Mostrando entradas con la etiqueta cura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cura. Mostrar todas las entradas

viernes, 23 de abril de 2021

El Profeta no es Lugar que cura, es Lugar para enseñar

En Sueño Profético hablaban de los Profetas. Decían:

Los Profetas hablan lo que Dios habla en ellos. Su misión es enseñar del espíritu, llevar comunicación de este Mundo Eterno a ese mundo material y temporal, enseñar a valorar lo espiritual y quitarle valor a lo material que el hombre tanto valor le da.

Si Dios no cogiera un Lugar, lo llevara a su Gloria y lo enseñara, el hombre se haría dueño de todo lo creado por Dios, engañando y diciendo que lo había hecho él. Pero Dios no deja que hasta aquí llegue el hombre.

Dios coge al humilde y lo lleva a su Intimidad para que Humildad y Sabiduría Divina enseñe.

El hombre, antes de reconocer esto, desmiente la Existencia de Dios. No aceptar es desmentir. Desmiente la vanidad a la Humildad.

Vanidad: actuación sin Presencia de Dios.

Humildad: Dios actuando.

Palabras de la vanidad: “Mientes, Dios no habla”.

Palabras de la humildad: “Yo no sé nada”, “Dios me dice”, “Dios me habla”, “Dios me manda”.

La humildad no hace uso de más y no puede dejar de hacer lo que Dios manda.

La vanidad coge la cantidad que quiere.

El Profeta, es de Dios su actuación, y hace algunas curaciones de carne a su paso, huella que deja para los que menos aman y para los que dicen que creen.

El Profeta no es Lugar que cura, es Lugar para enseñar, pero es Lugar donde habla Dios.

Desperté, oí:

El Lugar que Dios habla, su cometido es enseñar.

Pero lo mismo que Dios enseña, Dios puede curar.

Si la zafra esta llena de aceite por dentro, normal es que manche de aceite por fuera.

Si Dios fuera Dios material y no fuera Dios espiritual, no curaría la carne.

¿Qué importancia tiene que la zafra este llena y por fuera manche?

Si de tantos litros suelta unas gotitas, esto es la curación de la carne comparado con el Poder que puede hacer Dios en Espíritu.

Ama a Dios aunque no veas prodigios.

***

Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - C2

domingo, 6 de abril de 2014

El Amor Divino es fuego que quema y este quemar cura

En Sueño Profético decían:

Hay quien ve que cuando la materia muere, cree que ya para qué quiere a Dios. Aquí se puede ver la falta de enseñaza que tienen de espíritu.

Mientras el espíritu está con materia, los ruegos son para la materia. Y cuando muere esta materia, ya el espiritu, no ven que necesite a Dios. ¡Si pensaran que el traje del espíritu tiene Aquí una poquísima importancia, tan poquísima, que no se necesita! Dios es Espíritu.

Estando en el Sueño, yo decía: “Señor, me pesa haberte ofendido, y sé que jamás pecaré, ¡claro, si Tú quieres, sí pecaré! Pero por mí sé que no peco”. Esto lo decía yo con mucha seguridad.

Desperté, oí:

Cuando se ama, no se puede pecar.

Tú pecas en el momento que te retiras de Dios.

Si con Dios estás, el pecado para ti no existe.

Antes de pecar, piensa en Dios, y en este pensar no pecas ya.

Porque en este pensar, amas. Y en este amar, piensas.

El Amor Divino es fuego que quema y este quemar cura.

Queman estas llamas y cura su rescoldo.

Si no sabes de este fuego, no sabes de Dios.

AGUSTÍN DE MÓNICA


***

Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 35-36

martes, 17 de julio de 2012

Medicamento que cura

En Sueño Profético decían:

La alegría que es producida por el espíritu, es medicamento que cura.

La alegría que no tiene profundidad es de la materia, y ésta puede enfermar. Esta alegría, siempre su tendencia es retirarte de la acción de Dios; darte sufrir después de la alegría; robarte la Paz y hacer que tu alegría produzca llantos; hacer que tu alegría te separe de la seriedad contenta.

Esta seriedad contenta es el espíritu actuando, contento que da el espíritu a la seriedad de la materia, y ya es alegría perpetua. Esta alegría es lucida por los Elegidos.

