En Sueño Profético decían:
Si te vistes con el traje del Prójimo, conoces y sientes donde el sufrimiento se encuentra.
Si te vistes con el traje del Prójimo, en ti sientes aquello que otro tenga, porque tú llevas el traje de las alegrías y las penas. Las alegrías, porque ves a Dios. Y las penas, de ver que el hombre, del Prójimo se aleja, que es alejarse de Dios.
Dijo uno:
Yo siempre oí decir a mi madre que la vida sin Prójimo era barca sin río, jaula sin pájaro. Que el Prójimo te hacía pensar en la Vida Eterna.
Si al Prójimo podías ayudar y le cerrabas las puertas, yo creo que ella sentía el dolor del que el dolor tenía. Decía, que si el trigo no se sembrara, cosecha no se recogería.
Pues igual es hacer el bien para cuando se cumplan tus días de que la Tierra abandones, bien de noche o de día, con pocos años o con muchos. Que con muchos, no va el decir: lo que un cuerpo dure. Con la vejez ya se negó tu cuerpo a poder hacer lo que todos vieron.
Desperté, oí:
No hay mejor documento
para cuando quede ahí tu cuerpo,
que haber vivido Prójimo.
Poniendo en ti el traje
que otro llevaba puesto.
Esto, yo no pude olvidar
el tiempo que mi espíritu
dio vida a mi cuerpo.
Yo quería servir a Dios
para tener a Dios contento.
Yo hacía este pensar:
“Si en el Prójimo está Dios,
yo debo ir a verlo”.
***
Libro 31 - Te Habla el Profeta - Tomo IV - C5
No hay comentarios:
Publicar un comentario