En Sueño Profético hablaban del adelanto, del invento, de la prisa que el hombre le quería dar al cuerpo. Eran palabras que dejaban silencio de cementerio, y Dios manda que las dicten los que tienen por muertos. Decían:
El hombre quiere quitarle al niño lo que Dios quiere que tenga el hombre, que son estas Palabras que Dios al hombre le dice:
“Haceros niños si queréis entrar en mi Reino”.
El hombre le está quitando al niño la inocencia hasta en los juegos, con herramientas en las manos, de las que matan los cuerpos. Entendido que sus manos, con lo que tienen no matan, pero ya ven normal que los hombres se maten. Y te hablan de las guerras, y a los mayores les agrada que no oigan palabras de inocencia, que son las que Dios manda para que el hombre no viva perdiendo la Gloria.
Desperté, oí:
Decían que a los mayores les molestaba que el niño, con siete años, tuviera inocencia en sus palabras.
Que lo tenían por retraso, por lo que el mundo avanzaba.
Ya, a los de diez y doce años, a las clínicas los mandaban, porque llevaban en su espíritu todavía las palabras que Dios quiere por ser niños.
El adelanto no puede cambiar el peso por la medida, que son los kilos y los metros.
Pues igual es el hombre y el niño.
Querer igualarlos: a uno de los dos rompes.
Y siempre le tocará perder al niño cuando llegue a hombre.
Al niño no le hace falta que le hablen del pecado.
Que el hombre lo retire de él como del fuego y del fango.
Y ya tiene que ser hombre bueno y no malo.
El hombre quiere que el niño pronto deje de ser niño y viva la maldad y el pecado.
Cuida al niño como niño, y al anciano como anciano.
Y no pongas el adelanto y el progreso en contra de este Mando.
Que es amor al niño, y el tiempo ya le irá enseñando lo que no es de niño, que esto ya se lo enseñan los años.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV- C7
Grandioso!
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