
Ya dijo uno:
¿Cómo puede pensar el hombre que Dios pueda perdonar al que tenga cerca estos Mensajes y no los oiga? Y si alguno los oye, es porque el Instrumento está pordioseándole. Esto, a Representantes de Dios y a seglares, que no merecen oír de boca del Elegido ni “buenos días” ni “buenas noches”. Si a este espíritu Aquí Dios no lo trajera, no podría hacer esta vida de sufrimiento que lleva. Si esta Sabiduría fuera de la Tierra, ya estarían explotándola, y sería ave que vuela, que no podrían seguirla como otra ave no fuera.
Desperté, oí:
Va el Mensaje al desprecio tan grande que el hombre le tiene al Lugar que Dios, a diario, le da su Palabra para que sea cundida por el mundo entero.
Que si no fuera Palabra de Dios, cómo iba a estar viviendo en ese desprecio.
Dios permite ahí, pero una vez que sueltas tu cuerpo, Aquí ya Dios no tiene permitir.
Lo mismo que el sufrimiento que dentro está de ti, ése, no cuenta Aquí.
Eso es traje nuevo que llevas, que el que va sucio, ensucia, para que sucio lo vean.
Si el hombre amara a Dios, no le daría sufrimiento al que Él elige para que hable de su Reino.
Tu contacto sea más íntimo con el que más achique tu sufrimiento.
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Libro 31 - Te Habla El Profeta - Tomo IV - C3
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