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martes, 14 de julio de 2015

Terrenos con obediencia a las Pisadas del Maestro

En Sueño Profético decían:

Hay vidas vividas tan rectas de Amor a Dios, que deberían estar hechas en retrato y en sitio visible para que todos las vieran. Estas vidas son escasas, pero de grande cosecha. Estas vidas van sembrando en distinto sitio y tierra, pero según es el suelo, así será la cosecha.

Dijo uno:

Grandes Palabras dijo el Salvador de los hombres, comparando su Palabra con el sembrador, con la piedra y la cizaña, y con la tierra buena, que era el sitio suyo, el sitio de Dios, Palabras que darían fruto, que darían cosecha. Él comparaba mucho sus Palabras a los hombres del campo. Se paraba, para explicar, con los sembradores, con los que labraban. Y ya, cuántas veces a todos nos hacía pararnos en las eras, en los graneros, en los molinos. Hacía preguntas para que la respuesta nosotros la pusiéramos en la Enseñanza que antes había hecho. Había sitios que al pasar, como ya Lo conocían, Le hacían preguntas. Esta no era pregunta, pero se oía mucho: “Maestro, del terreno que pisaste fueron todos sus alrededores de grande recolección. Yo creo que tus Palabras se escondieron en el surco y florecieron. El grano que se ha ido echando ha puesto a la tierra sana, y le hemos cambiado el nombre, y este nombre se le ha puesto: “Terrenos con obediencia a las Pisadas del Maestro”.

Desperté, oí:

Estos terrenos eran malos
y daban poca cosecha.

Pero los dueños amaban,
y un día ven al Maestro,
y uno de ellos se acerca.

Maestro, si algún día pasaras
por aquel campo, acortando el camino,
allí está mi hacienda.
Me gustaría decir:
“El Maestro pisó mis tierras”.
   
Pero no para mayor producir.

Aunque son terrenos malos.

Lo que yo quiero es decir:
“El Maestro en mi casa se ha sentado”,
y mis hijos y mujer
lo cundirán por los campos.

Un día se presentó
sin tener por qué pasarlos.

Y Palabras y Pisadas,
dejan en aquellos campos
sitio donde pecadores
se quitaban sus pecados.

Día y noche no faltaba gente,
de rodillas, orando.


***

Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C4

viernes, 17 de diciembre de 2010

El Camino de las Pisadas Divinas - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 222-223


En Sueño Profético vi como una muralla, y sentados en el suelo, recostados en la muralla, unos hombres.

Llegó uno y les dijo:

–¿Habéis vuelto de casa de Timoteo, o es que vais?

Se puso uno de pie y contestó:

–Ya estamos de vuelta y hoy no traemos contento.

Este Timoteo era uno que tenía buenas cualidades, y reunía en su casa gente para oír hablar del Maestro. Aquel día fueron a ella 4 de sus Discípulos. El Maestro tiró por camino distinto con el número 8, pero habían quedado en un camino que era muy frecuente el verse, y lo tenían como punto de espera para el que llegara primero. Los vecinos de aquellos terrenos le pusieron: “El Camino de las Pisadas Divinas”. Ya, cuando lo veían venir a lo lejos, se avisaban unos a otros hasta verlo pasar, dejando mujeres y hombres sus quehaceres, dándole las buenas noches o días con aire de reverencia.

Cuando se emparejaron, estas fueron sus primeras palabras:

–No tenéis por qué apenaros, Yo siempre estaré con vosotros. La noticia que os acaban de dar es cierta: que os quedáis sin Maestro. Pero esto es a la vista del que no me ama. El que me ama y cree en mis Palabras, siempre notará mi Presencia y oirá mis Palabras. El que te lo ha dicho, no me ama, y está contando las horas que le quedan a mi Carne.

Desperté, oí:

El que fue a casa de Timoteo, nunca había ido, fue porque llevaba la mala noticia de la Crucifixión.

Cuando más euforia había en todos, fue cuando soltó la noticia, y su cara quedó contenta.

Una cara contenta, más de veinte con pena.

A pesar de que esto siempre les ocurría, siempre sus caras quedaban con extrañeza.

¡Que primeras Palabras!: “No tenéis por qué apenaros, Yo siempre estaré con vosotros”.

Antes que el fariseo hablara, ya lo sabía el Maestro.

Los 4 se pusieron de acuerdo para no repetir las palabras de este enemigo de Dios Hombre.

Tenían ya dicho cómo sería la Crucifixión, y lo que tenían que decir si no veían causa.

Ellos mismos decían “Éste es Dios”, con no poderle poner delito.

Este mismo Sello se ve en el Lugar que habla Dios.


***

domingo, 4 de abril de 2010

Y adoramos tus pisadas - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 277-278


En Sueño Profético vi un grupo de mujeres y tres se pusieron de rodillas. Estas que se arrodillaron tenían caras contentas (esto era el campo) y las que continuaron de pie sacaban los pañuelos y secaban sus lágrimas. Pasó uno que iba con unas vacas y se paró diciéndole a las que lloraban: ¿A que sé el por qué de este llanto? Todas a la misma vez, la cara la levantaban. Dijo una de las que más fuerte lloraba: No sigas preguntando que yo te lo voy a contar. Es que, estas que están de rodillas todos los días iban al mismo lugar donde pasaba el Maestro; ellas Lo iban a buscar y hasta que no pasaba no se volvían para atrás. Todos los días venían contando algo que les ocurría y las que hoy estamos llorando ningún caso les hacíamos. Pues desde que Lo mataron dándole la sepultura, éstas se vienen a rezar donde pasaron Sus pasos y aseguran que se van ya consoladas. Hoy nos hemos venido con ellas y el llanto no podemos aguantar, y en ellas vemos sus caras, de Alguien que dentro va. Dijo una que rezaba en voz alta y dos calladas: Yo soy la que pido y las dos contestan ya, yo digo: Aquí Dios mío Te venimos a implorar, y me contestan las dos: y adoramos Tus pisadas. Esto lo repiten a mi alabanza: "y adoramos tus pisadas."

Desperté, oí:

Las que seguían al Maestro cuando el Padre hablaba en Él, iban besando por donde fueron pasando Sus Pies.

Las que no quisieron ir
ni al Maestro a conocer,
lloraban de sentimiento,
sin poder ya nada hacer.

Por eso cuando te digan
¿Tu quieres oír hablar
a uno que Dios le habla,
para que puedan contar,
los Pasajes de Dios Hombre,
que el hombre no sabe nada?

No sabe, porque el que Aquí viene
cuando a la materia va,
no preguntan por la Gloria
y tratan de avergonzar.

Cuanto mejor es Seguirlo
y luego ir al lugar
y ponerse de rodillas,
y decir con valentía
"Y adoramos tus pisadas"


***