En Sueño Profético decían:
El hombre espera y se desespera. Al hombre, si él manda o tiene bienes, tienen a él que esperarlo, y haciéndole reverencias.
El hombre que tiene mando, 10 minutos con espera de algún subordinado, ya te puedes figurar cuando fuera a saludarlo, el recibir que le diera. Esto sin ser militar, que a un toque de corneta tiene que estar ya dispuesto con los brazos y las piernas marcando un mismo paso.
Esto es el hombre en la Tierra.
Dijo uno:
¡Igual que hace con Dios!
25 años va a hacer que Dios hizo Aparición con Imagen y Palabras.
El hombre, esto tomó con indiferencia, por falta de tiempo y por falta de ganas.
Dejemos el tiempo pasando 48 semanas. Ajusta, si esto es el año, ¿cuántas semanas te faltan para que te dé la suma de la frialdad del hombre a esta Grande Llamada?
Demoran años y meses. ¡15 días no es importancia! ¡Esperemos otros meses! ¡Si el Instrumento aguanta..., que para eso Dios la tiene! ¡Más sufrieron los que colgaron y quemaron! ¡A ver el año que viene, si mis cuentas salen bien, yo prometo el ayudarle!
Desperté, oí:
Si el Instrumento supiera
que su vida hacía falta
para que Esto más se cundiera,
no demoraría el darla
si Dios se lo concediera.
¡Cómo iba a dejar pasar
minutos ni cuartos de hora!
Si el rato que cuenta un “sí”,
a ella le parecen horas.
Todas las comparaciones
que comparan en la Gloria
son para que el hombre piense:
¡Qué mal me porto con Dios!
¡Qué abandono doy a su Mando!
¡Qué poco Amor le demuestro,
y tampoco tengo miedo!
¡Sabiendo que no castiga,
pero te cierra su Reino!
¡Qué bueno es Dios si lo piensas,
aunque no quieras quererlo!
***
Libro 17 - Investigaciones a La Verdad - Tomo II - Pág. 88-89-90
Que Dios no castigue ni asuste no significa que ceda ante nuestra indiferencia. Cuando termine nuestro tiempo, también habrá terminado su espera.
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