En Sueño Profético decían:
Hay quien coge las cosas de Dios
como verano o invierno,
por una temporada corta.
Otros las cogen por semanas.
Y otros, un día,
de la mañana a la noche
o de la noche a la mañana.
Hay quien coge las cosas de Dios
cuando espera ganancia
o cuando le sobra el tiempo.
Dijo uno:
Va grande la diferencia
de que siempre tengas ansiedad
de poner a Dios primero,
a que seas viga de hierro,
que siempre pesa igual
y nunca le merma el peso.
Que te obligues a ti mismo
a dejar a Dios un tiempo,
porque Él te deja a ti
todo lo que tú te crees dueño.
Desperté, oí:
¡Qué lástima que los hombres
le midan el tiempo a Dios,
y le pesen el tiempo que creen
que han echado en servirle!
¡Qué lastima da
que veas morir de sed
y el agua se desperdicie!
¡Qué cierto que los hombres son
muy pocos los que tienen
constancia en seguir a Dios!
Cumplen como estación al año.
Y ya, en el último mes,
los notas contrariados.
Se cansa su inteligencia.
Su cuerpo ves acabado.
Y ya se apartan de Dios,
porque Dios les da trabajo.
Esto es lo que abunda
cuando el hombre
vive de Dios alejado.
Piensa que Dios es la Vida,
y en la vida lleva el Mando.
Todo lo que a Él le sirvas
es porque vida ha dejado.
***
Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo III - Pág. 124-125-126
Mostrando entradas con la etiqueta lástima. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lástima. Mostrar todas las entradas
jueves, 16 de mayo de 2013
viernes, 15 de febrero de 2013
¡Qué lástima que tus ojos no te sirvan para ver el pecado!
En Sueño Profético decían:
¡Qué lástima que los ojos no le sirvan al hombre para ver el pecado!
¡Qué lástima que la lengua no le sirva para ir a Dios alabándolo!
¡Qué lástima que los pies se cansen de seguir sus Pasos y cojan caminos que Él no tiene mandados!
¡Qué lástima que los hombres tanto quieran el pecado y cuiden tanto su cuerpo para entregárlo al diablo! Que es el que les está diciendo que no hagan lo que Dios tiene mandado, que hagan lo que en la Tierra hacen los que de Dios viven apartados!
¡Qué lástima, con más lástima, es que no te sirvan tus ojos para ver: esto es bueno, aquello es malo; aquí cogeré cosecha, allí siempre será el año malo, porque donde no está Dios, no esperes nada del año!
Dijo uno:
El que quiere oír al que Dios le da el “Ve”, ya está poniendo sus ojos para querer ver. Y ya le tiran a su lengua: “me tienes que obedecer a lo que digan mis ojos, que Dios me lo hace ver”. Y a sus pasos los llevará el espíritu detrás del que Dios le dio el “Ve”.
A éste se le cambia la lástima, por decir:
¡Dichoso y bienaventurado el que sabe lo que va de Dios y lo pone en práctica!
¡Dichoso el que conoció a Dios Hombre cuando Dios Hombre pregunta: “¿Y tú quién dices que Yo soy?”.
Desperté, oí:
El que conoció a Jesús y Lo siguió,
a éste no le iba a decir:
“¡qué lástima que los ojos no te sirvan!”.
Porque el pecado pisaba
y el sufrir le crecía.
En su lengua siempre estaba
la Palabra del Maestro.
Y sus pasos no se cansaban
por los llanos ni por los cerros.
Pues aunque iban cansados,
era tan sólo de cuerpo.
Que esto cuenta en la Tierra,
pero no cuenta en el Cielo.
En el Cielo dan el nombre
de cansancio al espíritu
que el “Ve” de Dios
no lo quieren y dan desprecio.
Y no conoce a Dios
en el que lleva el “Diciendo”:
“Me dice Dios”.
¡Bienaventurado
el que sigue lo de Dios
y todo lo deja olvidado!
Porque ya, siguiendo a Dios,
el sufrir lo vas cansando.
***
Libro 17 - Investigaciones a la Verdad - Tomo II - Pág. 65-66-67
¡Qué lástima que los ojos no le sirvan al hombre para ver el pecado!
¡Qué lástima que la lengua no le sirva para ir a Dios alabándolo!
¡Qué lástima que los pies se cansen de seguir sus Pasos y cojan caminos que Él no tiene mandados!
¡Qué lástima que los hombres tanto quieran el pecado y cuiden tanto su cuerpo para entregárlo al diablo! Que es el que les está diciendo que no hagan lo que Dios tiene mandado, que hagan lo que en la Tierra hacen los que de Dios viven apartados!
¡Qué lástima, con más lástima, es que no te sirvan tus ojos para ver: esto es bueno, aquello es malo; aquí cogeré cosecha, allí siempre será el año malo, porque donde no está Dios, no esperes nada del año!
Dijo uno:
El que quiere oír al que Dios le da el “Ve”, ya está poniendo sus ojos para querer ver. Y ya le tiran a su lengua: “me tienes que obedecer a lo que digan mis ojos, que Dios me lo hace ver”. Y a sus pasos los llevará el espíritu detrás del que Dios le dio el “Ve”.
A éste se le cambia la lástima, por decir:
¡Dichoso y bienaventurado el que sabe lo que va de Dios y lo pone en práctica!
¡Dichoso el que conoció a Dios Hombre cuando Dios Hombre pregunta: “¿Y tú quién dices que Yo soy?”.
Desperté, oí:
El que conoció a Jesús y Lo siguió,
a éste no le iba a decir:
“¡qué lástima que los ojos no te sirvan!”.
Porque el pecado pisaba
y el sufrir le crecía.
En su lengua siempre estaba
la Palabra del Maestro.
Y sus pasos no se cansaban
por los llanos ni por los cerros.
Pues aunque iban cansados,
era tan sólo de cuerpo.
Que esto cuenta en la Tierra,
pero no cuenta en el Cielo.
En el Cielo dan el nombre
de cansancio al espíritu
que el “Ve” de Dios
no lo quieren y dan desprecio.
Y no conoce a Dios
en el que lleva el “Diciendo”:
“Me dice Dios”.
¡Bienaventurado
el que sigue lo de Dios
y todo lo deja olvidado!
Porque ya, siguiendo a Dios,
el sufrir lo vas cansando.
***
Libro 17 - Investigaciones a la Verdad - Tomo II - Pág. 65-66-67
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)