Dijo uno:

Los Elegidos por Dios nunca tuvieron pena, nunca tuvieron quietud, nunca borraron la Palabra que Dios les daba para que ellos hicieran uso de ella, uso con la firmeza de que Dios les seguiría sus pasos, y ya eran ellos los que a Dios seguían, por ser Dios el que en ellos vivía. Estos que Dios tiene para que sus costumbres sigan, siempre tuvieron alegría, porque el Aliento de Dios los mantenía noche y día.

Desperté, oí:

Aquí te describen bien,
la alegría del espíritu
o la alegría de la materia.

La del espíritu,
puede y anula a la de la materia,
a la alegría mundana.

Porque alegría sin Dios,
jamás puede ser durada.

Cuando el espíritu ríe,
risa rueda por la cara.

Las lágrimas del sufrir,
del sufrir que Dios no manda,
se convierten en alegría.

Son pocos los que conocen
el grado de la alegría,
son pocos porque prefieren
sin Dios tener alegría.

Si has de tener alegría
sin sentir a Dios del Cielo,
pide el castigo que quieras,
que si llega, te da premio.


***

Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo II - Pág. 216-217-218

jueves, 10 de mayo de 2012

La casa que cura penas

En Sueño Profético decían:

No hay quien viva bien, sin sentir a este Dios del Cielo. Este referir que Aquí refiero le ocurrió a mi familia:

Mi madre era de una familia que descendía de títulos, y siempre fueron conocidos entre los nobles. Tenían títulos, pero vivían de sus antepasados; siempre refiriendo las grandezas, siempre con papeles y documentos que acreditaban quiénes eran. De cinco hermanos que eran, mi madre era la que se salía de ser como ellos. No tenían ni un chavo, pero pergaminos había que por falta de dinero perdieron su valor. Pues en esta familia mía no se preocupaban de Dios; les molestaba cuando alguien, incluso mi madre, siempre estaba con la palabra de “Dios verá...”; “Dios que haga como Dueño lo que quiera...”; “yo, si me voy a retirar de Dios como vosotros, ¡malditos papeles!, dejadme fuera de esa herencia, que esa es la fuerza del pecado: la vanidad, el acaparar de la Tierra, dejando a Dios a un lado. Yo, todos mis deseos, son sentir a Dios, sentirlo para adorarlo”. Tenía la costumbre de recibir al día dando gracias a Dios, y cuando llegaba la noche, la despedía también con las gracias: “Gracias, día, que para mí eres Dios”. “Gracias, noche, que hoy sentí a Dios”. “También venero la noche que pido cobijo a Dios por los niños inocentes; que les procure un rincón con su cama, y si no tienen ropas, que su madre no les falte, que será el mejor calor”. Esto siempre se lo oía yo a mi madre contar a otras amigas, o cuando ella estaba en oración, se lo oía. Todos buscaban mi casa como bálsamo, y mucho se cundieron estas palabras: “No parece de la misma familia; aquí te entran a Dios; allí intentan sacarte a Dios”.

Desperté, oí:

Es camino de mal fin
querer vivir sin sentir
a Dios del Cielo.

Esta familia vivía
tan sólo de los recuerdos
que el hombre tiene en la Tierra
“pa” separarte del Cielo.

Pero no podían vivir
sin oír a Dios del Cielo.

La que despedía a la noche,
y de rodillas al día esperaba,
vivía repartiendo Paz
de conformidad de santa.

“La casa que cura penas”,
venían de lejos buscando.

Hubo nobles de gran rango
que buscaban, no nobleza,
pero sí iban preguntando
la mujer que recibía
al día para adorarlo.

Y cuando veía la noche,
siempre le hacía su encargo:

¡Que no les falte un rincón,
que a Ti te dejo el encargo!

A los niños inocentes
que viven sin el pecado.

Aquél que sienta a este Dios,
al día le hace ruegos,
para que les dé la mano,
y a la noche le recuerda
los niños abandonados.

Siendo la misma familia,
se repartieron en dos bandos.

Con Dios, los que Lo sentían,
porque adoraban su Mando.

Y sin Dios aún están
los que no quisieron amarlo.

Que vivieron en la discordia,
con títulos en la mano.


***

Libro 6 - Dios Manda En Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag. 142-143-144-145