En Sueño Profético hablaban de la vida y de la muerte. Ponían comparaciones para que el hombre pensara que la muerte era Vida y la vida era muerte, para que el hombre aprendiera que la aguja del reloj tiene que marcar el número cuando Dios le da la hora para que deje su cuerpo. Que el espíritu, que es la Vida, cuando abandona el cuerpo, entonces empieza la Vida, ya sin libertad para elegir, porque Dios te dejó un tiempo para seguir sus Palabras y que hicieras un recuento: “Esto hice bien. Esto hice mal. Y si lo hice mal, yo vivo arrepentimiento”.
Dijo uno:
Los números del reloj, siempre que yo los miraba, me traían a la memoria: ¿A Qué número le tocará cuando digan: “murió a tal hora”?
El mismo número llevaba consigo el día y la noche, esperando la llamada del Único que sabía cuándo el cuerpo muerto quedaría.
Unas veces me daba alegría. Y otras, pena me entraba, cuando me traía a mi mente: “No hice lo que Él mandaba, y pequé con el desprecio”.
Desperté, oí:
Este pensar y los números del reloj
me apartaron del camino
que no te encuentras a Dios.
Nadie puede saber
la hora que el reloj marque
cuando su espíritu
abandone el cuerpo.
Los números del reloj
no pueden marcar la hora
dándole preferencia
al que muere en el palacio
o al que muere en la choza.
Los dos pueden acabar
su vida a la misma hora,
y los dos pueden ir juntos
al Infierno o a la Gloria.
Primero se nombra muerto,
y después se dice hora.
***
Libro 25 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo III - C6
Este Mensaje está en canción ya hecho y es precioso!
ResponderEliminarCuanta enseñanza dentro de pocas palabras!
Si se pusieran en lugares de enseñanza se abarrotaba la Gloria!